Vitoria - Ni hubo fumata blanca ni se cumplieron las expectativas. Al menos por el momento. La segunda reunión de la comisión negociadora de Mercedes celebrada ayer se saldó con un jarro de agua fría que vuelve a poner de manifiesto el enquistamiento que de un tiempo a esta parte existe entre la empresa y sus trabajadores. De fondo, una modificación sustancial del convenio colectivo para hacer frente a las dificultades que atraviesa el sector y, especialmente, evitar tener que aplicar en la planta de Ali Gobeo medidas de carácter traumático como un expediente de regulación. Pero ni por ésas. La empresa, representada ayer por su director de Recursos Humanos, Rodrigo Navarro, insistió en la necesidad de ampliar la bolsa de flexibilidad -ya agotada- en tres días (26 horas de trabajo hasta las 170 horas negativas de la bolsa de referencia) con una caducidad de finales de 2020 para superar el “bache coyuntural” del programa de producción actual.
La plantilla, sin embargo, y ante lo que considera falta de información concreta y ausencia de garantías tanto en términos de programa como de empleo no ya solo para el año que viene sino incluso para lo que resta de este 2019, se plantó prácticamente en pleno ante la dirección y rechazó la oferta. “Consideramos innecesario ningún aumento de bolsa con la información actual”, resolvió el presidente del comité, Igor Guevara. Al respecto, la propia dirección reconoció carecer de información adicional antes de insistir con vehemencia, probablemente porque la paciencia de Alemania en todo este asunto está ya en un punto crítico, que la ampliación de la flexibilidad continúa siendo necesaria para evitar tener que tomar otra serie de alternativas más traumáticas.
En este escenario de tensión, el comité se mantuvo firme en su decisión y aseguró no estar dispuesto a entregar un cheque en blanco a la empresa sin tener toda la información bien atada. Indicadores, por ejemplo, como el programa definitivo previsto para este año, la garantía del empleo, las perspectivas para 2020 o el estado del pedido de 1.350 furgonetas que la empresa anunció hace semanas y del cual no se conocen aún más detalles. “Lo que Mercedes nos pide a los 5.000 trabajadores que formamos su plantilla es un ejercicio de fe y confianza ciegas para fiarnos de su gestión sin ningún punto de concreción y sin tener nada claro el horizonte, y eso es claramente inaceptable”, criticó un representante sindical.
En esta línea, UGT reforzó su rechazo a la oferta que Mercedes presentó el pasado 26 de septiembre transmitiendo su disconformidad con la gestión realizada por parte de la dirección que encabeza Emilio Titos a lo largo del año con el asunto de la flexibilidad. “Culpamos a la dirección de las futuras decisiones que tome como consecuencia de la pésima gestión que ha llevado a cabo en los últimos doce meses”, se significó esta central.
En este contexto, la inseguridad e inquietud que hace unos días parecían haber pasado a mejor vida tras la esperanzadora propuesta de la dirección -cabe recordar que incluso el propio comité llegó a calificarla como “mucho mejor de la esperada”-, vuelven otra vez a la casilla de salida. Esa misma que explotó el pasado verano con el llamado dieselgate y que continúa extendiéndose ahora por toda Europa como consecuencia de una prolongada caída de las ventas.