En el futuro más inmediato, dos escenarios emblemáticos deben concitar la atención y reflexión de la sociedad vasca. Se trata del Eusko Legebiltzarra en Vitoria-Gasteiz y The Houses of Parliament en Londres. En ambos parlamentos comenzarán, en apenas 24 horas, los respectivos debates para aprobar, en el primero, los presupuestos para 2019 y, en el segundo, el acuerdo para la salida de Gran Bretaña de la UE. En ambas propuestas, el margen de maniobra de los proponentes se ve erosionado por el populismo imperante en Europa. Y, en ambos casos, las consecuencias del rechazo pueden ser negativas para la economía vasca.

Tres precisiones antes de poner el foco sobre el ya citado populismo. Por un lado, la economía vasca es una de las más dinámicas, mantiene un ritmo de crecimiento elevado, al igual que ocurre con la creación de empleo y con la recaudación fiscal, pese a que el sector industrial registra una desaceleración, contrarrestada por un mayor impulso en los sectores de servicios y construcción. Previsiblemente, las cuentas de 2018 cerrarán con superávit debido a la contención de gastos.

Como segunda precisión, hay que poner el foco en las personas más desfavorecidas, razón por la que resulta justo y bienintencionado proteger y ayudar a quienes perciben bajas pensiones de viudedad u orfandad. Pero también hay que proteger y gestionar los dineros públicos desde el realismo. Incluso cabe señalar que es responsabilidad y obligación de un gobierno.

También es cierto (tercera precisión) que la pasada crisis y las reformas en materia laboral han dejado como secuela el argumento empresarial de reducir plantillas, rebajar salarios y/o ofrecer empleo precario ante un futuro incierto, máxime cuando las previsiones anuncian que los vientos de cola del BCE (estímulos monetarios) que han sido claves en la recuperación postcrisis están amainando y provocando una ralentización del crecimiento global y europeo. Sin olvidar los daños colaterales que puede ocasionar las tensiones proteccionistas que surgen ante la guerra comercial de Trump, el Brexit o el precio del petróleo.

La crisis ha radicalizado las posturas e ideas de millones de europeos: unos indignados por el dramático empobrecimiento sufrido, otros temerosos de perder lo que tienen. No faltan quienes aprovechan la marejada para sus intereses políticos. Los órganos de la UE, supranacionales por definición, son instituciones intergubernamentales que muestran al mundo las carencias de una pretendida unión económica sin que medie una integración política y fiscal. Lo peor de una nueva crisis, si llega, es que afectará a los problemas estructurales no resueltos. Como muy bien señala el economista Dani Rodrik, autor, entre otros documentos, de La paradoja de la globalización (2011), Donald Trump no es una causa de las políticas económicas sometidas al doble juego de la globalización liberal y el populismo, sino un síntoma de ambos.

En este contexto debe analizarse ese populismo proteccionista, convertido en un virus que va cegando los capilares de la razón, el debate abierto e, incluso, de la libertad de expresión, toda vez que parece una blasfemia cuando alguien señala y asegura la imposibilidad material de cumplir con algunas de las reivindicaciones sociales alimentadas, irresponsablemente, por quienes no tienen responsabilidad alguna en la gestión de los dineros públicos, ni aspiran a tenerla.

La política europea empuja hacia la descentralización en vez de la integración. Será difícil mantener la unión económica sin acercarse a la unión política, pero el populismo lo impide y, en consecuencia, es el factor seminal para que germinen situaciones por las que atraviesan Salvini en Italia o Macron en Francia, así como los resultados electorales en Andalucía, debieran hacernos reflexionar sobre los riesgos que conllevan el populismo proteccionista de algunos políticos a la hora de alentar reivindicaciones utópicas, porque terminará afectando la débil salud de hierro de la economía vasca. También aquí, en el País Vasco, será difícil mantener el estado de bienestar si la oposición mantiene su populismo.