GAsteiz - El ‘caso Apple’ ha puesto de manifiesto el margen de las multinacionales para eludir impuestos.
-La Unión Europea tiene un problema: no puede intervenir los sistemas fiscales de los estados miembros. Bruselas solo puede sancionar las medidas fiscales de un país que beneficien a sectores y empresas concretos. Irlanda tenía un vía de escape fiscal, la han cerrado más o menos en 2015, que permitía que se considerara irlandesa una empresa que residía fuera de Irlanda. Ese es el mecanismo que se ha utilizado, pero Bruselas no ha podido poner en cuestión el sistema
¿Que va a pasar ahora? ¿Se estrechará el cerco contra este tipo de prácticas?
-Es difícil saberlo. Irlanda no quiere saber nada. Por cierto, el Gobierno irlandés tendrá que explicar porque no quiere recuperar 13.000 millones. Hay países como Luxemburgo y Bélgica que están también bajo vigilancia por trato favorable a empresas como Amazon o Starbucks. Estados Unidos protesta por el trato que se da en Europa a sus multinacionales. Y lo cierto es que la ingeniería fiscal de empresas de este tamaño va siempre un paso por delante de las normas que puedan aprobar las haciendas.
Entonces no prevé que esta decisión de la Comisión Europea suponga un salto en la persecución de estas prácticas.
-Ojala consiga abrir un debate fiscal en la Unión Europa sobre las implicaciones que tiene hacer pagar impuestos a las empresas. No se puede permitir que las grandes compañías consigan dejar sus tipos casi a cero mientras las pymes siguen pagando los impuestos que les corresponden.
¿Y hacia donde debe avanzar ese debate fiscal?
-Si los países llegan a un acuerdo en torno una base imponible para las empresas que sea común y obligatoria en toda la UE, se habrá llegado a la raíz del problema. Es un debate importante sobre la necesidad de gravar de una forma más justa a las empresas en un mundo tan globalizado.