BILBAO - La Naval y Van Oord se reunieron ayer en Róterdam sin avances. El astillero ya había constatado que la negociación para terminar la draga Vox Alexia en Sestao se va a alargar, pero acudía a Holanda con la expectativa de lograr al menos un compromiso verbal por parte del armador. La dirección de la compañía vasca buscaba tener algún tipo de garantía que confirmara que la opción más viable, el Plan A, era construir lo que resta del barco en La Naval. No lo consiguió porque, al parecer, el resto de las piezas del puzzle de la operación despiertan “dudas” en Van Oord.
No es para menos. Se unen varias circunstancias que empañan el escenario. El astillero vizcaíno cumplirá a principios de octubre un año en concurso de acreedores, un periodo en el que, lejos de despejarse el horizonte, las nubes han cogido gradualmente un tono más gris. La construcción de la draga se paralizó poco después de la declaración del proceso concursal. No había liquidez para terminarla. Tras varios meses de negociación, Van Oord rechazó la última oferta de la banca para refinanciar las obras de la draga y anuló el contrato.
Aquella decisión supuso la apertura de otro diálogo, en este caso para fijar un precio por el casco de la Vox Alexia, que pasó a ser propiedad del pool bancario. Aunque se alcanzó un preacuerdo, el consejo de administración del armador holandés rechazó el convenio alcanzado con los bancos. Posteriormente ordenó la ejecución de los avales, 42 millones que tuvieron que pagar solidariamente, en función de su exposición, las entidades financieras que apoyan a La Naval.
Tras ese paso, Van Oord ha pasado a tener la sartén por el mango. Para finalizar el barco, debe cerrar con La Naval un nuevo contrato de construcción para lo que resta, en torno al 70%. El armador necesita esa draga, pero ya acumula casi un año de retraso y le quedan todavía en torno a 18 meses de trabajo. No hay prisa e incluso tiene la opción de terminarla o empezar de cero en otro astillero. La Naval, en cambio, se agarra a ese pedido, el último en cartera, como a una tabla de salvación que le proporcionaría ingresos durante cerca de dos años y oxígeno para buscar una salida favorable al concurso de acreedores.
En cuanto a la negociación con la banca en torno al precio del esqueleto de la draga, las entidades financieras están más que interesadas en vender el casco, que en sus manos es básicamente chatarra, por que, para finalizarlo por su cuenta, los bancos tendrían que encontrar un armador interesado en un buque diseñado para cubrir las necesidades de Van Oord.
En el preacuerdo alcanzado antes del verano se fijó un precio de unos 20 millones de euros -15 millones, por parte del armador y cinco, por parte de La Naval-. Todo apunta a que el coste final será inferior. Además, también sería necesario concretar con la patronal de los astilleros, Pymar, el sistema de tax lease de la nueva operación.
Por todo ello, Van Oord maneja el ritmo de la negociación. La de ayer fue la segunda reunión y no hay fecha para la tercera, que se celebrará en septiembre, cuando se haya restablecido la comunicación con la banca. El tiempo corre y lo cierto es que, más allá de que la existencia de un diálogo muestra cierta predisposición por parte de Van Oord a encargar al astillero vizcaíno la finalización del barco, en estos momentos no hay ninguna certeza sobre las intenciones del armador holandés, que también ha pedido precio a astilleros asiáticos para terminar allí la draga.
Incertidumbre. El comité transmitió asimismo el “cansancio” de la plantilla ante una nueva dilación del proceso de negociación. Pese a que la empresa “daba por hecho antes del encuentro” que se iban a despejar las dudas, ocurrió todo lo contrario. “No se han comprometido a nada y, en resumen, seguimos igual y a esperar más reuniones y que vayan cerrando acuerdos”, lamentó el comité. El reinicio de las conversaciones entre astillero y armador coincidirá en septiembre con la finalización del actual ERE al que está acogido la totalidad de la plantilla, cuya conclusión está prevista para finales de ese mes.