os últimos rebrotes con el preocupante aumento de contagios por covid-19 en Euskadi no solo nos recuerda que el virus sigue entre nosotros y que es sumamente peligroso para nuestra salud, para el sistema sanitario y para la activación económica y la generación de riqueza -es decir, para nuestro bienestar- sino que es cada vez más urgente contar con todos los instrumentos y la mayor solidez institucional posibles para hacer frente a la pandemia en todos sus complejos frentes. Euskadi acumula ya cinco meses -desde el 10 de febrero-, incluidos los momentos más duros de la pandemia y de la crisis económica derivada de ella, en una situación política precaria, con el Parlamento disuelto y el Gobierno, por su carácter provisional, sin la fortaleza y capacidad decisoria y presupuestaria necesarias en una coyuntura de singular gravedad. Tras la celebración de las elecciones el pasado domingo y conocidos los resultados definitivos, resulta especialmente urgente la formación de un nuevo gobierno lo más sólido posible, que aporte la estabilidad necesaria y fije las prioridades y las políticas y dotaciones presupuestarias para afrontar con garantías los duros y complejos retos a los que se enfrenta la sociedad vasca en asuntos clave como la sanidad, la educación, la reactivación económica y el empleo y el blindaje de los servicios sociales, entre otros. En este contexto, arrancan hoy, solo ocho días después de los comicios, los contactos entre el PNV -ganador sin discusión en las urnas y que ha ampliado aún más su respaldo- y el PSE con vistas a una posible negociación para la reedición del gobierno de coalición. Los jeltzales ya han expresado que esa es su primera opción e incluso para acelerar el proceso han descartado de momento una ronda con el resto de partidos, mientras que los socialistas -probablemente como parte de su posición negociadora- dejan una puerta abierta a un pacto de legislatura sin su entrada en el Ejecutivo. Aunque, obviamente, la fórmula de la coalición -que ha funcionado en el Gobierno y sigue vigente en las diputaciones, las capitales de la CAV y numerosos ayuntamientos- parecería la más estable y sólida, es fundamental que ambas formaciones actúen con responsabilidad, generosidad, altura de miras y objetivos y prioridades claros. Con urgencia, pero sin pasos en falso.