bilbao - Asturiano de nacimiento y catalán de adopción -lideró UGT de Catalunya durante 25 años-, Josep Maria Álvarez, Pepe Álvarez, deja claro que su sindicato mantendrá las distancias con el nuevo Gobierno del PSOE. “Solo si hay equilibrio en las presiones que recibe va a ser favorable a los trabajadores”, avisa.
¿Se abre una etapa nueva con Pedro Sánchez en Moncloa? ¿Se han acabado los recortes?
-Hay expectativas positivas. La propia moción de censura viene precedida de grandes movilizaciones. Tenemos que confiar en nuestras fuerzas. El futuro lo vamos a tener que decidir entre todos. Desde luego hay condiciones económicas para cambiar de políticas, pero dependerá de la capacidad que tengamos de mantener esa tensión que nos permita recuperar derechos.
No parece convencido. Y eso que comparte filiación política con el presidente del Gobierno.
-Bueno, la UGT no comparte filiación con nadie. Mi filiación política es indiferente. Llevo toda mi vida en el sindicato y hoy la filiación política desde el punto de vista del sindicato tiene una importancia relativa, es una cuestión personal. El sindicato va a mantener su hoja de ruta.
¿Qué impresión se llevó de Sánchez en la primera reunión de la semana pasada?
-Creo que fue bien, sinceramente. Ahora hay que pasar a ver cuándo y de qué manera se va a poner fin a las reformas laborales, incluida la última del PSOE, que son un verdadero cáncer y el mal de casi todos los parámetros a nivel social, como vemos con las pensiones, y a nivel económico. Hay que ver cómo le ponemos letra a la derogación de la ley mordaza y cómo el país avanza desde el punto de vista de las libertades. Son elementos como para ser prudentes pero siendo conscientes de que solo si hay un cierto equilibrio en las presiones que recibe el Gobierno va a ser favorable hacia nosotros.
La suspensión de las movilizaciones por los salarios del pasado sábado, ¿es un primer espaldarazo a Sánchez?
-La movilización del sábado no tenía que ver directamente con el Gobierno, sino con la negociación con la CEOE. Parece que no será el caso, pero si no terminamos de cerrar el acuerdo con la patronal las retomaremos. Al Gobierno hay que darle un plazo razonable, sí. Con los Presupuestos que hay en vías de aprobación tenemos un tiempo para negociar todo lo relacionado con las pensiones. Vamos a ir viendo el grado de cambio de políticas del Gobierno a medida que vayamos conociendo la ley de Presupuestos de 2019.
Por ahora el Gobierno habla solo de “retocar” la reforma laboral.
-El presidente ha sido transparente. Él es partidario de derogar la reforma, pero entiende que hay una correlación parlamentaria que hace que sea difícil y un tiempo limitado que tampoco lo facilita. Están esperando a ver si con la CEOE podemos llegar a conclusiones conjuntas para poder derogar, por la vía del decreto, aquellos aspectos que son más lesivos. Ni la reforma del PP ni la de José Luis Rodríguez Zapatero de 2010 aportan nada positivo.
¿Y está dispuesto el Gobierno a tumbar la reforma de 2010 llevando el sello del mismo partido político?
-No hemos concretado tanto, la verdad. Yo antes de ser presidente pude hablar con Sánchez y creo que parte de la reforma de 2010 será de lo primero que se cambie porque es todo lo que tiene que ver con la prevalencia de convenios y la aparición de empresas multiservicios que ha hecho mucho daño a las condiciones laborales.
¿Está cerrado ya el acuerdo salarial con CEOE?
-Es inminente. La parte salarial está muy avanzada. La subida a los 1.000 euros de mínimo en convenio es fundamental. No puede ser que tengamos a las mujeres y a los jóvenes condenados a salarios tan bajos. Por justicia y por eficacia económica. Poner recursos en manos de los trabajadores tendrá un impacto positivo en el IRPF, en la Seguridad Social y en el consumo.
