Una de cada cuatro personas que adquieren coche se decanta hoy por diseños de estilo SUV. Opel intenta pescar en ese agitado coto poniendo en el anzuelo tres sugestivos cebos marcados con la X: Mokka, Crossland y Grandland. Deposita las mayores expectativas en este último producto, un versátil modelo de talla media (4,48 metros) al que ahora adjudica una superdotada interpretación Ultimate. La firma de origen alemán pone el listón aún más alto con esta variante bien surtida y de cuidada puesta en escena, que recibe dos resolutivas soluciones motrices. Da a elegir entre el conocido bloque de gasolina 1.2 con 130 caballos y el más reciente motor gasóleo de dos litros con 177 caballos, vinculado únicamente a transmisión automática de ocho relaciones. La primera de ambas combinaciones del Grandland X Ultimate sale por 31.350 euros, mientras que la diésel reclama 39.800.

Son, por tanto, variantes idóneas para el público más sibarita y solvente. A esa clientela con pretensiones Premium dirige Opel una propuesta que vela como ninguna por el bienestar, la seguridad y la agilidad de movimientos. Entre sus generosas dotaciones incluye las mejores soluciones de conectividad, así como avanzadas tecnologías de asistencia a la conducción.

Las versiones Ultimate se reconocen exteriormente por detalles específicos como las llantas bicolor de aleación en 19 pulgadas y las carcasas de los espejos retrovisores en negro diamante; es el tono que se emplea también en el techo, provisto de rieles de carga cromados. Al acceder a bordo llama la atención el toque deportivo de los pedales de aluminio; también los cómodos y envolventes asientos delanteros ergonómicos, revestidos con una combinación de tela y cuero sintético.

El completo equipamiento puesto al servicio de esta ejecución incluye un sistema de sonido Denon de alta gama, sistema de infoentretenimiento Navi 5.0 IntelliLink con pantalla táctil a color de ocho pulgadas, servicio WiFi OnStar y carga inalámbrica de dispositivos portátiles. Las dotaciones de seguridad incluyen las últimas innovaciones: alerta de colisión frontal y detección de peatones, sistema de frenado automático de emergencia, alerta de cambio Involuntario de carril con corrección de trayectoria, faros adaptativos LED, etc. El Grandland X Ultimate las acompaña de recursos más habituales como cámara de visión 360º, asistente de aparcamiento, alerta de fatiga del conductor, sensor de lluvia, espejo interior fotosensible o encendido automático de luces con función de detección de túneles.

Opel anima al modelo con dos contrastadas motorizaciones suministradas por el grupo PSA. El precio y el cambio en los hábitos de compra, hacen que tenga más recorrido comercial la variante gasolina 1.2, bloque de tres cilindros y 130 CV que ofrece un grato desparpajo y una más que razonable austeridad (5,1 litros de promedio oficial). No obstante, la mayor dosis de notoriedad la aporta la mecánica turbodiésel 2.0 de 177 CV, que encuentra una perfecta complicidad en la caja automática de ocho relaciones con la que se combina. La asociación depara reacciones bastante fogosas (consigue rodar a 214 km/h de punta y marcar un 0-100 km/h en 10,9 segundos), que resultan compatibles con un bajo impacto económico (reclama una media ideal de 4,8 litros) y medioambiental (emite al menos 126 g/km de CO2).

El muestrario del Grandland X carece de versiones con tracción integral, pero ofrece la posibilidad del sistema IntelliGrip. Es un eficaz y asequible recurso de gestión electrónica de la tracción delantera que emula la capacidad tractora de los 4x4. Permite elegir varios modos de respuesta apara adecuarse a las condiciones del piso; comporta la instalación de neumáticos especiales M+S de mayor agarre.