VITORIA - El precio del petróleo sigue a la baja en la recta final del año y, además, desde la cumbre de la OPEP del pasado 4 de diciembre se está agravando el desplome que ya venía sufriendo hasta el punto que ayer cotizaba a 36 dólares el barril de 159 litros en Europa y algo menos en EEUU, la cota más baja desde 2008. Una buena noticia para la mayoría de los consumidores vascos pero mala para determinadas empresas de Euskadi que ven reducirse sus pedidos y los precios de sus productos por la menor demanda derivada de la paralización de inversiones en el área energética.

Ayer se contabilizó la séptima bajada consecutiva del precio del petróleo desde la cumbre de la OPEP en la que Araba Saudí se negó a recortar producción para no perder cuota de mercado ante los productores, básicamente de EEUU, que utilizan el fracking.

Un petróleo a 36 dólares es, a priori, una buena noticia para los ciudadanos del Estado, -se importa casi el 100% del crudo consumido-, porque rebaja la factura de euros que sale fuera del país, reduce el precio de las gasolinas en un territorio donde el transporte circula mayoritariamente por carretera, y baja la inflación en una época de salarios congelados. Pero aunque la caída del precio del crudo, según el ministro de Economía Luis de Guindos, “es un viento de cola” para la economía española, su reducción podría también tener “efectos colaterales que no serían los mejores”.

Los bajos precios del petróleo, -con tendencia a mantenerse si, como se pretende tras la Cumbre del Clima de París, se reduce su uso en el transporte mundial-, están paralizando nuevos proyectos de inversión en prospección e, incluso en renovación de equipos. El resultado es que hay empresas vascas muy ligadas al sector del petróleo, oil&gas en inglés, que están acusando en sus carteras de pedidos y en sus cuentas de resultados de forma negativa esta situación.

Y la cotización bursátil señala claramente quién pierde en esta coyuntura. Mientras que el IBEX ha perdido un 8% de su valor este año, las acciones de las compañías siderúrgicas se han hundido. Arcelor Mittal, el mayor acerista de Euskadi, ha bajado un 62% en bolsa. Los dos fabricantes vascos de tubos de acero sin soldadura, Tubos Reunidos y Tubacex, con amplia dependencia del sector energético, están viendo como su valor se ha reducido en nada menos que un 65% y un 50%, respectivamente.

El primer accionista de Petronor, el grupo Repsol, también acusa la coyuntura y evoluciona a la baja con un -34%. E incluso, CAF, que desarrolla proyectos ferroviarios en países emergentes que ven como los bajos precios de las materias primas que producen reducen sus ingresos, ha perdido un 17% de su valor.

Otras compañías vascas no cotizadas como los constructores navales, -los astilleros vascos se han especializado en buques de apoyo a plataformas petrolíferas-, los fabricantes de equipos como válvulas o cadenas de anclaje de plataformas marinas, -los costes de producción más caros están en el mar- también notarán en Euskadi la menor demanda.