Se cumple el 35 aniversario de la creación de Osakidetza y, entre los eventos conmemorativos, se ha celebrado una conferencia internacional facilitadora del proceso de innovación, el seguido en su historia y el que habrá de seguir en los próximos años. Desde el honor y satisfacción de haber sido uno de los muchos ciudadanos vascos que hemos trabajado en Osakidetza y contribuido a su aportación al mundo de la salud, beneficiándonos de su altamente valorado servicio de atención y prestación, más allá de mi felicitación a todos quienes lo hacen posible día a día, he tenido la oportunidad de intervenir en el mencionado evento con una ponencia -Innovación en salud? en/desde/para las personas- acompañando en la reflexión sobre la complejidad sistémica que los desafíos de la salud comportan y la inevitabilidad de afrontar un largo e incierto trayecto exploratorio y lleno de decisiones de riesgo ante un entorno cambiante. Vivimos el reto de fijar la mirada crítica y creativa en los múltiples cambios tecnológicos, económicos, sociales y políticos que obligarán, sin duda alguna, a una profunda transformación, no solo de Osakidetza y del Departamento de Salud del Gobierno Vasco y del conjunto de sus políticas y estrategias convergentes de bienestar y servicios sociales, de seguridad social, de innovación, educación, ciencia y tecnología, de finanzas públicas y, por supuesto, de promoción de la actividad económica e industrial asociable a la salud, siendo uno de los mayores fosos de empleo y riqueza a futuro.. Tarea y desafío no exclusivo del quehacer en Euskadi, sino imprescindible en todos los sistemas y modelos de salud, empezando por nuevos roles activos y participativos de pacientes y usuarios del sistema, y de sus profesionales.
Osakidetza, pese a los ruidos coyunturales más en relación con su propia estructura y vida interna que sobre su oferta y generación de valor en salud, goza de la aceptación generalizada de la población vasca, es “líder” de satisfacción percibida como servicio público y disfruta de un relevante reconocimiento internacional. A partir de esta fortaleza de vanguardia, ha de orientarse hacia un futuro cambiante en el que no cabrán ni réplicas del pasado, ni una mejora continuista y discreta, sino que habrá de reinventarse, como todos: nuevas políticas y estrategias, nuevos sistemas de financiación (pública y privada), nuevos modelos de cuidados y atención, nuevos espacios e infraestructuras y un complejo espacio por redescubrir, más allá del médico-centrismo, con un refuerzo universal de las soluciones a los retos que los factores determinantes de la salud suponen. Las tecnologías exponenciales y emergentes ya están aquí y el futuro dirá su impacto real en la transformación por venir y, más allá de la generación de salud, observamos, también, su extraordinario rol como vector del desarrollo económico, la creación de riqueza y el trabajo o empleo del futuro. Genómica, inmunología, medicina de precisión y personalizada, pasaporte universal de acceso real universal, nuevas concepciones desde el cuidado prenatal hasta el inevitable espacio posmortem y duelo, configurarán una reinvención de los modelos organizativos y el management socio sanitario en nuevos espacios interdisciplinarios, tejiendo alianzas multiconocimiento, con nuevos jugadores y nuevas modalidades de alianzas público-público y público-privado. Dicho esto, antes de abordar el futuro, conviene resaltar algunos elementos esenciales que permiten explicar el exitoso camino recorrido hasta aquí.