El Congreso va camino de recuperar el IPC como referencia para las pensiones. ¿Ha vencido la movilización social al PP?
-Sin duda. La presión social ha roto la idea del PP, que luego compartió Ciudadanos. Ahora por la vía de la negociación tenemos que derogar la reforma de 2013 logrando una revalorización con el IPC y acabando con el factor de sostenibilidad. Las pensiones tienen un problema de ingresos, no de gastos. Si quitamos a la Seguridad Social cargas que no le corresponden, como las bonificaciones de contratación o sus propios gastos de funcionamiento, y se toman medidas como destopar el límite de cotización se puede hacer frente a la subida de las pensiones.
UGT apoyó retrasar la edad de jubilación a 67 años. ¿Hay que temer más reformas en esa línea?
-No, al contrario. Nosotros la reforma de 2011 la firmamos en una situación de crisis y seguramente hoy no la hubiéramos firmado. No descartamos que en la medida en que mejore la economía podamos evitar que se llegue a los 67 años. Es un debate que estará presente en nuestro próximo Congreso. La verdad es que tenemos mal sabor de boca por haber firmado aquel acuerdo de pensiones y que luego hayamos tenido un Gobierno que lo ha incumplido. No vamos a incumplir lo firmado pero si la economía sigue mejorando tenemos que replantearnos ese asunto. Mucha gente llega físicamente muy desgastada a los 65 años.
¿Le sorprendió el apoyo del PNV a la moción de censura?
-No. El PNV es un partido sólido con una participación de la militancia importante. No era fácil para ellos mantener al PP en el Gobierno. Las movilizaciones de los últimos meses seguramente han influido en su decisión. Es un partido que tiene base y vida democrática y se ha impuesto su carácter más cristiano y social.
Acaba de estar reunido con Andoni Ortuzar. ¿Ha habido sintonía?
-Hemos tenido la oportunidad de hablar. Sobre todo porque queremos que el PNV pueda ayudarnos a hacer esa transformación social y la recuperación de derechos que necesitamos. Su papel es muy importante.
En el caso de derogar la reforma laboral del PP puede ser decisivo. ¿Cuenta Sánchez con sus votos?
-No sé si a derogarla, pero sí creo que va a ayudar a cambiar sustancialmente partes clave de la reforma.
¿Qué le parece la reforma electoral del 3% que plantea Ciudadanos?
-Ciudadanos es un partido que necesita la agitación y la desunión permanente. Dice que quiere unir pero más bien quiere desunir. La unidad de España hay que construirla cada día y eso no pasa por quitarle voz a nadie ni insultar a nadie. Es bueno que el Parlamento refleje la pluralidad de nuestro país.
¿Podrá resolver Sánchez la cuestión catalana?
-Es una de las cuestiones fundamentales para conseguir una situación de normalidad. No será fácil, pero sería bueno que todo el mundo incluido el Gobierno catalán fuese consciente de que fuera del diálogo y del acuerdo no hay margen. Yo tengo esperanza de que se pueda avanzar, pero no depende solo de Sánchez, también de la Generalitat.
¿Sigue siendo partidario del derecho a decidir? El apoyo de UGT a la manifestación que pedía la liberación de los políticos catalanes generó polémica dentro del sindicato...
-Son elementos diferentes. Creo que no hay ninguna necesidad de que estén en prisión preventiva. Todas estas personas podrían estar en su casa con su familia y tiempo habrá de ver si las imputaciones generan o no condena. El derecho a decidir fue algo que se planteó en un momento concreto para salir de una situación difícil. Dudo de que hoy pueda aportar solución al conflicto. Ya no es una cuestión solo entre Cataluña y España sino que también es una cuestión dentro de Cataluña. Hay que abrir un periodo de normalización y respeto. La unidad se trabaja y se construye. Eso sirve para España pero también para Cataluña.