También soy de las que dicen que las fiestas empezaban el día de Santiago.

Comida familiar, casi más importante que las de los días de fiestas. Primas, primos, tíos y tías en casa de la abuela materna. Y más que en casa, en "la cocina". Hoy diríamos que era un txoko. Ocupaba casi toda la planta baja, y tenía una mesa enooorme, o eso me parecía entonces. Así sería, pues nos sentábamos todos, con unos sitios más o menos fijos, como en navidades, con los cubiertos del antiguo Café Suizo y con las bromas por los que siempre acababan sentándose en el diván (emoticono con guiño). Recuerdo sobre todo cuando hacía buen tiempo, y entonces sacábamos la mesa a la huerta, debajo de los manzanos y los ciruelos, donde antes de comer había habido sesión fotográfica, rodeados de hortensias, de geranios y de "el lilo". Y con la ropa que ese día tocaba estrenar. La máquina de fotos del aita, y algún año, hasta tomavistas. Poníamos la mesa, y también los bancos, que eran unos maderos "encima de cualquier cosa", ladrillos o tiestos, todo servía. Y todos tan contentos. Hasta llegar a los postres, con copas y champán, que acababan, siempre, con los cánticos del tío Felipe, la tía Glo, la abuela Luisa, la ama y todos los demás. Ahí les dejábamos cantando y hablando de sus cosas de mayores, y nos íbamos los primos a jugar a los avellanos, a subir a la tapia, a andar en dos bicis para todos, a buscar el gato para meterlo donde las gallinas. A pasarlo bien.

Y después del día Santiago, seguían los preparativos para fiestas, que consistían sobre todo en buscar en el armario los trajes de casera que nos había hecho nuestra ama (con la máquina ALFA que este año ha cosido unas cuantas mascarillas€), para soltarles las costuras del bajo kilométrico que se alargaba mágicamente todos los años. Las abarcas siempre se quedaban pequeñas, y eso sí que era imposible de arreglar. Así que después de heredar las de mi hermana, seguían de ronda pasando de primas a primos sucesivamente. Al final, creo que acabamos pasándonos a las alpargatas (¿compradas en Landaluce?), más baratas, y que, importante, podíamos ponernos sin medias, en julio y agosto. Menos mal.

Este año ya he comprado dos pares, y no han podido esperar a estrenarlas en Santiago. Tenían más ganas de salir que otros años, eso parece.