Vitoria - En esa imparable nueva revolución industrial llamada electrificación, Europa parece haber llegado a un punto sin retorno. Después de haber dado prácticamente por perdida en 2016 la carrera por la nueva batería que dominará el mundo ante ese gigante llamado China, el escenario ha cambiado. El Viejo Continente parece haber recuperado la fe y la irrupción de fábricas para ensamblarlas a gran escala es solo cuestión de tiempo. Según Thore Sekkenes, uno de los mayores expertos en este campo, Europa necesitará unas 30 gigafactorías en el año 2025 y otras 350 más en 2050 para satisfacer una revolución que ya ha comenzado y que pivota sobre la base de ser la alternativa, por fin, a los combustibles fósiles, altamente contaminantes y finitos . “Si hacemos las cosas bien, en tres años podemos superar a otra potencia en este campo como Estados Unidos en cuanto a producción de baterías”, animó el director del programa Industrias de la Alianza Europea de Baterías el pasado jueves en el Parque Tecnológico de Álava, adonde acudió como invitado en la jornada Batteries Summit 2019, organizada por el CIC energiGUNE y avalada por la presencia de algunas de las mentes más disruptivas del momento en este campo.
Entre ellas se pudo ver a Kristina Edström, probablemente la ejecutiva más influyente a la hora de fijar los objetivos de Europa en su particular carrera en favor de la electrificación. Coordinadora del proyecto Battery 2030+ y segura de que el momento para los Estados de la Comisión Europea parece haber llegado, no tardó la profesora en cautivar a los 150 participantes presentes conminándoles a “inventar las baterías del futuro con urgencia” para que el estratégico sector de la automoción eléctrica, especialmente, no se enfrente a un grave problema. “Hasta ahora han sido muchas las iniciativas que se han desarrollado en Europa pero siempre de una forma fragmentada, por eso es importante que a partir de ahora todas converjan en una única vía para que la coordinación pueda ser realmente eficiente”, reconoce Edström en un encuentro con este periódico. En este empeño, la necesidad de avanzar en el desarrollo de nuevas tecnologías “disruptivas” que garanticen una posición competitiva en la cadena de valor de la industria de la automoción eléctrica se antoja inapelable si Europa pretende reducir el desfase que mantiene respecto a países como China o Estados Unidos. Y por ahí desliza la profesora de Química inorgánica en la Universidad de Uppsala (Suecia) algunos de los proyectos que podrían marcar el camino como la instalación de sensores en las propias baterías o la identificación de materiales autoreparables.
una legislación que lastra A juicio de todos los expertos presentes en Miñano, el conocimiento y el tejido industrial que Europa tiene para subirse con garantías a este nuevo tren son indiscutibles, de ahí que la CE haya decidido subir la temperatura de la caldera con el fin de acortar el gap existentes respecto a otras economías. En ese contexto de máxima exigencia, también la Comisión deberá hacer sus deberes, especialmente en el apartado burocrático, uno de los principales lastres competitivos respecto a un país más anárquico en este sentido como China. “En Asia normalmente los planes de negocio son a muy corto plazo y están muy bien definidos, sin embargo en Europa nos falta concreción. Es cierto que tenemos una normativa más restrictiva que la china, por ejemplo, pero esto responde a que antes de tomar una decisión se analizan cuestiones sensibles que pueden afectar al medioambiente o la ética, lo cual retrasa los plazos y, de forma evidente, penaliza la competitividad ”, reconoce Edström.
Esa tremenda desventaja cobra todo su sentido, por ejemplo, cuando se analizan los costos a la hora de abrir una mina para la extracción de litio o cobalto, materiales fundamentales en las celdas de las baterías. Mientras que en territorio europeo se tarda una década en obtener los permisos necesarios, en China los plazos se reducen a dos años, lo que evidencia la situación de inferioridad. Así y todo, Europa no se rinde y estaría ya trabajando en la extracción de estos materiales a través de minas en Alemania e incluso en España, que habría identificado un emplazamiento en Cáceres, según desvela Raquel Ferret, directora de Desarrollo de Negocio del CIC energiGUNE, en cuya hoja de ruta también se contempla una estrategia clara de reciclaje o reutilización para definir el futuro de las viejas baterías cuando éstas ya sean inútiles.
Más allá de esa legislación excesivamente lenta que lastra y penaliza, cabría añadir otro déficit general como es la falta de investigación aplicada que Europa ha demostrado en las últimas décadas, lo que ha abierto la veda a que economías mucho más ágiles y flexibles se lleven la gloria de los prototipos primero y la fabricación en serie después. Esta fotografía no es nueva para Europa, que ya en su día fue capaz de desarrollar una serie de patentes estratégicas en el campo de las baterías que posteriormente se vendieron a Japón y de ahí a China, que fue quien solo tuvo que interpretar los planos para alcanzar un éxito que aún perdura.
El 96% de las celdas de baterías se producen a día de hoy fuera de Europa, lo que deja a sectores industriales como el de la automoción en una posición de desventaja y peligro notable. “Quizá haya llegado el momento de que actuemos como una única voz en lugar de que cada estado haga la guerra por su cuenta...”, sugiere la profesora Edström desde la experiencia que le confiere estar al frente de un consorcio como el Battery 2030+ en el que trabajan codo con codo universidades, asociaciones y centros de investigación como el propio CIC, para el que no escatima elogios: “Es increíble lo que están desarrollando en Miñano. Lo sé porque estuve aquí cuando se inauguró y he seguido su trayectoria desde entonces, desde que se vio que había un esfuerzo muy grande por atraer talento de todo el mundo para conformar un buen equipo de investigación y un interés real en trabajar, como en Suecia, muy de cerca y en cooperación con la industria. Y eso es algo muy poco habitual en Europa, por eso es admirable y por eso hoy en día el CIC es uno de los jugadores internacionales más relevantes en el ámbito del almacenamiento energético”.
más programas de I+D ¿Y cómo deberían ser las baterías del futuro?, se le interpela a la profesora. A tenor de lo escuchado el jueves en la Cumbre del ecosistema europeo de las baterías, la hoja de ruta ofrece claves que apuntan hacia baterías con más autonomía, más inteligencia y seguridad, más eficiencia y, por descontado, menos coste. “También la densidad energética que tienen, la reducción de su tamaño y la mejora a la hora de fabricarlas para que sean sostenibles en el tiempo. El desafío es tremendo”, abundan los expertos.
Para alcanzarlo con éxito, la Comisión Europea ha lanzado al mismo tiempo que el Battery 2030+ otra serie de programas similares como el Batteries Europe y el European Battery Allinace, todos ellos comprometidos con la investigación a todos los niveles para identificar nuevas aplicaciones y mercados que impulsen la industria europea.