vitoria - Una de las claves más extendidas en los últimos tiempos sugiere que para un empleado quiera continuar en su empresa se debe hacer todo lo posible para que sea feliz y, especialmente, que se sienta valorado. Y en este punto, el salario emocional cobra cada vez más fuerza no ya solo a la hora de atraer nuevo talento sino para retener el que ya se tiene. Según Randstad, el salario emocional importa tanto o más que el sueldo tradicional, lo que da una idea del cambio de coordenadas de las nuevas generaciones, demandantes de valores como la conciliación, las ayudas en la crianza, la flexibilidad, la promoción profesional, los espacios para el descanso o, incluso, el contar con un servicio de nutricionista en la oficina. “Todo este tipo de cosas ayuda a generar un mejor ambiente y a que la motivación de la gente no decaiga”, reconoce Ángel Villa junto a uno de los frigoríficos en el office de su empresa.
Una comodidad en detrimento del clásico vending que ofrece fruta fresca, lácteos, galletas, embutido, café, refrescos e incluso cerveza para los momentos de asueto. Todo a disposición de los trabajadores, que además disfrutan de formación en idiomas a la carta o bonos para el gimnasio. Un compromiso asumido por parte de los jefes que refleja la “madurez” de una plantilla que no necesita estar supervisada. “La libertad y el compromiso son la clave de todo; esto no es ninguna guardería y todos ya somos mayores. Se trata de realizar nuestro trabajo de la mejor de las maneras posibles y en el mejor tiempo”, concluye Villa portátil en mano. Hoy toca apuntarse a la comida de todos los viernes, que es tan voluntaria como concurrida. “Así llevamos diez años”. - A. Goñi