Estos veteranos trabajadores no entienden cómo ha cambiado tanto la rentabilidad de la empresa. “Hace cinco años éramos los putos amos. Productos Tubulares era la hostia y ahora nos quieren vender que es una ruina. Y en estos cinco años no ha cambiado nada. Incluso hemos mejorado en todo”, se lamentan junto a la puerta de la planta.
Entre los trabajadores apostados en la puerta de la planta se repite una máxima: la empresa es rentable. “Nosotros tenemos claro que es un problema de gestión pura y dura. Quizás el contexto de ahora no sea el mejor, pero si esto se gestionara de una forma adecuada, sería viable. No tenemos ninguna duda”, afirman.
Ver lo que están haciendo con nosotros te dan ganas de luchar hasta morir”, aseguraba ayer Gabriel, quien lleva 43 años trabajando en Productos Tubulares. Junto a la puerta de la planta compartía su indignación con decenas de compañeros que permanecían apostados en la chabola improvisada en la que hacen turnos desde el pasado 8 de marzo. “La noticia de los 157 despidos la hemos encajado muy mal porque estos psicópatas lo único a lo que se han dedicado es a robar dinero en una empresa totalmente productiva con más de 200 millones de beneficios en los últimos años”, denunciaba.
Su argumento lo secundaba Carmelo, que lleva 30 años fichando en la planta de Sestao: “Compraron Tubos Reunidos por una peseta y los trabajadores son los que se han dejado aquí la espalda para que se lleven beneficios durante 15 años. Ahora van a dejarnos tirados como una mierda”. Gabriel tiene claro que el declive de la compañía no tiene el mismo impacto en las diferentes partes implicadas. “Los que han venido van a hacer lo que han venido a hacer y van a desaparecer”, señala, “los que van a quedar son los trabajadores que están aquí, que más de uno se encontrará que al abrir la nevera no va a tener ni un yogur para darle al hijo”.
Indignado, este veterano empleado lanza una pregunta que ronda estos días por su cabeza: “Cuando voy a casa, mi hija pregunta a qué me dedico. Yo le digo que soy electricista. ¿Estos qué hostias le explican a sus hijos? ¿Les explicarán que se dedican a mandar gente a morirse de hambre?”. Miguel, que lleva una década en la compañía pone el foco en un dato: “Esta planta, con 157 personas menos, directamente no anda. Es imposible”.
Itxaso y Andoni son de otra generación, pero están igualmente alarmados. “Tengo a mi mujer embarazada y tengo hipoteca y media”, relata Andoni, “mi sueldo es el 93% del dinero que entra en mi casa. Así que nos quedamos económicamente muy mal”. “Sobre todo quedas mal si miras cómo está el mercado laboral”, apuntilla Itxaso, “va a ser difícil encontrar algo”. Los dos coinciden en dónde está el origen del problema: “Hace falta un modelo de funcionamiento diferente al que se ha llevado hasta ahora, porque esta empresa es viable. Estamos seguros de eso al 100%”.