BILBAO- El director del cluster de alimentación de Euskadi, Jon Ander Egaña, biólogo de formación, resalta la importancia del sector en la economía vasca y analiza los cambios que se están produciendo en la industria tras el estallido de la crisis de 2008 y las variaciones en los hábitos de consumo de la sociedad.
¿En qué cifras se mueve la industria alimentaria vasca?
-Según los últimos datos que manejamos en el cluster, la industria alimentaria vasca tiene unas ventas de unos 4.400 millones de euros anuales, con un 5% de crecimiento. El segmento de bebidas es el más importante en facturación con unos 1.700 millones de euros. En total, contamos con unos 1.500 establecimientos que parecen muchos pero es que hay que tener en cuenta que el sector está formado por muchas empresas de muy pequeño tamaño. El 90% son firmas de menos de 20 trabajadores pero en conjunto estamos hablando de cerca de 15.000 empleos, número que ha bajado ligeramente en los últimos tiempos
¿Ha llegado la recuperación económica al sector?
-Se mantiene estable aunque repuntando al alza. Si miramos las cifras de ventas es verdad que han subido cerca del 5%, según los últimos datos disponibles, pero hay diferencias entre unos segmentos y otros. Esto engaña algo porque unos se comportan mejor que otros. Hay 16 empresas de más de cien trabajadores, de las que hay once socias del cluster, que tienen un comportamiento y luego la gran mayoría, sociedades muy pequeñas, con otro, un poco distinto. Digamos que el crecimiento no es homogéneo. Sí es cierto que la tendencia sí es ligeramente positiva pero hay que tener en cuenta las características propias de este sector, el de la alimentación, que es muy estable. Cuando todo va bien en la economía no se disparan las ventas pero cuando va mal, tampoco se derrumban.
La crisis llegó un poco más tarde a este sector, ¿por qué?
-La alimentación como he dicho es bastante estable, no fluctúa tanto como otros aunque sí hay ajustes. Y de hecho el estallido de la crisis económica de 2008 no llegó al sector vasco de alimentación con toda su crudeza hasta 2012. El punto de inflexión fue en setiembre de 2012 con la subida del IVA del 18 al 21 % ahí sí se notó una caída general del consumo porque ya la gente tenía menos dinero en los bolsillos y luego el paro había subido.
¿Además de la caída de ventas con la subida del IVA hubo un cambio en el consumo?
-Sí. Se produjo un cambio en la forma de consumir que incidió en la industria alimentaria vasca. Se consumía mucho menos fuera del hogar con lo que el canal de la restauración, el canal horeca, se resintió apreciablemente. Y se incrementó el consumo en el hogar familiar. Esto llevó al sector y a las empresas a la necesidad de cambiar formatos, presentaciones etc con las correspondientes inversiones en momentos complicados.
¿Se recortaron las ventas de los productos de mayor precio?
-Sí, claro. Se cambio de gama de productos consumidos. Simplificando podríamos decir que se pasó de consumir jamón ibérico a otros más sencillos como mortadela, por ejemplo. Por supuesto, al final la caída de renta disponible y el aumento del desempleo, terminó haciendo caer el consumo.
¿En alimentación se produjo una mayor separación entre los productos premium y los ‘low cost’?
-Sí. Se produjo una simplificación en los lineales de ventas y se redujeron las gamas existentes. Las gamas medias desaparecen y las altas soportan mejor la crisis porque el que quería consumir algo diferente, y que mantuvo su nivel de renta, siguió comprando los productos de más calidad y las marcas más reconocidas. Pero junto a ese proceso de desaparición de las gamas medias se produjo un crecimiento notable de las marcas de distribuidor con el factor precio como elemento fundamental. Y luego quedaron productos regionales, locales etc. En resumen, hay una simplificación de gama.
¿El auge de las marcas blancas del distribuidor y la caída del consumo afectaron a la inversión?
-Efectivamente. En esos años se produjo una reducción de las inversiones y sobre todo un descenso de la innovación en nuevos productos. Los consumidores no eran receptivos a las novedades. Y aquí si podemos decir que en el último año ya se ha notado una reactivación clara. Hay nuevas inversiones de proyectos que se habían quedado en stand by con la crisis. Se percibe una cierta expansión al reactivarse el consumo.
La deflación de precios ha hecho que aunque se venda lo mismo en kilos y litros, en euros las cosas no evolucionan igual.
