Bilbao - Unai Sordo recibió a DNA el viernes tocado anímicamente. Acababa de conocer el fallecimiento de su compañera Mercedes González, responsable de Acción Sindical de CCOO. Él mismo solicita al término de la entrevista que quede constancia de ello “como homenaje”.
¿Cómo ha sido este primer año al frente de CCOO?
-Muy intenso. Interesante. Ha habido elementos sustanciales como el cambio de Gobierno o la situación de Cataluña. Hay mucho crecimiento económico pero sufrimos las reformas de la crisis y eso está generando mucha desigualdad. Es una apelación a la acción sindical. En lo personal ha sido un cambio de vida. En Bilbao vivía en mi barrio, en mi entorno, y ahora pues todo es más grande.
¿Se cierra la etapa de los recortes con la salida del PP del Gobierno?
-A priori se abre una expectativa distinta. El nuevo Gobierno tiene limitaciones, de tipo parlamentario, de tiempo y también limitaciones macroeconómicas si gobierna con los presupuestos del PP y si no modifica el marco de estabilidad pactado con Europa. Hay que convertir el déficit actual en un superávit de una décima para 2021. Si Sánchez asume ese marco la capacidad de cambiar de política es muy limitada. Hay que ampliar esos márgenes y eso requiere una reforma fiscal. Sé que no puede ser inmediata pero sí a medio plazo. Para 2019 el Gobierno debe abrir marcos para cambiar las políticas.
¿Le gusta la composición del Gobierno? La ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, parece decidida a tocar la reforma laboral.
-Eso habrá que concretarlo. Tengo buenas referencias respecto a su capacidad de interlocución con los agentes sociales, pero analizaremos sus políticas. Este país necesita una derogación por elevación de la reforma. Es absurdo volver a 2009, cuando había un 32% de temporalidad. Se trata de regular de manera distinta las patas principales de la reforma de 2012 y alguna también de la reforma de 2010 del PSOE.
¿Qué es lo primero que hay que cambiar en la regulación laboral?
-Hay que recuperar la negociación colectiva y la jerarquía de convenios. La empresa no puede empeorar el convenio sectorial sin causa económica. Está influyendo mucho el límite de la ultraactividad y todo lo que tiene que ver con la modificación de condiciones. Hay un armazón legal que ha promovido la caída de los salarios y hay que cambiarlo. Y luego desincentivar radicalmente la contratación temporal haciéndola más costosa. Hay que abordar de una forma distinta los problemas de demanda para que la empresa adopte otro tipo de medidas antes de despedir.
Las pensiones es otro asunto crucial. ¿Cómo se pueden lograr recursos para la Seguridad Social?
-Hay medidas que se podrían haber puesto en marcha ya, como la subida del salario mínimo o el destope de la base máxima de cotización. Solo transferir los gastos de funcionamiento de la Seguridad Social a los Presupuestos aliviaría la carga. A largo plazo va a depender de cómo evolucionen el empleo y los salarios. A futuro va a haber más pensionistas que cobrarán la pensión durante más años. Ese salto del gasto de 3 puntos sobre el PIB que va a necesitarse en las próximas tres décadas tendrá que cubrirse en algunos momentos desde los Presupuestos.
¿Qué le parece la subida que pactaron PP y PNV?
-Una patada a seguir. Es una forma de meter en el congelador la reforma de 2013. Es mejor esta situación que la que había antes, pero es insuficiente. No aborda el problema de fondo. La reforma de 2013 hay que modificarla porque si no, al margen de cómo evolucionen los ingresos, van a bajar las futuras pensiones.
¿Le ha llamado ya Pedro Sánchez?
-Hemos intercambiado mensajes y espero que esta próxima semana tengamos un contacto más amplio.
¿Qué impresión le han dado esos mensajes?
-Han sido mensajes formales. Ha sido todo tan precipitado... Creo que la semana que viene debería reunirse con los sindicatos si de verdad quiere dar prioridad a los temas sociales.
¿Mantienen CCOO y UGT su apuesta por elevar la confrontación?
-El itinerario sindical es el mismo. Pero si se mueven cuestiones como la negociación colectiva daremos una oportunidad al diálogo, claro.
