Son malas fechas para las finanzas en Europa. Nadie en el continente quiere echar la mano a la cartera hasta no saber qué pasará el jueves en el referéndum en el que los británicos decidirán si se salen de la Unión Europea (UE), opción conocida como Brexit, o si se mantienen en la coalición. La incertidumbre se ha apoderado de los mercados financieros y las cábalas sobre el impacto que tendría el resultado en el comercio entre Europa y el Reino Unido tienen bloqueada la toma de muchas decisiones empresariales. Her Majesty’s Treasury, el departamento fiscal del Reino Unido, ya anunció que una hipotética salida de la UE a corto plazo supondría una recesión que le costaría al PIB caer un 3,6%, así como un aumento del desempleo en 500.000 personas, un crecimiento de la inflación y un descenso del valor de la libra esterlina, lo que derivaría en una disminución de los sueldos. ¿Pero cómo afectaría el Brexit a la relación comercial y empresarial entre Euskadi y el Reino Unido?

En la última década el Reino Unido siempre ha estado entre los cinco países a los que más productos han exportado las empresas vascas. Actualmente es el cuarto socio comercial de Euskadi, solo por detrás de Francia, Alemania y Estados Unidos. El volumen de exportaciones con destino a las islas británicas supone el 6% de las ventas al extranjero. José Luis Gil, subdirector del área de internacionalización de la Cámara de Comercio de Bilbao, reconoce que es una cifra importante, pero se muestra tranquilo ante la diversidad de la actividad empresarial vasca: “El País Vasco tiene la suerte de tener una estructura de comercio más propia de países muy avanzados y eso significa que tenemos una cartera de mercados de destino muy amplia. No dependemos excesivamente de ningún mercado. Tenemos muchas partidas diferentes y muchos mercados de exportación diferentes”. ¿Puede entonces el Brexit afectar gravemente a la economía vasca? “No tiene por qué”, responde, “comerciamos también con Suiza y con Noruega, que no están en la Unión Europea, y a nivel comercial hay tratados, fórmulas y estructuras de libre cambio para facilitar el comercio con esos países”.

Se han disparado las alarmas, mayormente por culpa de los políticos en campaña, pero los británicos nunca han sido críticos con el libre cambio. “Si no entraron en la Unión Europea en sus orígenes, fue porque ellos solamente querían un área de libre cambio”, recuerda Gil, “no querían una integración mayor. Eso es algo que nunca han discutido, que les interesa y que van a seguir defendiendo. A la UE también le interesa tener un sistema de intercambio comercial lo más flexible y ágil posible”.

A pesar de que el comercio con el Reino Unido será posible de una forma u otra, la incertidumbre para los inversores es una realidad. Las últimas semanas el comportamiento de las bolsas han estado condicionadas por el referéndum y a buen seguro tendrá su impacto en las fechas siguientes a la votación: “Si se materializase el Brexit, se produciría una incertidumbre en los negocios en el Reino Unido. Es un problema para todos, pero más para los británicos porque van a seguir comerciando con Europa en niveles cada vez más crecientes. Esa es la tendencia histórica, pero estarían fuera de la toma de decisiones a nivel de normativa, regulaciones, etcétera”.

De producirse el Brexit, José Luis Gil reconoce un pequeño “shock inicial”, pero está convencido de que la economía no sufriría mucho: “Creo que en el medio y largo plazo no se produciría una reducción del comercio con el Reino Unido. Quizás sí en el corto plazo, porque la gente pararía y querría ver qué pasa con el Reino Unido. Pero en ningún momento se está contemplando un horizonte en el que habría que pagar aranceles en el comercio con el Reino Unido. Eso está totalmente descartado por las dos partes. No los tenemos con Suiza ni con Noruega, cómo los vamos a tener con el Reino Unido. Sí se puede producir un estancamiento temporal de las ventas y que dejen de crecer las importaciones y exportaciones. Pero cuando se pasase la fiebre el comercio seguiría evolucionando de forma positiva. Desde ese punto de vista, no tengo ninguna duda de que no se va a ver afectado el comercio bilateral”.

