Bilbao - El viceconsejero de Empleo, José Andrés Blasco (Bilbao, 1959), habla casi a la misma hora en que los sindicatos movilizan a la plantilla de Lanbide para pedir su dimisión. “Mis hijos están permanentemente en portales de empleo y en internet. Ni se les pasa por la cabeza acudir a Lanbide a buscar trabajo”, dijo Blasco la semana pasada.

En la carta enviada a la plantilla de Lanbide dice que sus palabras se sacaron de contexto.

-Absolutamente. Lo que quería trasladar eran los retos en materia de empleo y para eso hay que reconocer los aspectos negativos. Llevaba un cuarto de hora hablando a un público muy joven y, en vez de decir que el nivel de intermediación es bajo, dije lo de mis hijos. Fue una expresión coloquial para rebajar un poco el tono. Luego planteé que hay que hacer una reformulación del sistema usando algunos de los medios que están en esos portales que citaba. Solo se recogió la primera parte del razonamiento. Son cosas que no se deben decir pero creo que mis palabras se sacaron de contexto.

Los resultados de intermediación de Lanbide son muy bajos en comparación con una ETT.

-Los resultados son distintos. Lanbide no solo hace intermediación. Trata de mejorar la empleabilidad y la competitividad de las empresas, que son las que crean empleo. La intermediación es una función que los servicios públicos tienen bajo mínimos. En comparación con otros servicios de empleo del Estado, incluso de Europa, en Lanbide no estamos tan mal, pero hay que mejorar esos ratios de intermediación. No ponemos cataplasmas de autocomplacencia. Mi obligación es arreglar los problemas, no camuflarlos ni taparlos.

¿Cómo sentaron sus palabras al consejero Ángel Toña y al lehendakari Iñigo Urkullu?

-Supongo que no han gustado. Yo no tengo ningún apego al cargo, reconocí inmediatamente que fueron unas palabras impropias.

¿Alguno de los dos le ha pedido que deje el cargo?

-No. La única propuesta de dejar el cargo fue la mía. No quiero que por las palabras de un humilde viceconsejero le sacudan ni al consejero ni al lehendakari. Puse mi cargo a su disposición, pero me dieron su apoyo.

Se le ha acusado de ir preparando el terreno para una privatización.

-En ningún caso. Creo en el sistema público, pero no voy a negar lo evidente. Quiero mejorar el servicio público y hacerlo más eficiente. Lanbide es un servicio de empleo joven, con cinco años y medio de vida, heredero del antiguo Inem, que no hacía políticas activas de empleo. Se asume esa competencia en plena crisis y con un 18% de desempleo. Todo eso ha generado problemas a nivel de estructura y funcionamiento que estamos en vías de solucionar. Hay una apuesta clara por el sistema público.

¿Cómo se logra que las empresas se fijen en Lanbide para contratar?

-Estamos trabajando con la patronal y los sindicatos en un sistema de formación con compromiso de contratación. Las empresas nos piden una formación específica y nosotros la prestamos si se comprometen a contratar. Son programas que funcionan ya con bastante éxito aunque tenemos que profundizar en ese camino.

¿Se ha logrado simplificar la gestión de las ayudas sociales para dedicar más recursos a intermediación?

-Se ha avanzado pero hay mucho que mejorar. En la Estrategia de Empleo 2020, que es una reflexión plural con agentes sociales, la universidad, ONG, etc. sobre los retos de los próximos años, uno de los temas que se abordan es cómo mejorar Lanbide. Estamos dando pasos, pero cuando se plantean modificaciones se alteran los ámbitos de comodidad de la gente. Hemos tenido críticas sobre todo en el ámbito de la formación, donde estamos creando una estructura nueva. Es un modelo basado en las necesidades que nos planteen las empresas y los sindicatos que va a suponer un gran paso para la empleabilidad y para la competitividad.

¿Está en riesgo la paz social en Lanbide alcanzada en otoño?

-Creo que no. Los pasos que se han dado han sido importantes. La nueva Relación de Puestos de Trabajo (RPT) se tiene que asentar y los frutos se verán en unos meses.

¿Cómo evolucionará el empleo en 2016?

-Parece que va a continuar la mejoría de forma sostenida. El desempleo se reduce de forma importante, en parte por la sustitución de trabajadores que se jubilan. El mercado laboral sufre cambios vertiginosos y sabemos que la creación de empleo no va a los ritmos a los que estamos acostumbrados. Uno de los sectores que tira del empleo es la industria, a pesar de la situación de las grandes acerías.

¿Qué puede hacer la administración para reducir la precariedad?

-Poner las herramientas para que las empresas sean competitivas y creen puestos de calidad. La reforma laboral ha hecho cambios muy profundos y eso se nota. Hay vacíos normativos porque tenemos vacíos en la negociación colectiva. Los convenios no solo regulan jornada y salario, también aspectos relacionados con el empleo. Es un asunto en el que estamos trabajando en el diálogo social. Los acuerdos beneficiarían a los trabajadores y darían seguridad a los empresarios, que también necesitan un referente normativo al que atenerse.

Algunos sindicatos critican el apoyo del Gobierno al modelo de relaciones laborales de Confebask.

-El Gobierno no se ha posicionado a favor de ese documento, que quede claro. CCOO y UGT presentaron otra propuesta y el Gobierno está intentando poner de acuerdo a las dos partes, pero asumiendo que los que tienen que acordar son ellos. Mejorar la transparencia y la participación me parece estupendo, aunque creo que eso es más una forma de gestión de la empresa que un modelo laboral.

Vuelven a aumentar los accidentes laborales. ¿Invierten menos las empresas en prevención?

-Hay un repunte, en parte por el incremento de la actividad. No se puede achacar a que hay menos medidas de seguridad. Entre los últimos accidentes mortales ha habido descuidos y un infarto. Osalan pone fórmulas de concienciación, pero no puede estar en todos los centros de trabajo.

¿Se aplican los convenios colectivos en la construcción?

-Desde la Inspección de Trabajo no hemos notado un aumento de los incumplimientos.