-Las empresas lo han notado claramente en sus resultados porque los márgenes se han estrechado, se han achicado mucho. En muchos casos se han mantenido las ventas en base a promociones de producto. Hay empresas que lo han pasado muy mal pero no se han producido grandes cierres de empresas como ha podido pasar en otros sectores de la economía.
¿En este sector, la innovación es también clave para ganar cuota de mercado y márgenes?
-Para analizar esto tenemos que describir una realidad que mucha gente no conoce. El sector de la alimentación es el primer sector industrial de España y en Euskadi solo es el quinto. Y esto ocurre porque en el Estado hay un sector primario, productivo potente que empuja al desarrollo de la industria alimentaria. En Euskadi no tenemos ese sector primario, esa materia prima, no tenemos grandes extensiones de terreno. La excepción es la Rioja Alavesa con el tema de los viñedos y el vino. Ahí existe un nicho de mercado importante porque hay un volumen mínimo de producción, hay exportación. Es un segmento con futuro. Nosotros apostamos por la innovación en un sentido amplio y tenemos tres retos fundamentales por delante. Primero, el reto de la eficiencia. La presión sobre los precios va a seguir por lo tanto hay que continuar mejorando en eficiencia. Hay que mantener calidad pero reduciendo costes. Esto es un dogma en la industria. Un segundo reto pasa por crear más valor para nuestros productos porque aquí, por tamaño, no podemos competir en precios. Tenemos que competir en base a diferenciarnos. Y aquí la innovación es clave. También tenemos que saber aprovechar la cultura general del País en relación a la alimentación y la gastronomía. En Euskadi el consumidor valora más que en otros territorios este tema. El gasto per capita en alimentación de los vascos es el más alto del Estado, con diferencia. Además aquí la gente es favorable a este sector. Hay una cultura gastronómica en el día a día que hay que saber aprovechar. Contamos con empresas muy bien preparadas para poder competir fuera con todo esto. Y en tercer lugar, otro reto es saber transmitir y poner en valor el hecho de que en el País Vasco contamos con empresas alimentarias, con mucha historia y con tradición. Y además hay que revolucionar el producto. Por ejemplo, la conserva no crece, es un sector maduro y cada vez hay más competencia. Por ello es necesario lanzar nuevos productos, nuevos formatos, innovar para diferenciarse.
¿En Euskadi hay una apuesta por el desarrollo de la industria alimentaria?
-Hasta ahora no se consideraba como un sector esencial susceptible de crecer pero hoy en día el Gobierno vasco, siguiendo las pautas europeas de especialización de las regiones, sí considera que la alimentación es un nicho de oportunidad. Y se ha visto que toda la industria alimentaria, incluida la logística y su efecto sobre el turismo gastronómico, supone casi el 10% del PIB de Euskadi. Esto pone de manifiesto que la industria alimentaria puede ser un sector tractor para la economía vasca. Por ejemplo, en la relación entre alimentación y la salud.
¿Hay un proceso de concentración en el sector alimentario para poder negociar, por ejemplo, con las grandes superficies?
-La consolidación para ganar tamaño es necesaria pero tiene que ser natural. Antes de hablar de fusiones, por ejemplo, se puede cooperar en muchos aspectos. Es evidente que hay un proceso de concentración en la distribución, los que compran a la industria alimentaria son menos y más grandes. Por la tanto hay una necesidad natural de concentrar la oferta para poder negociar de una forma más paritaria. Y el aspecto clave para avanzar en la cooperación es la confianza entre las empresas.
¿Qué es el cluster?
-El cluster es una agrupación privada sin ánimo de lucro que abarcan a unas 70 socios de toda la cadena de alimentación. Desde proveedores de servicios, materias primas, equipos etc. para la industria alimentaria. Luego está la industria transformadora que es el corazón del cluster y, además, los canales de distribución organizada y el canal horeca, en su parte industrial. Además los agentes científico-tecnológicos, desde Azti al Basque Culinary Center. Nacimos en 2009 y uno de nuestros objetivo es fomentar la cooperación entre todos en beneficio de todos. Y un aspecto destacado es ayudar a salir fuera a nuevos mercados, a vender. Y no hablamos de Europa o EEUU, que también, pero asimismo de acceder a mercados como el Madrid o Barcelona.