bilbao - La transformación tecnológica de la industria es la gran oportunidad para emprender en Euskadi. Es la tesis de María Saiz, que dirige el máster de Emprendimiento y Dirección de Empresas de la UPV/EHU y lidera el estudio GEM que elaboran las universidades vascas junto a las principales instituciones. Atiende a DNA en la Universidad de Deusto después de presentar su último informe.

La tasa de emprendimiento en Euskadi, es decir, el porcentaje de población (entre 18 y 64 años) que pone en marcha un negocio, es del 5%, con una ligera bajada en 2018. ¿Hay que preocuparse?

-Es el indicador que siempre hemos tenido. Lo irregular fue la bajada que tuvimos en época de crisis. En 2017 hubo una explosión optimista que sí es verdad que el año pasado ha bajado un poco como derivada de que la economía vuelve a paralizarse. La buena noticia es que seguimos por encima del 5%, que es el nivel que hay que mantener. Eso sí, siempre dando prioridad a la calidad y la solidez de los nuevos proyectos.

Hace meses que suenan tambores de desaceleración económica. ¿Afecta al emprendimiento?

-Eso se traduce en términos de miedo. No es que haya menos emprendimiento que el año pasado, lo que vemos en los viveros universitarios es que hay gente que ha preferido esperar. Siguen trabajando en su modelo pero dejan para más adelante la constitución del negocio. Ese miedo a una vuelta atrás en términos económicos retrasa la decisión de emprender.

Sin embargo, los datos del GEM dicen que el ecosistema para abrir un negocio ha mejorado.

-Sí, la percepción es global. Somos una sociedad crítica y cuando se reconoce el ecosistema es que hay percepción de que se están haciendo las cosas bien. La parte educativa y cómo se ve el hecho de ser emprendedor cuando eres joven desde la familia, por ejemplo, pues explica un poco los límites que tenemos como sociedad a la hora de emprender.

¿Qué está fallando?

-Hay que incidir desde la educación primaria y la secundaria. Yo misma veo en mis alumnos que la primera vez que oyen la palabra emprender es en tercero de carrera. Es demasiado tarde. Si hubiera una sensibilización anterior al hecho de innovar, ser creativo, puedes equivocarte... La educación está muy enfocada a no equivocarte. Esa motivación para asumir riesgos desde niños creo que es clave.

¿Solo emprende el que estudia empresariales?

-Al revés. Formamos tanto en riesgos a los que estudian empresariales que eso hace que también tengan más miedo. Los que más emprenden son los de carreras técnicas como ingenierías, biotecnologías... Están formados en saber hacer, no en riesgos. Su motivación es que la sociedad pueda usar aquel avance técnico o científico en lo que han estado trabajando.

Se trata de proyectos que llevan detrás una alta cualificación.

-Sí. Son servicios asociados a conocimiento, resultado de los programas que se están poniendo en marcha en emprendimiento tecnológico alrededor de la industria. En ese terreno en Euskadi somos muy fuertes. Hablamos de ciberseguridad, comunicación o industria 4.0.

La industria afronta una nueva transformación tecnológica. ¿Hay que poner ahí el foco?

-Sí. A ver, también es necesario abrir bares, no solo de tecnología vivimos. Pero la industria es una de nuestras fortalezas. Es importante que se incida en favorecer la transferencia de tecnología desde la universidad a la empresa, porque eso hace competitiva a una startup. No hay forma de copiar el conocimiento realizado durante diez años en un laboratorio universitario.

¿Cómo estamos respecto a Europa?

-Nuestro ecosistema industrial es muy parecido al alemán y debemos orientarnos ahí incrementando la inversión en I+D. No queremos tener mucho emprendimiento como en la parte mediterránea en la que hay muchos negocios que abren y cierran en función de los altibajos del turismo. Nuestro modelo es el alemán, con una industria potente y negocios alrededor a los que les cuesta nacer pero que luego son mucho más duraderos.

Cada vez hay más mujeres emprendedoras.

-Sí. Además estamos en una senda muy homogénea en los últimos años. Los hombres varían más su comportamiento emprendedor, pero en el caso de las mujeres hay un crecimiento constante. Hay más estabilidad en el emprendimiento femenino.

Pese a la mejora del entorno económico el número de autónomos vascos sigue sin crecer. ¿Cuesta consolidar los proyectos?

-En Euskadi el cierre empresarial es menor que en otros entornos. Emprendemos comparativamente menos pero cuando emprendes lo haces con más decisión para no cerrar. Diría que más que consolidar lo que cuesta es crecer en términos de empleo. Tener recursos suficientes para contratar es clave para hacer crecer el proyecto y eso está costando.

¿Hace falta más apoyo desde el sector financiero?

-La digitalización abarata los procesos. Hoy día todo lo puedes hacer on line. Eso reduce mucho el capital inicial necesario para echar a andar. Se puede arriesgar con menos riesgo financiero. Pero sí, la banca tiene que apostar más por la parte emprendedora, hace falta más esfuerzo.