madrid - La precariedad laboral y la rotación de una notable bolsa de trabajadores entre el paro y el puesto de trabajo no cesa en 2017 pese a la mejoría de la economía española y del empleo. El primer semestre del año ha finalizado con 18.433.107 afiliados a la Seguridad Social en el conjunto del Estado español frente a los 17.849.055 con los que cerró 2016. Ello supone una positiva noticia. Hay 584.052 afiliados más que hace seis meses. El problema es que para conseguir ese medio millón de empleos se han tenido que realizar en el primer semestre nada menos que 10,5 millones de contratos laborales.
La precariedad laboral está en boca de casi todos los agentes sociales en el Estado pues es una realidad incuestionable en algunos sectores de la economía. Puestos de trabajo fijos son ocupados por la misma persona durante años a base de renovaciones temporales o son desempeñados por personas que se van rotando cada poco tiempo. Y no se trata de empleos coyunturales, por ejemplo, campañas de verano, de rebajas, sustituciones por enfermedad, por puntas de trabajo o un contrato de obra, sino estructurales.
Se denomina precariedad laboral al estado de situación que viven las personas trabajadoras que, por razones diversas, sufren procesos que conllevan inseguridad, incertidumbre y falta de garantía en las condiciones de trabajo, más allá del límite considerado como normal. ¿Y qué sería lo normal? Según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes al pasado año, de los 15,4 millones de asalariados que había en aquel momento, 11,25 millones tenían contratos indefinidos y unos 4,15 millones tenían contrato temporal. Es decir, casi tres de cada cuatro trabajadores tiene un contrato fijo, que sería pues lo normal.
Frente a esa realidad hay otra en el mercado laboral caracterizada por altos índices de precariedad concentrada especialmente en un amplio colectivo flotante de trabajadores que se mueve entre la temporalidad y el desempleo. Por ejemplo, entre los afiliados al régimen general, el que agrupa a los asalariados, el porcentaje de quienes tienen un empleo temporal y/o parcial supera el 40%.
En los primeros seis meses del año se han firmado en España más de 10,5 millones de contratos de trabajo, la mayor cifra nunca registrada para este periodo, y que supone de media casi 58.000 contrataciones al día. Y con todas esas contrataciones sólo se ha conseguido generar 584.052 empleos más. Según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) el año pasado en el primer semestre se cerraron 9,4 millones de contratos laborales frente a los 10,5 millones actuales.
La cifra del primer semestre del año refleja el peso de la temporalidad en el mercado laboral y ello es un lastre para la economía porque impide a numerosas personas, en especial jóvenes, plantear un proyecto de vida y aumentar los niveles de consumo interno.