BILBAO - El director general de la empresa Construcciones Metálicas Jose Lazpiur S.A. es un empresario vasco al uso. De esas personas pegadas al taller en su Bergara natal, Miguel Lazpiur (Bergara, 1942), conoce de primera mano las vicisitudes de las pymes industriales de Euskadi y por ello tiene una visión privilegiada de la situación de la industria vasca. El que fuera máximo responsable de la organización empresarial vasca Confebask -un firme partidario de que al frente de la misma estén personas con empresa propia- destaca que pese a las noticias negativas de una docena de compañías, “la industria vasca, en líneas generales, está mejorando y saliendo de la crisis”. Pero para ser competitivos “hay que tener tecnología y gente preparada”. Para Lazpiur la formación es clave. “Soy un firme partidario de la Formación Profesional dual. Animo a los jóvenes a que se preparen bien, a que aprendan inglés, porque hay futuro”.
¿Qué es Construcciones Metálicas Jose Lazpiur hoy en día?
-Somos una empresa vasca formada por un equipo de personas, en torno a un centenar, comprometidas con un proyecto. Que trabajamos en 25 países de todo el mundo, con implantaciones comerciales y de asistencia técnica en Alemania, Francia, México, Estados Unidos, Marruecos, China, Italia, Brasil y Filipinas. ¿A qué nos dedicamos? Pues tenemos dos actividades básicas. Una es la fabricación de utillaje de forja metálica para prensas automáticas especializadas, básicamente para el sector de automoción. Hemos aprendido a hacer las mismas en tres tecnologías, en frío, en semicaliente, y aquí hemos sido pioneros en Europa con un know how propio, y en caliente. Esto representa el 30% del negocio. Además fabricamos maquinaria repetitiva sobre plataformas estandar así como algunas máquinas a medida.
¿Se nota la mejoría de la economía en la facturación de la compañía?
-Sí. La recuperación, poco a poco, es un hecho. Nosotros esperamos crecer más del 10%. Pero para poder estar en el mercado de forma competitiva tienes que tener productos de alto nivel tecnológico. En las dos líneas de negocio estamos mejorando pero hay que tener en cuenta que desde Euskadi competimos con alemanes en Alemania, con franceses en Francia y con italianos en Italia. Y para poder hacerlo y distinguirte del resto de la competencia necesitas tecnología propia y servicio.
¿La tecnología es clave para ser competitivo?
-Sin duda. Es un elemento que, junto con la flexibilidad, hace la diferencia. En la actualidad el cliente te pide calidad, servicio y precio. En calidad hoy en Euskadi, tras sudar mucho la camiseta desde los años 90, ya hemos conseguido tratar de tú a tú a los principales competidores europeos. En precio, este lo marca el mercado, pero el servicio y la tecnología que aportas es lo más importante y ahí podemos competir porque en la empresa tenemos la flexibilidad necesaria para atender las peticiones de un cliente. Me explico, si hay que montar una máquina en agosto se monta. Y esto hay que entenderlo si queremos asegurar nuestra competitividad y nuestro futuro. Dicho esto en una empresa pequeña no podemos desarrollar la tecnología solos pero en Euskadi tenemos unos buenos centros tecnológicos y si necesitamos algo buscamos su colaboración porque si no, una empresa pequeña como la nuestra difícilmente puede hacer según qué cosas. Colaboramos mucho con Tekniker, sobre todo, con Ikerlan, con todos. El resultado es que contamos con una veintena de patentes propias, la primera de 1964. Estratégicamente entendemos que si no es así es muy difícil dar una respuesta a los retos tecnológicos que hoy plantea el mercado, sobre todo a la velocidad, cada día más rápida, adecuada y a un precio competitivo porque una empresa pequeña no puede tener todo en casa.
¿La empresa ha cambiado mucho con la crisis?
-Sin duda. En 2011 con la que estaba cayendo, en Navidad a la hora de plantear el plan de gestión para 2012 no sabía qué hacer en medio de pérdidas y más pérdidas. Nos apretamos el cinturón, salimos a vender fuera como locos, fuesen mercados naturales o no. Resistir era la palabra. Pero los trabajadores me dijeron que resistir igual no era lo más adecuado. Repensamos la empresa para adaptarnos a la nueva realidad, todos se comprometieron a sudar la camiseta y actuamos. Hicimos un estudio para analizar los proyectos uno a uno, la rentabilidad de cada venta y la gente lo entendió.