Parece que está al caer el acuerdo sobre salarios con la CEOE.
-Sí, ha habido un acercamiento, pero no hay un acuerdo cerrado. No era sostenible la posición de la CEOE. Eso de fijar una subida de hasta el 2% era como no decir nada. Tiene que haber un mínimo del 2% y una parte variable de al menos el 1%. En ese escenario sí podría haber acuerdo pronto.
Bilbao ha sido uno de los motores de la movilización social en los últimos meses. ¿Cómo ven los sindicatos la lucha feminista o las protestas de los pensionistas?
-Lo que decía antes, hay un modelo de crecimiento sin reparto. Eso genera desigualdad y malestar y explica el proceso de movilización creciente de la sociedad española. A partir de ahí, hay un Gobierno distinto y hay que ver qué medidas pone sobre la mesa. Decíamos reparto o conflicto, pero hay que tener flexibilidad como para dar un tiempo al Gobierno para evaluar qué quiere hacer. Hay que dar una oportunidad a la negociación.
¿Ha pillado a contrapié a los sindicatos la oleada de movilizaciones?
-No lo creo, sinceramente. En las sociedades modernas el malestar se expresa de forma distinta a hace 25 ó 30 años. Hay movimientos sociales con los que el sindicato tiene que dialogar. Creo que nos hemos situado bien. El 8 de marzo por ejemplo tenía una dimensión laboral evidente y ahí jugamos un papel. Se habló de brecha salarial y de otros conceptos laborales, y convocamos un paro de dos horas. Pero pretender canalizar todo el malestar de las mujeres solo desde el ámbito sindical hubiera sido no entender en qué sociedad vivimos.
¿Cómo se sitúa un sindicato tradicional ante nuevos fenómenos como el de los ‘falsos autónomos’?
-Es complicado. En primera instancia lo único es la acción jurídica, que creo que está empezando a mejorar las cosas. Luego esto hay que regularlo. Hay un montón de realidades ligadas a la externalización y a la subcontratación donde el sindicato tiene que acertar con la tecla. Si somos capaces de cambiar la reforma laboral avanzamos mucho y, sobre todo, hay que fortalecer la presencia del sindicato en esos sectores. Estamos en ello.
CCOO ha roto el diálogo social en Euskadi. ¿Comparte la decisión de Loli García?
-Quien ha roto el diálogo social ha sido el Gobierno Vasco firmando un acuerdo con Confebask que deja en nada el marco de diálogo que yo mismo firmé. Se pretende regular con Confebask todo lo que era el núcleo central del acuerdo que habíamos firmado. Apoyo totalmente la decisión de la organización en Euskadi.
¿Cómo ve la deriva autoritaria de la justicia española con la persecución de cantantes o el caso de Altsasu?
-Con mucha preocupación. Hemos vivido un periodo neoautoritario que no viene de ayer. En España ha habido más de 300 personas encausadas por delitos vinculados al derecho de huelga con acusaciones que no se sostenían. En Galicia se pedía cárcel para dos personas por manchar una piscina en una huelga. A nuestra secretaria general en Baleares se le acusaba de romper la luna de un autobús de una forma casi imposible de romper y le pedían 4 años de cárcel.
¿Ha habido fricciones dentro de CCOO por el posicionamiento en Catalunya como ocurrió en UGT?
-No es la misma situación, pero es verdad que ha habido muchos matices en la organización. Hemos tenido un mensaje coherente pero no mimético. El sindicato en Cataluña tiene una gran pluralidad y el conjunto de CCOO también es plural. Creo que hemos armado una postura que era la que se necesitaba. Diálogo político permanente pero, eso sí, renuncia a las medidas unilaterales e ilegales en las que ha incurrido la Generalitat.
¿Entraría en ese diálogo la opción de la autodeterminación?
-Ese escenario no entra en el marco constitucional, es evidente. Requiere o de una negociación muy fina o de un cambio constitucional. Pero con un ejercicio de pragmatismo por las dos partes, en una Europa donde el concepto de soberanía es relativo, se puede negociar un marco de autogobierno que sea refrendado por una amplia mayoría de los catalanes.