bilbao - El comité de empresa de La Naval ha sacado una primera impresión “muy positiva” en la toma de contacto con el administrador concursal. Fuentes sindicales explican a DNA que durante una “reunión de presentación” mantenida hace unos días, el administrador, Ignacio Barainca, les trasladó su intención de buscar una salida a la delicada situación del astillero vizcaíno y evitar la pérdida de puestos de trabajo. Más allá del mensaje, que puede ser habitual en estos casos, a los representantes de los trabajadores les gustó el tono y la exposición de intenciones.
Es muy pronto para hacer valoraciones en profundidad, pero los trabajadores perciben un perfil y un mensaje “razonable”, “constructivo” y “pragmático” que les invita a pensar que Barainca “va a sudar la camiseta para solucionar esto”. El administrador cogió las riendas de la compañía a finales del mes pasado y apenas se está poniendo al día.
La salud financiera de La Naval es crítica y el tratamiento será muy largo. De hecho, el proceso de diagnosis requerirá ya de por sí más tiempo de lo habitual y Barainca dejó entrever a los trabajadores que pedirá, casi con total seguridad, una prórroga de los dos meses que contemple la ley para analizar y poner en orden las cuentas de la compañía.
Ese ciclo de análisis podría prolongarse hasta mediados de febrero. De modo que hasta dentro de unos meses no estaría realizada la radiografía financiera que servirá de base para la presentación de ofertas de posibles inversores.
“El administrador es consciente de que este no es un concurso cualquiera y va a moverse con suma delicadeza”, afirman desde el comité. Se trata de una empresa que mueve unos volúmenes de facturación al alcance de pocas compañías y que además arrastra una deuda de cerca de 100 millones de euros. Sus números son complejos y requieren de un análisis muy minucioso.
A ello hay que unir el “impacto social y mediático” de La Naval derivado de su dilatada historia y de las oportunidades que genera para otras empresas. Ningún administrador judicial quiere verse retratado en el puente de mando de una empresa del tamaño del astillero sestaoarra cuando se va a pique. Y todo apunta a que los ritmos en este caso serán más lentos de lo habitual.
empezar con buen pie La relación entre los trabajadores y el encargado de gobernar la nave durante un proceso concursal no es sencilla. Así lo pone de manifiesto el reciente ejemplo de la papelera de Enkarterri CEL, donde el comité ha llegado a acusar al administrador de “chantajear” a la plantilla. Los tira y afloja son constantes y por ello es importante entrar con buen pie en la relación, como es el caso de La Naval.
Barainca se ha hecho un nombre en el mundo de la administración concursal. Compañeros consultados por este diario destacan que es “un buen profesional”, tiene “criterio, formación y tablas” para darle la vuelta a la situación. “La Naval está en las mejores manos posibles”, subrayan.
PKF Attest, el despacho de abogados al que pertenece Ignacio Barainca, reconoce que se trata de un concurso que, por su “especial dimensión”, es complejo y que tardará en resolverse, a pesar que el juez “ha acelerado al máximo el nombramiento del administrador concursal”. Hay mucha tela que cortar y una de las primeras decisiones que debe tomar Barainca es si las dos dragas encargadas por el armador holandés Van Oord se terminan en el astillero de Sestao o salen fuera, como ha ocurrido con el buque cablero que se está concluyendo en el Puerto de Santurtzi.
Este barco abandonó las instalaciones de La Naval tras un acuerdo con el armador con el objetivo de evitar que quedara bloqueado como un activo más durante el concurso y el administrador analizará si cabe actuar de la misma forma con los otros dos barcos en grada.
Será un primer paso en un camino largo. “Tras la evaluación del activo y de las deudas, Attest también tendrá que evaluar las ofertas que se presenten para intentar hacerse con el control del astillero, en un proceso que se demorará durante varios meses”, advierten desde el bufete.
La Naval ha entrado en “esta delicada situación” tras varios años de “pérdidas millonarias” y por la decisión de la banca de no refinanciar la deuda. El agujero ronda los 150 millones, pero PKF Attest destaca que “una parte de este riesgo financiero son avales que se cancelan con la entrega de los buques” en proceso de construcción. En otras palabras, el problema se solucionará en parte si se alcanza un acuerdo con el armados y se entregan las dos dragas en plazo. En principio, estaba previsto iniciar en este final de año la construcción de un ferry para Balearia y será necesario hilar fino para salvar ese pedido, que además tiene opción a un segundo ferry.