Bilbao - A solo seis meses de dar un paso atrás y una vez ha presentado públicamente a Garbiñe Aranburu como su “relevo natural”, Ainhoa Etxaide evita mirar únicamente por el retrovisor. La guipuzcoana (Hondarribia, 1972) muestra un escepticismo sin paliativos hacia el nuevo Gobierno Vasco y cierta ilusión ante la posibilidad de cerrar un acuerdo que blinde los convenios vascos.

Dice que LAB llega al Congreso de mayo con los deberes hechos. Haciendo balance de estos nueve años, ¿de qué está más orgullosa?

-De haber salido no solo vivos, sino fortalecidos. Hemos vivido la peor crisis que hemos conocido y el mayor ataque a los derechos sociolaborales. Nos han robado la negociación colectiva y se ha pedido la ilegalización de ELA y LAB. Hemos conectado con muchos trabajadores para dar una respuesta y renovar el sindicato. Llegamos al Congreso como segundo sindicato de la CAV y somos una organización determinante para quitar la mayoría a CC.OO. y UGT en Nafarroa. El balance es positivo en ese sentido. Sobre la situación de la clase trabajadora, claro, la reflexión es otra.

¿Y hay algo que le quede pendiente?

-Habiendo un mapa institucional novedoso y una agenda social propia en la calle, no se ha conseguido consolidar un espacio real de izquierdas y soberanista en Euskal Herria con una clara representación en las instituciones. La dinámica de las huelgas generales dio un buen resultado en forma de carta de derechos sociales. Hubo un parón y ahora hay que recuperar lo que no pudimos capitalizar.

Hace más de tres años de la última huelga general. ¿Se ha dejado de lado esa fórmula?

-No la descartamos. Viendo las políticas que va a desarrollar Rajoy la movilización va a ser una tecla a tocar sí o sí. A una fase de respuesta a las reformas le tiene que suceder una fase de construcción de una alternativa. LAB no va a ayudar a consolidar este modelo de crecimiento sustentado sobre la precariedad y la liquidación de derechos. Hay que abrir una fase de confrontación y en eso estamos.

La crisis estalla en 2008, justo cuando usted toma las riendas de LAB.

-La crisis ha sido una pésima noticia para los trabajadores y nos cambió la agenda. La agenda nos la ha marcado el Estado, el neoliberalismo y unas instituciones vascas que descartaron trabajar en un proyecto para Euskal Herria. Vino la tormenta perfecta pero hemos sabido navegar en aguas revueltas. Creo que esa potencialidad de haber podido salir fortalecidos de la crisis está aun por ver.

¿Qué tal la salud del sindicalismo?

-No hay un sindicalismo único. Hay un modelo fracasado que está al albur del papel que le den los gobiernos. El sindicalismo tiene una crisis de representatividad, es decir, a quién representamos si cada vez hay más trabajadores fuera del mercado laboral, y otra crisis sobre su razón de ser, para qué servimos si no hemos logrado limitar el poder del capital. El sindicalismo está en crisis, LAB no. Hemos hecho una reflexión que nos va a permitir ser útiles a los trabajadores.

El fin de la violencia de ETA también ha marcado su mandato. ¿Ha sido un empujón para LAB?

-LAB llega a los trabajadores a través de la acción sindical pero sí, la nueva situación política genera una situación nueva más favorable para los que queremos expandir nuestro espacio.

¿Ha cambiado la actitud del Estado en ese nuevo escenario?

-Ha sido una de las partes la que ha generado esa situación nueva. El Estado no ha neutralizado ninguna de sus medidas de excepción. La ley de partidos sigue vigente, el pacto antiterrorista no lo han levantado, la política penitenciaria no ha cambiado y se sigue respondiendo con represión hacia este país. Lo hemos visto estos días en Altsasu. El que pone la violencia en Euskal Herria es el Estado.

¿Están las relaciones entre la mayoría sindical y el Gobierno Vasco en su peor momento como dice ELA?

-Con el último Gobierno intentamos blindar la negociación colectiva vasca y cuando eso falló ya no hubo relación. Cuando el Gobierno decide dar a la minoría sindical la condición de mayoría genera una realidad en la que es inviable tener una relación normalizada. Para que haya relaciones normalizadas el Gobierno tiene que liquidar el acuerdo de julio.

¿No cambió nada la entrada de Ángel Toña en el área de Empleo?

-No tengo complejos en decir que con Ángel he tenido una relación cordial. Pero las políticas no se cambian con relaciones personales. El resultado de la consejería es nulo y con Toña no ha sido una excepción.

¿Cree que quiso y no le dejaron?

-Toña no nació dos días antes de llegar a la consejería. Con un Gobierno del PNV se hacen las políticas que decide el PNV. A Urkullu se le puede acusar de todo menos de mentir.

¿Qué espera del nuevo Gobierno de PNV y PSE?

-El pacto nace para no cambiar las políticas. Seguiremos haciendo trabajo sindical y social para obligarles a cambiar. Si vemos las estadísticas de paro, pobreza y precariedad la evolución es la misma que la del Estado español. No hay oasis vasco.

Habrá una consejera enfocada en el diálogo social. ¿Va a estar LAB?

-No conozco a las consejeras de Empleo y Trabajo -Beatriz Artolazabal y María Jesús San José-. La condición para estar es que la mesa se cree para acordar políticas que transformen la realidad. La última mesa no ha servido para nada.

¿Se recuperará la alianza de LAB con ELA?

-Hay diferencias pero tenemos claro que hay que sumar fuerzas. ELA sabe que LAB no está subordinada a la Izquierda Abertzale. Tenemos una línea propia y ahí están los resultados.

En 2013 LAB se movilizó con CCOO y UGT por los convenios. Se llegó a hablar de una nueva mayoría.

-Coincidimos pero no fuimos aliados. Nunca he limitado el papel de LAB a dar o quitar mayorías. Habremos coincidido con unos o con otros pero siempre nos hemos situado entre los trabajadores. LAB no puede hacer alianzas con sindicatos que estatalizan la negociación, priman la agenda estatal y acuerdan con los gobiernos políticas que no sirven para nada.

¿Habrá acuerdo interprofesional?

-A la reunión del día 30 llevaremos la última propuesta de 2013. Vamos a pelear para que se incluya la ultraactividad. Hay que blindar los convenios futuros y los que han decaído. Sobre todo hay que blindar nuestro derecho a negociar aquí.

¿Quién ha cambiado de postura? ¿ELA o Confebask?

-Si hay un acuerdo igual al que pudo haber en 2013 no tendré claro por qué lo hay ahora y entonces no. El acuerdo que propuso el Gobierno Vasco no incluía nada de paz social. Eso sí, recordaría que quien dijo que no en 2013 fue Confebask porque se ponían límites a la reforma laboral.