Las legumbres son un superalimento con un perfil nutricional excepcional que las convierte en una de las mejores opciones para una alimentación equilibrada y saludable. Su riqueza en proteínas vegetales, fibra, vitaminas y minerales las sitúa en el centro de una dieta saludable, aportando beneficios que van más allá de la simple nutrición. Pero, además de su valor nutricional, las legumbres tienen un impacto positivo en el medio ambiente ya que fijan nitrógeno de manera natural, lo que las convierte en un súper cultivo con un papel fundamental en la sostenibilidad agrícola.
Las legumbres tienen un impacto positivo en el medio ambiente ya que fijan nitrógeno de manera natural lo que reduce la necesidad de fertilizantes químicos y mejora la calidad del suelo
En este contexto, Garlan tiene muy claro el camino de cómo hacer las cosas. Esta cooperativa alavesa, formada en 1986 y principalmente cerealista, también trabaja en la promoción y desarrollo de legumbres de alta calidad como la alubia pinta alavesa, la alubia arrocina, el garbanzo pedrosillano —todos ellos con el sello Eusko Label, que certifica la calidad de origen y una calidad superior— y el haba txiki —con distintivo Euskal Baserri, que acredita su origen en Euskadi—. El enfoque integral de la cooperativa en la producción de legumbres no solo garantiza productos de alta calidad, sino que también apoya prácticas agrícolas sostenibles que benefician al medio ambiente.
Tal como afirma María Alcántara, responsable de Legumbres y Calidad en Garlan, “el papel de los agricultores y agricultoras es clave porque al final las legumbres tienen un ciclo de vida muy corto. Se siembran en torno a mayo y se recogen en septiembre y octubre por lo que hay que estar muy pendiente del cultivo. Tanto el trabajo de los productores, como el de los técnicos que les asesoran, es fundamental durante esos meses”.
Sostenibilidad en el campo y en la planta de producción
Además de sus beneficios nutricionales, las legumbres tienen un impacto positivo en la agricultura y el medio ambiente. Las leguminosas requieren menos recursos hídricos que otros cultivos y tienen la capacidad de fijar nitrógeno en el suelo, lo que reduce la necesidad de fertilizantes químicos y mejora la calidad del suelo.
En este marco, Garlan ha implementado técnicas avanzadas en el cultivo y selección de legumbres, utilizando métodos que ayudan a preservar la biodiversidad y promueven el uso eficiente de los recursos. “En los garbanzos no se usan herbicidas sino un cultivador que quita las malas hierbas de forma mecánica. Y, por ejemplo, en las alubias ponemos trampas de feromonas para hacer conteos de vuelos de posibles plagas; sólo en el caso de que haya una presión significativa que ponga en riesgo el cultivo es cuando se hacen las recomendaciones con otros productos”, detalla Alcántara.
“En los garbanzos no se usan herbicidas sino un cultivador que quita las malas hierbas de forma mecánica"
También en la planta de producción se realizan acciones a favor de la sostenibilidad a través del ecodiseño, haciendo que todos los envases para el retail sean de papel y plástico, siendo la parte papel mucho más significativa que la del plástico. “Todos los envases son totalmente reciclables”, afirma la responsable de Legumbres. Otra vía en el camino hacia la sostenibilidad es aprovechando lo mejor posible los subproductos, reduciendo así los desperdicios. Para ello, la cooperativa trata de destinar todas aquellas legumbres —cuyo consumo es completamente apto pero no cumplen el tamaño o color fijado por los sellos de Eusko Label— a otro canales de venta como la industria harinera o a causas solidarias.
Las legumbres son un superalimento y un súper cultivo que ofrecen beneficios tanto para la salud humana como para el medio ambiente. La actividad de Garlan en este campo es un ejemplo de cómo la innovación y el compromiso con la sostenibilidad pueden transformar la agricultura y promover prácticas que beneficien a la salud y al planeta.