Apenas unos metros de asfalto que dibujan una chicane son suficientes para resumir una temporada de Fórmula 1. Este pequeño tramo de un circuito, el de Monza, guarda en dos giros todo el talento, el potencial mecánico y la ambición de dos tipos decididos a ser campeones, y que ofrecen uno de los equilibrios de fuerzas más emocionantes de la memoria de este deporte. Se conoce como la Variante del Rettifilio, que integra las curvas 1 y 2 del templo italiano de la velocidad. Esta chicane ya conserva su momento histórico. Su imagen icónica. Una estampa del Red Bull de Max Verstappen montado sobre el Mercedes de Lewis Hamilton. Inolvidable reflejo de la igualdad.

Verstappen y Hamilton volvieron a chocar después del polémico golpe en Silverstone, casualmente en otro de los grandes premios con calificación al esprint. En Inglaterra, Hamilton sacudió a Verstappen y el neerlandés terminó saliendo a la puzolana a unos 250 km/h para sufrir un impacto con fuerza de 50G. En Italia el Red Bull acabó reposado sobre el Mercedes tras impactar en la primera chicane de Monza. Los dos McLaren, que brillaban como en otros tiempos, sacaron provecho para firmar un insospechado doblete. Y es que la fábrica británica no lograba una victoria desde Brasil 2012, con Hamilton. Daniel Ricciardo viajó al pasado. Aupó a McLaren secundado por Lando Norris.

Hamilton y Verstappen acudieron al encuentro de la curva 1 calentados por el pasado y el presente. En la primera vuelta del Gran Premio de Italia besaron sus ruedas. Para echar leña al fuego de un año de por sí caliente, a la cita en la vuelta 26 en la Variante del Rettifilio llegaron ambos minados por dos malos pit-stops. Verstappen, que corría segundo buscando un undercut para ganar la carrera, perdió 11,1 segundos al cambiar de neumáticos. Hamilton, que venía de ser cuarto pero corría como líder virtual tras las paradas de los pilotos de delante, cedió 4,2 segundos. Las impasibles matemáticas hicieron coincidir a ambos en el mismo momento y lugar, como una divina expresión de la paridad que ofrece la enconada lucha por el título. Porque en la F-1, una milésima es todo o nada.

El accidente

El accidente se diseñó así: Hamilton, que salía del pasillo de boxes, enfiló la curva 1 por el interior. Verstappen, impulsado por la velocidad cobrada en la recta de meta, se decidió por el exterior para luego ganar el interior al atacar la curva 2. Ambos se juntaron en ese ecuador de la chicane, entre el ángulo 1 y el 2, un campo de batalla. Pero en el acceso al segundo recodo solo había espacio para uno. Era un embudo. Y ninguno aflojó el acelerador. Vencieron las ganas, el orgullo, la osadía... y todos esos calificativos que definen a dos grandes pilotos de espíritu irreductible.

Como ambos andan parejos también en esos intangibles que van más allá del talento y la maquinaria, el resultado fue que el Red Bull se subió a una banana y su coche salió catapultado. Aterrizó sobre el monoplaza de Hamilton, a quien el Halo le pudo salvar de graves consecuencias. Tanto la panza como una rueda del Red Bull golpearon el sistema protector. Los dos coches quedaron varados en la grava. Uno sobre del otro. Inmóviles, a pesar de que Hamilton trató de forzar la marcha para quitarse de encima la máquina rival. Es, probablemente, la imagen del Mundial. Puede que de una época de rivalidad. Inmortal.

La ruina para ambos, porque los dos encontraban argumentos para pensar que podían alterar la clasificación del Mundial, dejó el campeonato como estaba: Verstappen permanece líder con 5 puntos de ventaja sobre Hamilton. Aunque el neerlandés recibió una penalización de tres posiciones para la siguiente carrera.

Las versiones de Verstappen y Hamilton

“Lo que ha sucedido es desafortunado. Sabíamos que iba a estar ajustado en la curva 1. Estábamos muy cerca en la frenada porque me echó hacia afuera; él siguió yendo a la izquierda para estrangularme y hacerme ir fuera de pista”, analizó Verstappen en DAZN. Hamilton, por su parte, comentó en Sky Sports: “Salí (del pasillo de boxes), vi que Daniel me pasaba, Max venía, me aseguré de dejar la distancia de un coche por fuera para él. Entré en la curva 1, estaba por delante, y estaba por delante entrando en la curva 2. Entonces, de repente, se me echó encima. Él no quería ceder. Sabía lo que iba a pasar al entrar en la curva 2, sabía que iba a pasar por encima de los bordillos. Pero aun así, lo hizo”. Dos trazadas en pista, un accidente y dos versiones fuera de ella. Debate servido. La FIA resolvió en favor de Hamilton al considerar responsable a Verstappen.

Desbrozada la competencia a golpe de ambición, Ricciardo, que no ganaba desde Mónaco 2018, y Norris devolvieron a McLaren a los tiempos de gloria. La segunda posición de Norris corrió riesgo por la impresionante actuación de Valtteri Bottas, que terminó tercero después de salir desde la decimonovena pintura de la parrilla. La semana que Mercedes anuncia su salida del equipo, va el finlandés y gana el sábado el esprint de la calificación y el domingo gesta una de sus mayores actuaciones -o la mayor-.

Detrás ganaron plazas principalmente por los abandonos de delante Charles Leclerc, cuarto; Sergio Pérez, quinto; Carlos Sainz, sexto, Lance Stroll, séptimo, y Fernando Alonso, octavo, entre otros. Todos espectadores de un G.P. de Italia que proyectó al mundo cómo una chicane es suficiente para resumir una temporada. Cuando dos pilotos, dotados con sus variables -talento, coche, ambición...-, ofrecen igualdad, los caminos están condenados a encontrarse en una intersección, que fue la Variante del Rettifilio. El equilibrio de los factores que intervienen en la lucha por el campeonato llevó a una pelea en las que no hubo milésimas que pudieran evitarla. Al menos, no esta vez.