BILBAO- El presidente de la Federación Vizcaina del Metal (FVEM), José Luis López Gil, defiende la necesidad de cambiar el modelo empresarial en el País Vasco ante los retos del siglo XXI a través de la búsqueda de “una mayor implicación y participación” de los trabajadores en su funcionamiento, y decisiones desde una “corresponsabilidad” y “mayor transparencia interna”.
López Gil intervino ayer en el ciclo de conferencias organizadas por la Cámara de Comercio de Bilbao, bajo el título de Los viernes de la Cámara, y disertó sobre Un nuevo modelo de empresa para el siglo XXI, en la que también intervino el presidente de la Fundación Arizmendiarrieta, Juan Manuel Sinde, quien trasladó la necesidad de apostar por un concepto de gestión empresarial “menos jerárquico y más participativo”.
El máximo responsable de la histórica Federación del Metal, José Luis López Gil insistió en que el papel que las personas van a jugar dentro de las empresas para mejorar su competitividad va a ser “primordial”, al igual que la captación y retención del talento, “un factor crítico” en la actualidad en la empresa vasca.
El presidente del Metal de Bizkaia recordó que la principal preocupación entre las empresas del sector “el desarrollo tecnológico y técnico de sus competidores”. Por ese motivo, insistió en que “el capital humano es muy difícil de copiar por un competidor y, además, las personas siempre multiplican el potencial de las tecnologías”.
En ese sentido, López Gil llamó a “superar la visión tradicional del mundo de la empresa” porque se sigue “negociando convenios colectivos con textos de hace 20 años a los que se cambian cuatro puntos”.
El máximo responsable de FVEM reclamó la implantación del concepto de flexibilidad tanto en las relaciones laborales como en la actividad de las empresas, “una flexibilidad que debe ser pactada y negociada”.
Entre los problemas a los que se enfrentan las empresas, principalmente para cubrir determinados puestos, el empresario vasco citó la distancia que separa “lo que necesitan las empresas y la formación de los candidatos disponibles en el mercado, que no coinciden”.
En ese punto mencionó la “sobrecualificación” como uno de los problemas a solucionar, y apuntó que sigue haciendo falta cubrir “puestos de personal cualificado, pero analógicos, que no se están cubriendo a día de hoy en determinados perfiles”.
López Gil indicó que hablar de aumentar la productividad “es un concepto que les cuesta asumir a los sindicatos” y afirmó que, desde su punta de vista, las subidas de los salarios en las empresas debería estar ligadas a la productividad y no al IPC”.
Pero para que eso sea posible es preciso, reconoció el empresario, “la construcción de una mínima confianza mutua para avanzar en el ámbito de la participación en el rumbo de la empresa, y mejorar su competitividad requiere implicar a los trabajadores pero también asumir la “corresponsabilidad”, y, “aquí tenemos el inconveniente en las mesas de negociación de que a algunos no les gusta eso de la corresponsabilidad”.
Finalmente, López Gil se mostró partidario de “utilizar la transmisión directa a las plantillas, sin intermediarios, cuando haya que informar sobre temas relevantes para el rumbo de la empresa, siempre desde el respeto al papel que juegan los comités de empresa” aclaró.
Más información En la necesidad de aumentar la información puesta a disposición de las plantillas por parte de la empresa coincidió con el presidente de la Fundación Arizmendiarrieta, Juan Manuel Sinde, quien afirmó que “la clave de bóveda de la nueva empresa del siglo XXI pasa por adoptar una política de transparencia informativa con la transmisión de información regular al trabajador sobre las políticas de la empresa, sin confundir comunicación con información”.
El modelo defendido por Sinde es la “síntesis entre una visión humanista en las relaciones con los trabajadores y la aplicación del conocimiento moderno”. Asimismo, destacó la inversión en formación continua y políticas retributivas que favorezcan la cohesión social y reinvertir el 50% del beneficio. - E.P.