Mercedes-Benz ha renovado esta temporada su estandarte todoterreno, reconvertido de Clase M en Clase GLE. Además de nueva nomenclatura, el salto generacional comporta un notable progreso tecnológico y una considerable evolución del estilo. El moderno GLE, disponible hasta el momento en un reconocible envase de cinco puertas, incorpora ahora a su elenco una alternativa melliza con estampa Coupé. La complicidad entre ambas líneas de producto consolida a la marca alemana como principal referente en la categoría SUV Premium. La gama GLE al completo plantea un cuadro con mecánicas diésel, híbrida y gasolina -varias de ellas con el toque deportivo de AMG- entre 204 y 585 CV; abre su tarifa en 60.125 euros.

Alguien dijo que para dejar volar la imaginación hay que tener los pies bien puestos en la tierra. Esa parece ser la consigna de Mercedes-Benz, que en los últimos años se ha dedicado a aplicar sorprendentes dosis de fantasía y creatividad a un reparto que, no obstante, continúa pisando los talones a la excelencia. La diversificación de la oferta alcanza todos los ámbitos, incluido el de unas propuestas todoterreno cada vez menos sobrias.

El GLE constituye un perfecto testimonio de esa propensión a la multiplicidad. A su más versátil y convencional ejecución estrenada a comienzos de la temporada, Mercedes-Benz ha decidido sumar una silueta estilizada: un Coupé que cambia capacidad de carga por capacidad de seducción. No es la primera vez que un SUV de alta gama se desdobla para engendrar un formato así. Ahora bien, en el caso de la marca de la estrella, esa apuesta por mejorar la figura no supone demasiada renuncia a la habitabilidad.

Las proporciones varían considerablemente de una a otra carrocería GLE, lo que altera la estética y repercute en la disponibilidad de espacio. Sin embargo, las dos facturas hermanas aparcan en el mismo hueco. La que llega a los concesionarios es ocho centímetros más larga (4,90 metros) y seis más ancha, pero sustenta su cabina sobre la misma distancia entre ejes (2,91 m.). La gran diferencia entre ambos formatos la establece el techo. El nuevo responde a su naturaleza Coupé perdiendo seis centímetros y medio de altura (1,73 m.) y acentuando el declive tras superar la vertical del tren posterior.

Esa inclinación, que confiere prestancia y sugiere deportividad, merma el espacio disponible a bordo. Con todo, los inquilinos de las plazas traseras apenas salen damnificados, puesto que solo los muy altos padecen la proximidad de la cubierta. El mayor sacrificio que comporta optar por el Coupé y no por el GLE ‘normal’ concierne al menor aprovechamiento del portaequipajes y la cabina. Los 650 litros de su maletero parecen más que suficientes para cualquier cometido, pero no son comparables con las posibilidades que brinda el gran cofre de su hermano (690 litros), en especial cuando se retira el cobertor y se aprovecha el hueco hasta el techo.

Tampoco el comportamiento dinámico comporta diferencias demasiado significativas. A igualdad de configuración (motor, transmisión, ruedas, etc.), el envase más voluminoso sorprende con prestaciones y consumos ligeramente mejores: el Coupé tiene menos resistencia aerodinámica, pero más peso. De todos modos, las discrepancias con mínimas.

El GLE hace acopio de los últimos adelantos tecnológicos para garantizar precisión, seguridad y confort. Es lo que se espera en automóviles cuyo precio arranca desde 60.125 euros (GLE 250d de 204 CV) y culmina en 148.800 (AMG 63S Coupé)