viernes 12 de mayo, unos hackers lograron bloquear miles de ordenadores de todo el mundo y hacerse con la información que contenían, que fue automáticamente encriptada para que nadie pudiese acceder a ella. Era un secuestro. Un secuestro de datos conocido como ransomware por el tipo de virus que lo causa, el Wannacrypt. A cambio, los piratas no pedían el rescate en euros o dólares, exigieron bitcóins.
Esta criptomoneda había alcanzado un día antes su máximo histórico llegando a los 1.685 euros, cuando solo una semana antes estaba en 1.350. Un ritmo imparable que no se había vivido ni siquiera cuando en 2014 pareció resurgir con el interés de grandes empresas por facilitar este medio a sus clientes. Como sucede con las divisas al uso, el valor del bitcóin fluctúa a diario. De hecho, se trata de un mercado muy volátil, por lo que su valor puede registrar grandes oscilaciones en poco tiempo.
Los responsables, que hasta el momento han recaudado menos de 63.774 euros, exigieron el pago en bitcóins para recuperar el acceso a los datos encriptados. Pero, ¿qué es esta moneda y por qué la eligen los piratas informáticos? El bitcóin nació en 2009 como una moneda virtual autorregulada, es decir, no existe un organismo o entidad que la controle. Está fuera de todo control. Se pueden intercambiar en cualquier sitio del mundo por la moneda o activo que más interese. Además, el pago también garantiza el anonimato, pues el usuario no debe dar ningún tipo de información o datos personales. Además, el cifrado de las transacciones, a pesar de ser públicas, es tan complejo que resulta muy difícil de rastrear. En estas transacciones no hay intermediarios, se realizan en redes P2P (más seguras que los cauces habituales). Sin embargo, sí se puede intentar seguir estas transacciones de bitcóins analizando la actividad de sus usuarios, cotejando información de casas de cambio y otros sitios donde se utilice esta criptomoneda, algo que no resulta una labor sencilla.
mecanismo efectivo Al no existir un banco o una reserva que emita y regule el flujo de bitcóins, tiene que haber un sistema alternativo para crearlos. Estos se adquieren en Internet, aunque también hay establecimientos físicos en los que se pueden conseguir. En España hay alrededor de 7.000 cajeros en los que es posible cambiarlos. En Internet, el modo en el que funcionan las webs como Coinbase, una de las más utilizadas a nivel mundial, es sencillo.
Los usuarios interesados en comprar bitcóins abren una cartera digital a la que se conoce como monedero. Ésta se vincula a una cuenta bancaria o a una tarjeta para poder convertir la moneda local del usuario (euros o dólares, por ejemplo) en la moneda digital. Cuando se formaliza la compra de criptodivisas, éstas se almacenan en el monedero y a través de él se harán las transacciones.
Como se ha dado a conocer antes, no existe ningún organismo que regule esta criptomoneda por lo que son los usuarios los que controlan sus propias transacciones. Una de las ventajas es que se mantiene el anonimato de los usuarios.
Si ya es complicado conocer de dónde vienen los movimientos por su sistema sin intermediarios ni datos del usuario, algunos cibercriminales recurren a servicios de mezclado de bitcóins. Estas operaciones crean un puzle difícil de resolver.
Es como si en un gran grupo de personas que se intercambian monedas de euro participara uno que ha robado un euro en otro grupo y al mezclar todas las monedas y quedarse el ladrón con uno ya no se sabe de quién era el euro robado porque todos los euros son iguales entre sí.
A pesar de ser un mecanismo efectivo para realizar distintas actividades de compra-venta no existe una seguridad jurídica a la que acudir si, por ejemplo, se produce un robo de bitcóins. Tras las transacciones realizadas entra en juego el trabajo de los llamados mineros.
libro de datos Estos son los usuarios que recogen las transacciones realizadas para desencriptar los bloques creados a través de operaciones matemáticas y consiguen verificarlas.
Todas las transacciones se recogen en un gran y único libro contable. Cuando se producen quedan automáticamente registrada en ese libro, que funciona gracias a la magia del blockchain. No está en un sitio concreto, sino que se encuentra repartido en una red distribuida operada por los mineros. Estos cierran cada 10 minutos, aproximadamente, una de las páginas para distribuirla por toda la red y abre la siguiente.
Como recompensa de su trabajo, la primera transacción que se realice en esa nueva página va a parar directamente al monedero del minero. Este trabajo que realizan con las transacciones suele tardar varios días.
Los expertos aseguran que los bitcóins no son de momento una herramienta de consumo pero sí de inversión. Además, con su funcionamiento autónomo y de código abierto hay peligros del sistema financiero que se evitan como el corralito argentino, porque el dinero es el que es.
El dinero real que se utiliza ahora no está impreso, no existe como tal todo lo que manejan los bancos, y eso va bien sobre todo cuando todo funciona pero puede ser caótico en momentos de crisis. El bitcóin no es así. No se puede duplicar ni falsificar moneda. Los bitcóins emitidos son los que hay y los que se manejan. Inventárselos es imposible.
Tasas bajas o sin. Una de las ventajas es que el pago con esta moneda no procesa tasas o, si lo hace, son muy bajas. Algunos usuarios pagan más para que la transacción sea más rápida.
Libertad de pagos. Usando esta moneda, existe libertad para recibir cualquier cantidad de dinero de forma sencilla y rápida en cualquier parte del mundo, sin control.
Se revalorizó en 2016. El bitcóin se revalorizó el año pasado por dos motivos especialmente: la llegada de Trump al poder en EEUU, y el ‘brexit’ de Reino Unido de la UE.
El director del posgrado sobre Bitcóin y ‘blockchain’ de la Universidad Europea de Madrid (UEM) dice que el sistema de bitcóins es más difícil de rastrear y fácil de blanquear por la falta de control que hay sobre la moneda.
1.601
La web ‘Real Time bitcóin’ le otorgaba este lunes a cada bitcóin un valor de 1.601,11 euros y continúa subiendo. Si se compara con una onza de oro (28,70 gramos) esta estaba en 1.125,38 euros.
16,3
Los expertos en esta criptomoneda aseguraba que hay más de 16,3 millones de bitcóins en circulación, lo que supone más de 26.148 millones de euros.
12,5
La última cantidad conocida que se da a los ‘mineros’ como pago por mantener el sistema fue en julio de 2016. Se otorgan 12,5 bitcóins cada 10 minutos.