Vitoria - Sectores como el aeronáutico o la automoción son especial, e históricamente, sensibles al petróleo, especialmente a las abruptas fluctuaciones que suelen sufrir como consecuencia del juego de mercados. Por eso en la hoja de ruta de ambas ramas industriales, la obsesión por reducir esta dependencia, o cuando menos minimizarla, pasa por ser capaz de construir vehículos y aviones cada vez más eficientes y desde luego menos pesados, lo que en la teoría ayudaría a reducir su consumo de combustible. Teniendo en cuenta que las previsiones en el sector aeronáutico estiman que los próximos veinte años habrá una demanda de más de 35.000 aviones que reemplazarán a los más antiguos y menos eficientes, la aspiración en cuanto a cómo conseguir aparatos más ligeros representa un reto extraordinario.
Pues bien, en este contexto tendrá lugar en Vitoria entre los próximos 8 y 10 de mayo una nueva edición del congreso ESAFORM, considerado como la cita de referencia mundial en el ámbito de la transformación de materiales. Un encuentro organizada por la Escuela Politécnica Superior de Mondragon Unibertsitatea que reunirá más de 250 trabajos científicos de expertos mundiales de los ámbitos industrial y científicos procedentes de 34 países con el objetivo de difundir la información tecnológica más relevante así como las últimas investigaciones y logros conseguidos a nivel mundial.
Durante los tres días que durará esta conferencia internacional, que este año celebra su XXII edición y tendrá lugar en el Palacio de Congresos Europa, se discutirán y examinarán los últimos avances en cuanto a la fabricación de todo tipo de materiales (metales, polímeros, cerámicas y composites), procesos, escalas (nano, micro, macro y meso) y enfoques. Variables todas ellas clave para la industria vasca, pues el 35% de la actividad que llevan a cambo empresas vinculadas a la aeronáutica, automoción, máquina-herramienta o siderurgia está relacionada directamente con la metalurgia, donde la naturaleza e influencia de los materiales es determinante. En lo que atañe a la automoción, sin ir más lejos, la reducción del peso de los automóviles -especialmente su chasis- está posibilitando una autonomía cada vez mayor en los vehículos eléctricos, donde los nuevos materiales y procesos de fabricación son a día de hoy un aspecto muy importante en cuanto a la mejora de su rendimiento. Algo muy parecido a esta realidad también sucede con los aviones, donde la eficiencia energética de los propulsores es un hecho gracias a la aparición de materiales de nuevo cuño capaces de trabajar a temperaturas más elevadas y procesos de fabricación capaces de transformarlos.
Componentes y productos de alto valor añadido, en definitiva, capaces de ir de la mano y respondiendo a las necesidades del mercado, especialmente receptivo a la hora de transformar las tendencias y procesos más clásicos.