Donostia - La guipuzcoana Garbiñe Aranburu (Legorreta, 1973), secretaria general de LAB desde hace apenas cuatro meses, asume con naturalidad que la entrevista se centre en la situación actual de Catalunya. Dice que hablar del empleo, de la industria o de las condiciones de trabajo obliga a hablar de política. “Sin cambio político no hay cambio social”, afirma tajante.

Lleva cuatro meses en la Secretaría General del sindicato vasco y la situación en Catalunya no puede ser más imprevisible. Vaya momento para llegar al cargo.

-La verdad es que está siendo una adaptación acelerada. Está siendo un inicio de curso muy intenso pero a la vez con mucha ilusión. Catalunya está poniendo en cuestión el modelo territorial del régimen del 78. Aquí tenemos que mostrar toda nuestra solidaridad al pueblo catalán pero también sacar lecciones políticas y abrir un segundo frente al Estado español. Somos dos pueblos diferentes, pero nos une que somos parte de un estado antidemocrático que está demostrando que no se puede ejercer el derecho a decidir por vías acordadas.

¿Es un proceso sin vuelta atrás? ¿Qué cree que pasará este próximo lunes 2 de octubre? (La entrevista se realizó el pasado miércoles).

-Es difícil saber qué pasará el día 2, pero el proceso es irreversible. Ante los ataques del Estado español, con Catalunya en estado de excepción y en vías de estar tomada policialmente, vemos a un Partido Popular (PP) que, con la ayuda del PSOE y Ciudadanos, tiene la determinación de que no se produzca ese referéndum. Pero el pueblo catalán tiene muy claro que va a votar. Esa determinación viene de la legitimidad que te da darle la palabra al pueblo. La escalada de represión ha convertido el referéndum en una cuestión de democracia sí o democracia no, y ha hecho que cada vez más gente apoye el proceso actual. No sabemos cómo pero se va a votar. Y luego, el día 2, nada va a ser igual.

¿Qué debe hacer la Generalitat de Catalunya si este domingo gana el ‘sí’ en la votación?

-Primero hay que ver los resultados. En qué términos se puede votar y cuál es la participación. A partir de ahí le corresponde al pueblo catalán fijar los siguientes pasos. El objetivo final es la independencia, eso está claro.

¿Hay músculo social en Euskal Herria para iniciar un proceso así?

-Sí. Hay una mayoría social favorable a que esta nación pueda decidir. Esa movilización social igual no se visualiza aún de forma tan clara como en Catalunya pero estamos convencidas de que en cuestión de tiempo abriremos ese segundo frente al Estado español. Damos mucho valor a la declaración a favor del proceso soberanista de la mayoría sindical y ahora toca diseñar las características del proceso y entre quiénes lo queremos abrir. Desgraciadamente el PNV dice defender el derecho a decidir pero no lo defiende en la práctica. Sigue apelando a la bilateralidad, que es una forma de evitar abrir un proceso soberanista y de ayudar a consolidar un estado de las autonomías ya superado. Se han visto obligados a mostrar su solidaridad al proceso catalán pero no han cortado con sus acuerdos con el PP. No vemos al PNV como un agente para iniciar ese proceso soberanista en Euskal Herria.

Ha habido una primera negativa a apoyar los Presupuestos del Estado de 2018.

-No está claro si van a dar o no ese apoyo. Sería muy difícil explicar el apoyo a los presupuestos del PP en este contexto. Siguen planteando que hay que negociar el Estatuto y apelando a la bilateralidad. Ahora todo el mundo se ha visto obligado a resituarse y en el pleno de política general sacaron el tema del estado confederal pero eso se tendrá que explicar. Para que haya una relación de igual a igual tenemos que tener capacidad de decisión y ser una nación. Y el Gobierno español no está dispuesto a ello.

¿Qué papel juegan los sindicatos en un proceso político de este tipo?

-Siempre hemos reivindicado nuestro papel sociopolítico. Sin cambio político no hay cambio social. Para construir otro modelo económico y social necesitamos instrumentos políticos y jurídicos, plena soberanía. Detrás de la intención de desautorizar la labor que hacemos los sindicatos en la política está el intento de desprestigiar a los propios sindicatos.

Entiendo que se refiere al mensaje institucional que aboga por limitar la acción sindical a los problemas de los trabajadores.

-Es que dedicarnos a los trabajadores es también reivindicar un nuevo marco vasco de relaciones laborales o un marco vasco de protección social. Eso requiere de plenas competencias sociolaborales porque en el marco estatal es imposible. Todas las reformas de la legislación laboral han ido encaminadas a dar poder a la patronal. En cuanto a la negociación colectivo solo vemos retrocesos, en especial desde la reforma de Zapatero.

¿Está ayudando el proceso catalán a estrechar la alianza con ELA?

-Es una decisión que viene de atrás, derivada de la fase en la que estamos. Hemos caracterizado la lucha con el capital como un conflicto capital-vida. En esa realidad hay que apostar por alianzas. Quizá la realidad de Catalunya puede ayudar a perfilar esa lucha.

¿Se han superado las diferencias?

