azpeitia - En su medio siglo de vida, la constructora guipuzcoana Altuna y Uria ha logrado superar numerosas dificultades y presentarse ante la sociedad como una empresa comprometida con su tierra y con la generación de riqueza. Tras la vorágine de la celebración del 50º aniversario, su presidenta María Uria reflexiona sobre la situación del sector y los logros de la firma.
¿Cómo consigue una empresa cumplir medio siglo?
-Sin duda, con mucho trabajo y con el compromiso de muchas personas. Se suele decir que una empresa son las personas que la forman. En muchos casos es una frase hecha, pero en el caso de Altuna y Uria es una realidad. Lo que empezó mi aitite Alejandro hace 50 años y continuaron mi padre y sus hermanos solo se explica como la historia de un compromiso: compromiso con la empresa, con el pueblo, con el país. Un compromiso que se refleja en el trabajo, trabajo duro durante toda su vida.
Su actividad se ubica en uno de los sectores más castigados por la crisis. ¿Qué factores han contribuido a superarla?
-La crisis, aparte de larga, sigue siendo muy dura. Muchas cosas en nuestro sector nunca volverán a ser como antes de 2008. Hemos pasado unos años muy difíciles para la empresa, que determinaron decisiones complejas y que en 2012 nos llevaron a una situación crítica. El plan estratégico 2012-2015 era arriesgado, a la vez que ambicioso: debíamos refinanciar el grupo, adecuar las estructuras de producción, restablecer el equilibrio financiero, poner en marcha procesos de diversificación, segregar las distintas actividades de la compañía y cambiar la cultura de la organización adaptándola a las nuevas formas de funcionar. Todos estos cambios, en un entorno de profunda crisis y de debilidad interna, son los que nos han permitido llegar hasta aquí.
No obstante, el sector no parece repuntar al ritmo esperado. ¿Cuáles son, en su opinión, las medidas que deberían adoptarse para apoyar su recuperación?
-No hay fórmulas mágicas. Las empresas vamos a tener que seguir innovando y adaptando nuestro funcionamiento a la nueva situación. Debemos ser líderes en innovación, mejorando constantemente nuestros procesos productivos. Debemos estar a la última en materia de medio ambiente. Debemos establecer la formación como un elemento fundamental de la productividad de nuestra empresa. Debemos seguir diversificando y, sobre todo, debemos ser capaces de diferenciarnos ante los clientes públicos y privados y poner en valor nuestro saber hacer y nuestra calidad. El precio es importante, pero no lo es todo. A las instituciones sí les pedimos que crean en nosotros, en las empresas de este país, y que comprendan que la construcción es un sector más de la industria, que como tal necesita de políticas públicas que fomenten su desarrollo.
¿Cómo definiría a Altuna y Uria hoy?
-Como un grupo empresarial que sabe muy bien de dónde viene y adónde quiere ir. Nosotros siempre hemos sido de los que piensan el futuro y actúan para hacerlo realidad.
¿Con qué planes?
-En un entorno tan volátil, nuestro futuro vendrá determinado en gran medida por la capacidad de adaptación de la organización. La diversificación será uno de los pilares de nuestra empresa. Queremos consolidarnos en la actividad de reforma de edificios en otras comunidades autónomas y finalizar el proceso de reorganización. En cuanto a mercados exteriores, seguiremos de la mano de Basquegroup en Sudamérica, siendo objetivo abordar otros proyectos en Europa.
Uno de los principales problemas que señalan los empresarios vascos es la dificultad de acceder a las tradicionales fuentes de financiación, más reacias tras la crisis económica. ¿Qué alternativas buscar?
-Esta situación está cambiando y las entidades financieras son más favorables a financiar proyectos y dotar de circulante a las empresas. Sin embargo, profundizar en el modelo de project finance es un reto prioritario. En el futuro, la financiación de los proyectos no dependerá tanto del valor de los activos que los patrocinadores están dispuestos a poner como garantía del proyecto, como de la capacidad del proyecto para pagar de la deuda contraída y remunerar el capital invertido.
En los 50 años de historia de Altuna y Uria es imposible no recordar la fatídica fecha del 3 de diciembre de 2008. ¿Cómo vivió la empresa el asesinato por parte de ETA de su padre, Inaxio Uria?
-Es difícil expresar el sentimiento de estupefacción, rabia y tristeza que nos envolvió. Recuerdo que yo estaba en una reunión de obra en Hospitales. Pero las familias se unen en los momentos difíciles, y esa unidad se transformó en determinación. Determinación de que no nos echarían de nuestro pueblo, de nuestro país. Y la seguridad de que mi padre nos diría que había que seguir adelante, que tantos años de esfuerzo no nos los podían quitar, que la permanencia de Altuna y Uria era la mejor respuesta, superando el dolor y el miedo que nos envolvía en aquellos momentos.
Altuna y Uria es un ejemplo de relevo generacional. ¿Cuáles son las claves para realizar ese cambio y garantizar el futuro de la actividad?
-Es verdad que estos procesos no siempre son fáciles. Tuvimos que hacer la incorporación de la tercera generación de la familia Uria a la gestión de la compañía en el año 2010 en medio del terremoto que antes le describía. Elaboramos el protocolo familiar, se estableció la necesidad de aumentar el nivel de profesionalización de la empresa, y mis primos Aitor, Alejandro y yo misma pasamos a configurar el Consejo de Administración.
La empresa familiar tiene una importante presencia en el tejido empresarial vasco. ¿Cuáles considera que son sus principales aportaciones?
-Las empresas familiares, efectivamente, se caracterizan por tener un tronco común: raíces profundamente arraigadas en su entorno, reinversión de los beneficios que generan en Euskadi y una mayor propensión al mantenimiento y a la estabilidad de los puestos de trabajo. Estos son los valores que explican nuestra actuación en estos 50 años.
¿Es partidaria de mantener los centros de decisión en la CAV?
-No entendemos otra forma de estar en este negocio. La internacionalización es un reto, pero cada uno tiene que ser muy consciente del tamaño que tiene y de lo que representa.
Es una de las pocas mujeres que ocupan la presidencia de una importante empresa. ¿Es más difícil ejercer el cargo por el hecho de ser mujer?
-Este ha sido un mundo tradicionalmente de hombres, pero afortunadamente las cosas van cambiando. No sé si es más fácil o más difícil. Lo que sé es que las mujeres tenemos mucho que aportar en este y en todos los sectores. En el caso de Altuna y Uria, en la actualidad aproximadamente el 30% de nuestra plantilla son mujeres. En 2014, Emakunde nos concedió un reconocimiento por fomentar la igualdad, y en esa línea vamos a seguir.