¿Cuanto cayó el negocio en Lazpiur en la crisis?
-En un año bajamos un 50%. Fue una situación durísima y cambiamos todo para adaptarnos. Pero esta empresa tiene más de cien años y sabemos lo que son los cambios. Empezamos haciendo zapatos, luego clavos, y a principios de los años sesenta del siglo pasado empezamos a fabricar lo que es hoy día la empresa porque pensamos, y hubo que convencer al padre para ello, que los clavos tenían poco valor añadido y había que hacer otra cosa más compleja y de más valor. Crisis habíamos conocidas muchas, en especial las de los años que terminaban en tres. 1973, 83, 93 habían sido malos. Pero está crisis, la que estalló con Lehman Brothers, ha sido muy dura. El 2009 fue muy malo pero afortunadamente ya hemos recuperado los niveles de negocio previos a la crisis.
¿Para vender hay que salir fuera?
-Sí, claro. En España vendemos un 25% de media y fuera el 75%. Ahora por ejemplo nuestro interés está muy volcado en China. Tenemos un distribuidor allí que está muy interesado en que fabriquemos en el país. Para empezar les hemos dejado producir en Asia la máquina más simple que tenemos en el catálogo a cambio de un royalty y ya veremos como evoluciona. Pero algo habrá que hacer allí porque nuestro distribuidor ve un gran futuro en China al producto que hacemos nosotros. Ahí estamos pensando como sacar partido. Además no hay que olvidar que Donald Trump con sus políticas en Estados Unidos está consiguiendo que, por ejemplo, las exportaciones industriales de México sean más competitivas fuera por la devaluación de su moneda y que China siga siendo la fábrica de América.
¿El tamaño empresarial importa?
-Sí. Y es fundamental que la empresa vasca gane dimensión porque no es fácil competir en un mercado global pero tampoco hay que obsesionarse con el tamaño. No es sencillo fusionar empresas, por ejemplo, porque al final hay una relación de personas que están acostumbrados hacer las cosas a su manera y unirse no es fácil. Y al final tiene que mandar uno. Pero dicho esto es cierto que hay que analizar formas de colaboración, posibles alianzas, buscar la forma de unirse bien con otras empresas que elaboren productos complementarios. Pero no se trata de unirse por unirse hay que hacerlo bien. Las empresas tienen que estar medianamente saneadas porque si te juntas a un muerto.... Pero insisto no hay que obsesionarse con la dimensión porque lo que necesitamos en el País Vasco son empresas competitivas con un nivel tecnológico alto y que hayan aprendido a andar por esos mundos de Dios.
¿Se ha notado la mejora en la financiación para las empresas?
-La financiación ha mejorado mucho. Nosotros pasamos nuestros apuros en los años duros de la crisis pero hoy en día no tenemos problemas. Si tienes una empresa y un proyecto que funciona tienes dinero y ahora muy barato. Mira, ahora vamos a hacer una inversión importante en nuevos equipos y estamos hablando de un millón y medio de euros pues hemos conseguido financiación prácticamente al uno por ciento. En total, este año vamos a invertir unos 2 millones de euros porque hay que estar invirtiendo constantemente para seguir siendo competitivos.
¿Hay que cuidar la fiscalidad empresarial?
-La fiscalidad tiene que tener en cuenta a las empresas que son las que generan empleo y riqueza, y tiene que estar alineada con la industria. La mayor presión fiscal nos ha hecho daño a los empresarios familiares. El dinero que se gana y se vuelve a reinvertir en la empresa hay que cuidarlo fiscalmente. Aquí cuando tenemos un poco de dinero no nos lo gastamos en un yate en Mallorca, nos compramos una máquina mejor. En un momento dado porque la actividad va bien y una empresa gana dinero y tiene cash, Hacienda te mira como si eso fuese malo. Disponer de liquidez es la mejor llave de libertad y de competitividad para una compañía. Una empresa que esté endeudada en exceso es más débil que el papel de fumar. Hay que tener una solidez financiera. Y el empresario vasco, en general, ha sido serio.