USOS Y COSTUMBRES José Luis Gil también lanza un mensaje de tranquilidad a aquellas empresas vascas con negocios y contratos firmados con entidades británicas. “A nivel de comercio internacional las legislaciones nacionales cuentan muy poquito. La contratación y los pagos se rigen por algo que no son normativas, son los usos y costumbres en el comercio”, explica el subdirector del área de internacionalización de la Cámara de Comercio de Bilbao, “todo ese conjunto de normativas no es parte de la legislación de un país o del otro, sino que mana de una entidad, la Cámara de Comercio Internacional, que tiene la sede en París y que está formada por una serie de comités”.

Los políticos británicos que abogan por salirse de la Unión Europea esgrimen argumentos económicos como el hecho de que, durante 2015, el Reino Unido tuvo que hacer contribuciones netas a la UE de 30 millones de euros al día, mientras que, por ejemplo, España recibía 6 millones de euros al día. Datos como este contribuyen a que en la opinión pública británica se tenga un concepto negativo de la unión: “Creo que es un problema cultural de ellos que provoca que tengan una apreciación muy concreta de lo que es Europa: dar subvenciones a los países del sur. Creo que los políticos fomentan mucho esa idea y tienen una visión de que están financiando a todos los países del sur y sus insignificancias económicas. Creo que esa visión la tienen el contribuyente británico y el empresario británico. Aquí, en cambio, se habla bien de Europa y se ve Europa como algo positivo para la estabilidad económica”.

la libra, en la cuerda floja Un aspecto que sí puede ser negativo para los intereses de las empresas vascas es el comportamiento de la libra esterlina ante un cambio tan importante. “La verdad es que el hecho de que la libra esterlina no esté en la Unión Europea sí que es un problema económico”, se lamenta José Luis Gil, “porque la libra puede fluctuar contra el euro”. Si cae el valor de la moneda británica, el producto británico se abarata y es más competitivo, en detrimento del producto europeo. En cambio, si la libra se revaloriza, su producto se encarece y el euro se hace más competitivo. “Esto, para tomar una decisión económica, es malo”, aclara Gil, “una gran empresa que vende en todos los países de Europa, como Mercedes, lo que quiere es tomar las decisiones sabiendo lo que va a costar la producción y que va a ser competitivo en todo el continente. Le resulta incómodo que haya una parte del mercado donde su producto puede encarecerse o abaratarse de forma artificial solamente porque varía el valor de la moneda”.

Queda claro que los vaivenes de la libra podrían ser una pega a la hora de hacer negocios en un Reino Unido fuera de la Unión Europea, pero tampoco sería algo grave. “Puede afectar algo, pero poco”, dice José Luis Gil. Y más teniendo en cuenta que el Reino Unido ha salido del tópico industrial. “La economía británica ha evolucionado de una economía manufacturera a una economía de servicios”, explica José Luis Gil, “hoy en día el Reino Unido no es como Alemania, un exportador de productos. Exporta servicios financieros, servicios logísticos, servicios de seguros, servicios de organización de feriales y eventos, servicios turísticos? Pero no es un fabricante. Lo fue, pero ya no”.

La City londinense, el centro neurálgico donde se movilizan todos esos servicios financieros, puede perder este jueves su privilegiado estatus. José Luis Gil señala cómo esas grandes firmas temen, precisamente, abrir una brecha con el continente: “Si en algo se caracterizan todas esas empresas de inversión es en que saben lo que les interesa. Todo el mundo en la City apuesta fuerte por no salir de la Unión Europea. A la hora de votar, al votante el corazón le va a decir una cosa y el bolsillo otra. Hay que respetar lo que digan. Tienen la mentalidad de lo que fueron hace un siglo: un imperio. Tienen que pensar cuál es su puesto en el mundo. Y deben hacerlo más con la cabeza que con el corazón”.