vitoria- La economía vasca creció el año pasado un 2,8%, en línea con la última previsión, a pesar de que la cruzada contra el diésel tuvo un impacto negativo importante en el sector de la automoción y en la industria en general en el tramo final del curso. La planta de Mercedes Benz en Gasteiz es el ejemplo más claro de esa situación, pero todo el sector manufacturero ha sufrido un frenazo inesperado por esa cuestión coyuntural y ha entrado en 2019 con el paso cambiado. Con todo, en un contexto complejo también por la incertidumbre que genera el Brexit, la guerra comercial desatada por Donald Trump o el frenazo en la eurozona, el PIB vasco mantuvo el tipo y se movió en la línea sobresaliente que se inició en 2015. De este modo, Euskadi encadena cuatro años con un crecimiento cercano al 3%, un ritmo que le ha permitido poner tierra de por medio con la crisis.
Las perspectivas para este año son más modestas (2,3%) y el Gobierno vasco se está planteando rebajar una décima la previsión debido a que el complejo contexto internacional no se despeja en ninguno de los frentes abiertos. El consejero de Hacienda y Economía, Pedro Azpiazu, valoró ayer junto al viceconsejero Alberto Alberdi el avance de la evolución del PIB en el último trimestre del año hecho público por Eustat.
Aunque el crecimiento intertrimestral fue del 0,5%, el mismo ritmo del segundo y el tercer trimestre, el dato intertrimestral (2,4%) confirma la desaceleración de la economía. El año pasado arrancó con paso firme y un ritmo del 3,1%, pero la economía vasca entró tras el verano en un nuevo escenario con ritmos más suaves.
En cuanto al mercado laboral, el comportamiento también fue muy positivo. Se registró un incremento del 2,1% anual en el empleo -idéntico al de 2017- lo que supuso la creación de 19.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo.
Con la fotografía del conjunto del ejercicio en la mano, el consejero de Economía hizo un repaso de las “alarmas” que ya suenan en la economía y las “incertidumbres” que pueden marcar la evolución del PIB los próximos meses. Si se cumplen las expectativas, Euskadi se moverá este curso por encima del 2%, el nivel de crecimiento que los analistas estiman que le corresponde a la estructura productiva vasca.
Sin embargo, es tan impredecible la evolución de las nubes que se perciben que a día de hoy todo apunta a que la ralentización será mayor de lo inicialmente calculado. Por ello, el viceconsejero de Hacienda avanzó que es posible que el Gobierno Vasco realice “una pequeña revisión” a la baja de su previsión las próximas semanas. Sería en todo caso una rebaja de una décima, casi testimonial. El problema es que ni los cinco focos “previsibles” de incertidumbre -las tensiones comerciales, el Brexit, el auge de los populismos en Europa, las dudas sobre la economía china y el impacto de una subida de tipos en la economía del euro- ni la “sorpresa” del efecto negativo de la guerra al diésel en la industria vasca tienen visos de resolverse rápidamente.
De modo que el panorama se llena de incógnitas y es muy difícil afinar el pronóstico. El mensaje con todo no deja de ser positivo, porque la economía vasca seguirá creciendo y, en estos momentos, nada indica que vaya a asomarse el fantasma de la recesión ni a corto ni a medio plazo.
Euskadi compensó el frenazo industrial en el tramo final del año pasado gracias al buen comportamiento de la construcción, del sector primario y, en menor medida, de los servicios. Y no se vislumbran sombras que puedan desajustar el engranaje de esos sectores que, a través del consumo interno, están moviendo los últimos meses la rueda de la economía.
Por ello, el foco de preocupación está puesto en el exterior y en la industria de la automoción, donde Mercedes Benz acaba de aprobar un nuevo calendario de paradas para febrero, quemando otra nave y alimentando la posibilidad de un ERE.
superávit Por otra parte, el viceconsejero de Economía adelantó que -a falta de los datos definitivos- Euskadi cerrará 2018 con un superávit del 0,2%, lo que permitirá mantener el equilibrio presupuestario este año aunque el ritmo de crecimiento sea menor. El colchón extra podría rondar los 150 millones de euros, por encima de lo estimado inicialmente.
Alberdi puso en valor también que los salarios hayan empezado a subir y que los convenios firmados hasta noviembre recogieran un alza media del 2,1% (frente a un 1,2% en el mismo periodo de 2017), lo que supone que el conjunto de convenios en vigor en Euskadi contemplan un aumento salarial del 1,9% (frente al 1% de 2017). Sobre el papel, el calentamiento de los sueldos garantiza el mantenimiento del consumo interno e inyecta energía en la economía.
Los mensajes de Sánchez. Pedro Azpiazu estima que el “enfriamiento” de la automoción seguirá produciéndose en los primeros meses del año y el valor añadido de la industria “será inferior al previsto”. En esta situación ha podido influir la “alarma” suscitada en el sector por los anuncios del Gobierno de Pedro Sánchez en torno a la equiparación de la fiscalidad del diesel y la gasolina o a las futuras restricciones sobre los motores de combustión.
¿?
Cinco focos. Fueron -y son- cinco los focos de atención en el panorama internacional: las tensiones comerciales, la posibilidad de un Brexit desordenado cuando no “caótico”, el auge de los populismos en Europea, las “incertidumbres” en la economía china y las expectativas de cambio en las condiciones monetarias en un contexto en el que la economía tiene un nivel de endeudamiento superior incluso al de antes de la crisis.