Vitoria - En cuestiones como la innovación, afortunadamente hace ya mucho tiempo que las empresas asumieron dicho peaje no ya como una obligación sino como una fabulosa oportunidad. Una manera de seguir creciendo en el tiempo a partir de una forma de hacer empresa más sostenible y competitiva. El tejido industrial alavés no fue una excepción. Asumió el mensaje con firmeza e instauró programas y desarrollos dedicados exclusivamente a la I+D hasta el punto de que a día de hoy es rara la pyme de mediano tamaño que no mantenga una estructura o un equipo destinado a cuidar la innovación, a la que se suele dedicar un porcentaje de la facturación anual siempre inferior a los dos dígitos. “En un mercado ya globalizado, es la única manera de continuar siendo competitivo”, señalaba recientemente en este sentido Feli Markinez, socio fundador y actual presidente de Dorlet, un desarrollador y fabricante de sistemas de control de accesos así como integrador de soluciones de seguridad que goza de un reconocido prestigio en Europa. “O innovamos por sistema o nos quedamos fuera del tablero. La transformación digital se mueve a tal velocidad que no puedes seguir siendo competitivo si no estás a la última”, insistía Markinez, responsable de uno de los 113 proyectos alaveses que acaban de recibir ayuda por parte del programa foral Alava Innova, que este año han alcanzado 1,2 millones de euros.

Impulsado al 50% por los fondos europeos FEDER, este tipo de ayudas actúan como una catapulta en favor de la innovación, poniendo el foco en esta última edición en la fabricación avanzada, la energía y las biociencias, ejes, por cierto, de la Estrategia de Especialización Inteligente (RIS-3) impulsada por el Gobierno Vasco. Analizados los datos, la subvención media que cada empresa ha recibido en la presente convocatoria ha alcanzado los 11.574 euros, teniendo la gran mayoría de las firmas beneficiadas -el 82%- una plantilla de menos de 50 personas.

En la parte práctica, las ayudas han permitido dar impulso este año a diversidad de productos. Desde convertidores e inversores de potencia hasta envases aligerados (Envases Metalúrgicos de Álava), lentes intraoculares (AJL Opthalmic), productos de limpieza industrial (A&B Laboratorios) o productos de alta cosmética como los que elabora la vitoriana María Unceta-Barrenechea en su empresa, Laboratorios María D’uol, fundada en 1992 y especializada a día de hoy en el desarrollo de una línea completa para oncología. En estos momentos son 12 las personas que trabajan en su sede del polígono de Oreitisaolo.

impulso a la industria 4.0 También Ditrel, pyme con sede en Jundiz que gestiona otra alavesa como Eli Fernández, ha recibido apoyo por parte del programa foral y del Fondo Europeo de Desarrollo Regional. En su caso, para seguir desarrollando un conector submarino en el ámbito de las Energías Renovables Marinas que permitirá evacuar la energía que se producen en instalaciones flotantes como un aerogenerador off shore, por ejemplo, de forma mucho más rápida y económica. Después de buscar el aliado perfecto para avanzar con este proyecto (Tecnalia) y destinar cuatro años de intenso trabajo de I+D, el conector submarino es ya una realidad que está ya en fase de comercialización.

Como no podía ser de otra forma, también la industria 4.0 ha estado presente en esta convocatoria. Así, por ejemplo, la fabricación aditiva en sectores aeronáuticos y médicos ha sido el eje sobre el que ha pivotado la tecnológica que Gaizka Grajales dirige en Miñano, Mizar Additive Manufacturing, una pyme volcada en la I+D que en la última edición de la feria +Industry presentó el desarrollo de un novedoso material compuesto para su aplicación en la industria aeronáutica. Un material que combina nylon y fibra de carbono para lograr una mayor resistencia a la flexión y la relación rigidez/peso de cualquier material que ya permitiendo el desarrollo de utillajes ergonómicos que permiten a los operarios no tener que cargar con pesos innecesarios.

nanohidrogeles inteligentes Por su parte, el uso de la visión artificial a la hora de posicionar y marcar herramientas ha corrido a cargo de Egamaster, una pyme familiar fundada en 1990 que Aner Garmendia ha conseguido mantener entre los referentes del sector de la máquina herramienta. Con sede en Jundiz, destina cada año entre un 7% y un 9% a la I+D, estrategia determinante en la cooperativa de científicos I+Med, que también han tenido acceso a la línea de ayudas foral. En su caso, por su impecable trayectoria en el ámbito de la Biotecnología desde que sus fundadores -Manu Muñoz, Raúl Pérez, Iñaki López y Sergio Cadernio- soltaran amarras hace seis años desde el programa Inizia de la UPV/EHU. Luego de un rastreo consumado del mercado, estos cuatro emprendedores pusieron el foco en un nicho altamente especializado como los nanohidrogeles inteligentes, una suerte de medicina personalizada donde las dosis controladas de medicamentos a la hora de ser aplicadas sobre las personas constituían el elemento nuclear del proyecto. La idea de aquellos cuatro científicos locales fue ganando prestigio y músculo hasta convertirse hoy en una referencia incontestable en el sector BIO con unas cuentas más que saneadas, una plantilla que asciende ya a 30 profesionales -el 70% mujeres- y unas perspectivas de crecimiento sumamente interesantes. Su actual cuartel general, situado en el Parque Tecnológico de Álava, hace ya tiempo que se les quedó pequeño, por lo que la búsqueda de un nuevo emplazamiento es una de las cuestiones más apremiantes en el plan estratégico de esta empresa alavesa.