a innovación en nuestros días es el motor del desarrollo y el progreso, pero además, bajo su prisma se engloba también un componente social. Ello en el sentido de apostar por modelos de innovación que respondan a los retos que tenemos como sociedad y a alcanzar los niveles de bienestar deseados.

En Euskadi, el ecosistema de la innovación se está nutriendo de modelos empresariales con arraigo social e iniciativas y prácticas ciudadanas implicadas con la generación de valor público. El objetivo es mejorar nuestras ciudades y hacerlas más sostenibles y para ello, las urbes son los espacios clave para liderar una innovación inteligente que ayude a este fin. Dado que en ellas vive el 60% de la población mundial, de su buen funcionamiento depende en gran medida el futuro del planeta.

A diferencia de la investigación tradicional, la innovación urbana sitúa al ciudadano en el centro. “Es la combinación entre nuevas prácticas, soluciones y servicios que permiten adaptar y anticipar los procesos de cambio que tienen las ciudades. En esta concepción, los ciudadanos son los principales impulsores del cambio, mientras que la innovación facilita la implementación de las nuevas soluciones”, explican expertos como Ignacio Aresti, director de Medioambiente de Ferrovial Servicios en la zona norte.

Aportar soluciones de innovación urbana va mucho más allá de incorporar nueva tecnología. Para que esa innovación sea inteligente es necesario incluir a la ciudadanía. Es decir, los ciudadanos pasan a ser parte esencial en la solución de los nuevos retos urbanos y para avanzar es necesario conocer sus comportamientos y motivaciones e implicarles en las soluciones.

Esta innovación inteligente y abierta se está liderando desde Euskadi por empresas punteras que están desarrollando experiencias piloto e investigaciones en colaboración con instituciones de prestigio, tal es el caso de la Universidad de Deusto.

Especialistas como Aresti, que conocen bien cómo se está desarrollando este proceso de innovación con la ciudadanía, lo detallan así: “Se empieza con la selección de un reto. Por ejemplo, aumentar las tasas de reciclaje, mejorar la movilidad urbana y aumentar la sensación de limpieza, teniendo en cuenta la involucración ciudadana. Para ello, lo primero es afrontar una investigación en profundidad del ciudadano, aplicando metodologías desarrolladas con las universidades más punteras y con consultoras de innovación”. A su modo de ver, esto les aporta, primeramente, la identificación de las necesidades ocultas de la ciudadanía; en segundo lugar, la identificación de las palancas emocionales que llevan al ciudadano a hacer realmente un cambio; y, en último término, las propuestas creadas directamente por la ciudadanía para transformar servicios”.

Todo este proceso innovador se está traduciendo ya en proyectos y herramientas que están funcionando muy cerca de nosotros. Un ejemplo es Dugud, la app creada por el Ayuntamiento de Getxo y Ferrovial Servicios que premia a las personas que reciclan y a la vez implica al comercio local impulsando la economía circular y de proximidad. Se activa de esta forma una mayor corresponsabilidad ciudadana, además de aprender a separar bien los residuos mediante juegos, catálogo de soluciones de reciclaje, noticias, etc., a través de la app.

En este municipio vizcaino, más de 300 personas han probado esta innovación con un proyecto piloto que ha servido para mejorarlo y tenerlo preparado para su lanzamiento en otras ciudades.

Con todo, el objetivo final es mejorar nuestras ciudades y hacerlas más sostenibles implicando a la ciudadanía y favoreciendo un cambio de hábitos necesario para el buen funcionamiento de los diferentes servicios.