Estoy en Washington, en un viaje alucinante al Folklife Festival que este año se dedica a la cultura vasca. Comienzo con estas líneas una especie de diario en el que intentaré acercarles pequeños detalles de esta semana, las cuestiones que no salen habitualmente en las crónicas. Y me gustaría comenzar hablándoles del inglés. Una, que ha invertido tanto tiempo y dinero en academias y en profesores de la lengua de Shakespeare, ayer se sintió muy orgullosa de nuestros políticos, los representantes institucionales que han viajado en esta misión comercial. Fuera aparte de lo que puedan conseguir estrechando lazos con sus homólogos norteamericanos, me satisfizo ver a la consejera Arantxa Tapia y al diputado general, Unai Rementeria, desenvolviéndose en un correcto inglés (hablar de perfecto sería una vanidad por mi parte) con los norteamericanos, que, por otro lado, dicho sea de paso, no supieron decir ni un hola en castellano, ni mucho menos un kaixo en euskera. Al menos quien sí lo intentó fue nuestro chófer boliviano. Julio lleva 25 años en los United States of America y aprendió inglés hace 10, lo necesitaba claro para trabajar. ¡Qué importante es saber idiomas!
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