-Somos dos sindicatos con estrategias sindicales diferentes. Hemos abierto una vía de comunicación y estamos hablando para superarlas. Sobre todo son diferencias de ámbitos de negociación y modelos de lucha. En cuanto a la falta de autonomía de LAB hacia EH Bildu nunca la hemos compartido. Sí decimos que nuestro papel no debe limitarse a criticar al espectro político sino también a tejer alianzas entre quienes estamos de acuerdo en objetivos estratégicos.

¿Va LAB hacia un modelo de negociación de empresa?

-A veces se ha situado ahí nuestra diferencia con ELA, pero compartimos la apuesta por dar la mayor cobertura posible a los trabajadores de nuestro ámbito. Solo desde la empresa no se puede dar cobertura a todos. Hay que analizar cada sector. La correlación de fuerzas ha cambiado a favor de la patronal y con tanta precariedad la negociación tiene limitaciones. Tenemos que confrontar en el ámbito de la empresa pero eso no quiere decir apostar solo por el convenio de empresa. Quizá no hemos sido capaces de generar la conflictividad que nos hubiera gustado y ese va a ser el reto. La huelga es un instrumento necesario pero hay que analizar cada sector para ver cuál es la vía más eficaz para desgastar a la patronal. Y hay que socializar el conflicto. La precariedad que sufre un colectivo afecta a todos los trabajadores.

Puede sorprender que en un conflicto como el de las residencias de Bizkaia esté ELA pero no LAB.

-Cuando decimos que hay que hablar con ELA de los modelos de lucha nos referimos a eso. En residencias compartimos las reivindicaciones de ELA pero no fue posible acordar la forma de movilización. ELA tiene mayoría absoluta en el sector y tiró por su modelo de lucha. Pero eso no significa que estemos fuera del conflicto, LAB también se está movilizando a favor del convenio sectorial.

Visto el escaso efecto dinamizador en la negociación que ha tenido el acuerdo de enero, ¿vamos a un modelo sin convenios de sector?

-Ya en enero veíamos que la patronal no tenía voluntad de desbloquear los sectores. Y seguirá sin hacerlo si no generamos conflictividad. Se siente apoyada por el Gobierno Vasco y CCOO y UGT en vez de confrontar con la patronal están por firmar acuerdos en minoría.

¿Qué le pasa a la industria vasca? ¿Es coyuntural el mal momento que viven algunas grandes empresas?

-Se vuelve a evidenciar la falta de política industrial del Gobierno Vasco. Cuando se ha puesto dinero público no ha habido ningún control. No hay una estrategia industrial clara. No se concreta por qué sectores hay que apostar y la inversión en I+D+i está por debajo de la media europea. Tapia dice que hay que apostar por el valor añadido pero en la práctica vamos a un modelo industrial que compite en costes laborales. El Gobierno Vasco hace mucha propaganda. Es verdad que los datos macroeconómicos son favorables pero no repercuten positivamente en la clase trabajadora.

¿Qué solución se puede dar a la decisión de una multinacional de deslocalizar una empresa porque puede producir más barato fuera?

-La solución sindical es complicada porque la legislación posibilita a las empresas tomar esas decisiones. Con la ley estatal una empresa que decide cerrar lo va a hacer, da igual que tenga beneficios. Para eso reclamamos también la soberanía.

¿Con soberanía se pueden hacer leyes que eviten que una multinacional cierre una fábrica?

-No es solo tener soberanía. Hay que hacer un debate de país sobre nuestro modelo productivo. Qué se debe producir y qué relaciones laborales necesitamos. Son debates que tenemos que hacer y que no se afrontan. El planteamiento no es con la independencia se arregla todo.

En cuanto a La Naval, ¿es la inyección de dinero público la solución?

-Lo primero decir que solo se habla de los 200 trabajadores directos de La Naval pero hay otros 1.800 de subcontratas. Pedimos una mesa con toda la cadena. Creo que es un sector estratégico por el que hay que apostar y no está mal inyectar dinero público. Pero siempre con un plan de viabilidad y un control de ese dinero.

Teniendo en cuenta los límites que impone Europa, ¿hay margen para aumentar el gasto social?

-Ser un estado soberano nos da más herramientas para hacer otro tipo de políticas. El autogobierno que tenemos es limitado pero hay margen en política fiscal. Pero el Gobierno Vasco aplica las mismas políticas neoliberales que el PP y ya vemos que es la patronal la que marca el debate sobre la fiscalidad. Detrás de la negativa del PNV a impulsar un proceso soberanista hay una apuesta de clase y un modelo económico neoliberal. Es más fácil imponer ese modelo en el marco estatal porque aquí la correlación de fuerzas es diferente.

LAB sigue ganando representatividad y en la CAV ya supera a CCOO.

-Le damos mucho valor. En un contexto donde el sistema ha inculcado a los trabajadores la idea de que la lucha colectiva no sirve, ir a las empresas con un modelo de confrontación que no siempre da resultados inmediatos no es fácil.

Tras diez años de crisis las reformas y los recortes siguen ahí. ¿Han perdido los sindicatos esa batalla?

-La pregunta que nos tenemos que hacer es qué hubiera pasado estos años si no hubiésemos luchado. Hasta dónde hubiéramos retrocedido sin lucha sindical.