En la incipiente salida de la dictadura franquista, en pleno reposicionamiento político, social y económico de Euskadi y sus agentes y ciudadanos, en su Asamblea Nacional de Iruña (1976), el Partido Nacionalista Vasco dio un paso trascendental, también, en el mundo de la salud. En un entorno castigado por todo tipo de crisis y con los polvos de la autarquía heredada, nuestro sistema de salud era claramente deficitario, débilmente financiado por cotizaciones laborales a la Seguridad Social, mínima infraestructura médica y hospitalaria con soporte desde las diputaciones provinciales del pasado o el hospital de Basurto, de la mano de la beneficencia y el tímido y precario apoyo municipal de Bilbao, y una jovencísima Universidad cuya Escuela de Medicina no cumplía su primera década real. A nivel mundial, la OMS aún no proclamaba el generalizado apoyo y apuesta por acceso universal a la salud (que aún hoy no ha terminado de lograrse). En Iruñea, en el marco de su ponencia socioeconómica el PNV apostó por una economía social de mercado, con carácter general e instrumento conductor de sus ejes de gobierno? “para el momento en que accedamos a un Estatuto de Autonomía y podamos gobernar el País” (cosa que se produce en 1980). Bajo este marco general, se definen los principios y directrices de un modelo y sistema de salud, de carácter público, garante del acceso universal, para todos, y su complementariedad privada. La salud se concibe como elemento y derecho subjetivo esencial para el espacio de bienestar que se propugnaba. Así, de la mano de un sólido marco ideológico y tras unos primeros pasos preliminares en el Consejo pre-Autonómico se va perfilando lo que, más tarde, sería el momento de la verdad. El primer gobierno pos-Estatuto, en 1980, estructura las bases de un Departamento y Sistema de Salud y, muy pronto, con escasísimos recursos, diseña el esquema organizativo funcional separando estrategia, dirección, planeación y control (gobierno) de la ejecución y atención dando lugar a la creación de Osakidetza. Un primer gran paso que tan solo cuenta con las entonces jefaturas “provinciales” de salud, los hospitales “del tórax” (uno por territorio) pero, eso sí, con talento y compromiso humano de primerísimo nivel. El acierto en rodearse de asesores “del exilio” (Julián Ajuriaguerra, José María Bengoa, Aranguren?), su apuesta (tan criticada entonces) por la Atención Primaria (“los cubanos”, como les llamaba la prensa desconocedora de los escasos lugares en los que se formaban profesionales focalizados en la salud pública y la atención primaria) y prestigiosos médicos (Andrés Aya Goñi, Ciriaco Aguirre, Cisterna?) y los grandes profesionales emergentes de extraordinaria formación y compromiso (Juan José Goiriena, Iñaki Azkuna, José Ignacio Barrenechea, Iriarte?), los pequeños equipos en torno a la economía de la salud, los primeros mapas sanitarios y el enorme apoyo de tantos profesionales de la salud, iniciando un nuevo recorrido hacia un modelo propio. Este proceso que echaba a andar sin “competencias transferidas”, sin un modelo general de referencia, desde la financiación limitada y no presupuestaria, colgado de la seguridad social del Estado, puso el acento en la planificación, en el asesoramiento y aprendizaje del exterior, en el conocimiento y compromiso y la concepción de la salud no como gasto, sino como inversión. Momento de destacar, sin duda, la visión y acierto de Javier Aguirre, primer consejero de salud del Gobierno Vasco y responsable de la creación de este gran contenedor, Osakidetza, que más tarde acogería el progresivo traspaso de competencias, recursos y profesionales.
Más tarde llegarían la negociación con Madrid de la Ley de Sanidad y el modelo de servicios de salud y su encaje en Osakidetza, al igual que la integración de los hospitales “provinciales” (ya entonces forales) de Araba (Santiago) y Gipuzkoa y la “publificación” de Basurto con el generoso compromiso y visión del Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación Foral de Bizkaia (José Luis Robles y José María Macua), así como los servicios y hospitales de Salud Mental y la red psiquiátrica en transformación y dignificación, la concertación público-privada y una imparable sucesión de hitos innovadores desde la búsqueda permanente de la excelencia profesional. Bases potenciadas de forma extraordinaria, sin duda, desde las transferencias de los antiguos Insalud e Inserso. Un largo e intenso proceso que ha contado con la coherencia estratégica a lo largo de los diferentes gobiernos, sus responsables directos, sus profesionales y el apoyo y participación de una sociedad que lo ha hecho suyo. Todo un proceso que ha superado las expectativas de su creación y que ha demostrado que la salud se genera más allá de Osakidetza y del Departamento de Salud, enmarcada en un amplio sistema de bienestar y servicios sociales y de cohesión, con un acertado espacio colaborativo interinstitucional socio-sanitario.
Hoy, 35 años después, Osakidetza es una extraordinaria realidad, muestra de lo que significa el compromiso real con la sociedad a través de un servicio público. Toda una fortaleza desde la que observar y explorar el futuro de la mano de las necesidades y demandas cambiantes de una sociedad en plena transformación. Del acierto conjunto en recorrer este nuevo desafío dependerá el nuevo éxito que alcanzaremos. Contar con una visión y propuesta de valor, asentados en una innovación permanente, desde la excelencia de la gestión, con el compromiso de miles de profesionales y apropiándonos de nuestro futuro y generando valor en salud. Hoy es día y momento de celebración. Una celebración activa desde el compromiso de construir país, en este caso, co-creando salud.
Zorionak Osakidetza!