washington - La Reserva Federal (Fed) optó por la prudencia en un nuevo capítulo de dudas sobre el proceso de ajuste monetario en EEUU, esta vez a causa del Brexit y el mal dato de creación de empleo de mayo, y aplazó, una vez más, la esperada subida de tipos de interés. Cuando en diciembre de 2015 el organismo encabezado por Janet Yellen elevó los tipos un cuarto de punto, la primera vez que se tomaba una medida así en casi una década, supuso la constatación de que EEUU había dejado atrás la aguda crisis financiera de 2008, desencadenada por la explosión de la burbuja inmobiliaria. Los tipos se situaron entre el 0,25% y el 0,50%, y Yellen llegó a afirmar que se proyectaban hasta cuatro ajustes monetarios en 2016.
Sin embargo, desde entonces, el banco central estadounidense ha sido incapaz de dar un paso en la dirección del ajuste. En principio, fue la volatilidad e incertidumbre sobre la economía de China, inmersa en un proceso de transición hacia un modelo más basado en la demanda interna; a la que se añadieron los bajos precios del petróleo, la fuerte apreciación del dólar a lo largo del pasado año y una debilidad global mayor de lo proyectada. Luego, en el segundo trimestre, el nerviosismo se reabrió con la convocatoria del referéndum sobre el Brexit y la volatilidad volvió a los mercados, debido al papel de Londres como centro financiero global. “Fue uno de los factores para tomar la decisión de hoy (...) (El Brexit) podría suponer importantes consecuencias sobre los mercados financieros”, reconoció Yellen en rueda de prensa este miércoles. A ello, se añadió un sorprendentemente frágil dato de creación de empleo en mayo en EEUU, de apenas 38.000 nuevos puestos de trabajo y el peor en cinco años, y pese a que la tasa de desempleo se ubicó en el 4,7.
Las próximas reuniones de la Fed están previstas para el 26 y 27 de julio, y para el 20 y 21 de septiembre. De las dos, solo en septiembre está previsto que comparezca en rueda de prensa Yellen, lo que inclina la balanza a que el alza de tipos se produzca entonces. Entre algunos economistas, no obstante, ha cundido la idea de que existe un mayor problema de fondo en la economía estadounidense asociado a debilidades estructurales como la baja productividad, por lo que la obsesión de continuar con el ajuste monetario no es la correcta.
Es el caso de Larry Summers, ex secretario del Tesoro y profesor de Harvard, quien afirmó esta semana en The Washington Post que “la crónica esperanza y creencia de la Fed de que las condiciones pronto permitirán una subida de tipos es errónea”. Para Summers, las probabilidades de recesión son “ahora de entre un 25 y un 30%” debido a que “el crecimiento es apenas del 2%, el resto del mundo tiene serios problemas y EEUU cuenta con un inusual nivel de incertidumbre política, lo que le hace inclinarse hacia un mayor pesimismo”.