pamplona - Casi nueve años después del estallido de la crisis hipotecaria, la banca sigue sin pisar tierra firme. Y quizá tarde todavía en hacerlo. Sin márgenes y con una mora creciente, sus problemas están lejos sin embargo de resultar coyunturales. Antonio Quero, economista, funcionario europeo y uno de los padres de la idea del Banco Ciudadano de Depósitos, suscribe la tesis del exgobernador del Banco de Inglaterra Mervyn King: “De todas las formas posibles en las que es posible organizar la banca ésta es la peor”.

Quero es autor del libro La reforma progresista del sistema financiero, en el que plantea una idea que fue acogida por Podemos en su documento económico de 2014 y que presentó la semana pasada en Pamplona. Se trata de separar lo que hasta ahora parece indisoluble en el sistema financiero: depósitos y créditos. Según su propuesta los primeros quedarían custodiados en un única entidad, el Banco Ciudadano, y la banca convencional sería la encargada de seguir dando los créditos. “De este modo se espantaría el riesgo de los rescates financieros que hemos vivido estos años”, dice Quero.

“Este modelo es inestable intrínsecamente. Depósitos y créditos están en una misma entidad, que capta depósitos que tiene que poder devolver en cualquier momento, mientras que los créditos se conceden a medio y largo plazo, por lo que se crea un desfase”, defiende Quero, quien recuerda otras crisis anteriores y cómo, al comienzo de la actual, se reconocían los fallos en el sistema, pero sin que hayan cuajado alternativas.

“Ese desfase hemos aprendido a gestionarlo. El banco central sirve como prestamista de última instancia por si no hay liquidez y el fondo de garantía de depósitos sirve para que a la gente no le entre el pánico. Pero esto vale cuando hay un banco con problemas. Si se trata de un vendaval financiero se nos cae todo. Porque es inestable por sistema. Hoy, si un banco recoge 100 euros en depósitos puede prestar 99 y solo uno lo tiene que poner en la reserva del banco central. Por tanto tenemos una pirámide invertida que no se sostiene”.

custodia de los fondos Para evitarlo, Quero plantea una idea que no es nueva. De hecho el llamado Plan Chicago, en una línea similar, data de 1933 y en los últimos años ha tomado fuerza en el ámbito académico anglosajón. “En el fondo todos queremos que los depósitos estén custodiados a todo riesgo y que los sistemas de pago funcionen. Por el contrario, el crédito, por definición, es arriesgado”.

Con esa propuesta, los depósitos quedarían centralizados en una única una única entidad, dirigida por directivos profesionales, que sería quien prestase a su vez a los bancos. Ellos prestarían a las familias y empresas, que compran un bien o servicio a un tercero que, a su vez, ingresa ese dinero en el banco de depósitos. Se crea de este modo un “circuito cerrado” para el dinero, de tal manera que, si se produce un impago, “habrá un problema económico o una deuda, pero no un pánico bancario, que es lo que origina los rescates”.

Quero destaca algunas de las virtudes de un sistema que permitiría liberarse “del chantaje de los rescates”, porque si un banco quiebra “se le deja caer al banco sin riesgo para los depósitos. Y, además, el beneficio del crédito se comparte”, porque a los bancos se les presta el dinero a un determinado tipo de interés.

Únicamente en España, este banco dispondría de 1,4 billones de euros en depósitos, que se irían agrupando durante un plazo de tres años. “Lo ideal sería algo a nivel europeo, pero se puede empezar a nivel nacional”, dice Quero, quien no ve un riesgo en que una parte del dinero se quede en efectivo o salga a otros países. “Lo que se puede escapar es muy poco en relación a esa masa de dinero”, explica Quero, quien destaca también la capacidad de compra de deuda que tendría la entidad.

“Sería tremenda y permitiría hacer frente a una crisis de deuda, porque tendrías una mayor capacidad para fijar un precio razonable, al disponer esta entidad de toda la liquidez del mundo”.