Mucho de lo que se ha escrito hasta ahora sobre uno de los acontecimientos históricos más importantes de este territorio, la Batalla de Vitoria, puede no ajustarse del todo a lo que sucedió aquel 21 de junio de 1813.
Es una de las conclusiones más reveladoras a las que ha llegado en las últimas semanas Gorka Martín, historiador y doctor en Arqueología, que está liderando un ambicioso proyecto en torno a la Guerra de la Independencia y la Primera Guerra Carlista, dos conflictos separados en el tiempo por dos décadas, aunque con bastantes elementos comunes y un hilo conductor. Martín y sus colegas Pablo Carrasco y Jonathan Bar Shuali han trabajado sobre dos antiguos campos de batalla enclavados en Álava, en el municipio de Gasteiz y en Peñacerrada, tratando de buscar nuevas conexiones entre ambas contiendas. Y allí han podido encontrar valiosos restos arqueológicos y también evidencias que incluso pueden llegar a “reescribir” relatos que ya se daban por sentados.
En el caso de Vitoria, las prospecciones realizadas por el grupo en al menos tres concejos al Oeste del núcleo urbano –habrá tiempo para conocer las ubicaciones– han permitido confirmar que las fuentes escritas sobre su gran Batalla, un episodio clave de la Guerra de la Independencia, “no suelen concordar demasiado con las materiales”, las arqueológicas.
“Dará que hablar”
“Aunque nos ha costado, hemos encontrado un sector bastante interesante que, creemos, dará que hablar. Parece que los combates se desarrollaron en otras zonas diferentes a las que hoy se tienen por sabidas a partir de libros y testimonios escritos”, avanza Martín en conversación con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
Respecto a los materiales, el equipo ha hallado en este entorno numerosas balas de avancarga, unas esferas de plomo de pequeño tamaño que se usaban como munición en los fusiles de la época, algún botón y, como hallazgo “estrella”, una medalla del Regimiento 71 Highlanders que se otorgaba cuando un soldado cumplía cinco servicios en la unidad. “Mirando los registros sería posible saber qué personas la pudieron llevar”, remarca Martín. En la zona también ha aparecido una baqueta de fusil francés completa, una especie de varilla de hierro larga que se usaba para introducir la bala de avancarga en el cañón.
Ya en Peñacerrada, donde han aflorado alrededor de 300 piezas casi en su totalidad de la Primera Guerra Carlista, Martín y sus compañeros han encontrado un número importante de balas de fusil, granadas e incluso una bala de cañón entera. “Mucha artillería y muy variada”, en palabras del arqueólogo, a la que se han sumado también “alguna moneda aislada, alguna insignia y trozos de armas”.
“En esta zona aún estamos terminando, pero podemos decir que los resultados han sido muy buenos. El campo está muy bien conservado y me choca mucho comprobar que en un lugar hoy en día tan apartado en aquel momento hubo 18 batallones, tropas portuguesas, inglesas… fue un poco el foco de la guerra en aquel momento”, subraya Martín.
De Lutxana a San Marcial
El proyecto arqueológico, financiado por una línea específica del Gobierno Vasco, incluye también la exploración de otros dos campos de batalla, uno ubicado en Lutxana (Bizkaia) –vinculado a la Guerra Carlista– y el otro en San Marcial (Irun), de la Guerra de la Independencia. El grupo abrió el camino el pasado marzo en el primero y se adentrará en el segundo a finales de este julio. Los hallazgos que se produzcan en cada una de estas ubicaciones servirán para ser comparados y, a la larga, construir un relato más completo.
¿Y por qué esa conexión entre dos conflictos a priori separados en la historia? Según detalla Martín, tras la Revolución Francesa, el mandato de Napoleón y la Guerra de la Independencia arrancó un proceso de Revolución Liberal que desembocó posteriormente en “una serie de dicotomías y contradicciones internas” que en no pocas ocasiones terminaban dirimiéndose en el campo de batalla, tal y como sucedió en la Primera Guerra Carlista.
Un conflicto, según el historiador y arqueólogo, que se ha tildado como una disputa meramente dinástica, pero en cuyo seno había “un enfrentamiento entre dos maneras de ver el mundo y entender la sociedad, y dos idiosincrasias”. “Sabíamos que ese vínculo histórico entre los dos conflictos existe, y lo que buscamos ahora, si lo hay, es otro a nivel arqueológico, remarca Martín.
¿Y ahora qué? Según expone el arqueólogo, el grupo se adentrará en una nueva fase que incluirá la limpieza de los materiales, la realización de un inventario con las piezas encontradas, la elaboración de los mapas y del informe posterior, así como la revisión de las fuentes escritas preexistentes para unirlas a los nuevos descubrimientos y “crear un relato lo más comprensible posible”. Se trata, con todo, de un proyecto a más largo plazo, para todo el curso, que incluye numerosas actividades como la realización de un catálogo para el Museo de Armería de Gasteiz, las prospecciones metálicas y esa la labor arqueológica “que han sido la parte central”, así como una “importante” labor de consulta de archivos, de diarios de época y de otras fuentes primarias.
“Hay trabajo para rato y probablemente hagamos más campañas. Ya veremos dónde, porque hablamos de campos de batalla inmensos, como el de la Llanada, y de ejércitos muy grandes”, según apunta el historiador y arqueólogo.