Donostia - La entidad financiera vasca Bankoa cumple este año su 40 aniversario y, con este motivo, ha organizado diversas iniciativas entre las que se encuentra la publicación del libro de su consejero Juan José Etxeberria “8 años de crisis. Crónica y apuntes para una reflexión”, donde se recogen los principales hechos que se han producido en este periodo con la distancia necesaria para saber hacia dónde queremos ir.

¿Qué hechos destacaría de la crisis?

-La aparición de las subprimes fue lo que desencadenó todo y generó una desconfianza entre los bancos que provocó que no quisieran prestarse dinero entre ellos y, en consecuencia, que el crédito se cerrara. Veníamos de vivir una época magnífica, pero confundimos la bonanza con derroche.

¿Cómo responde la banca a esta nueva y problemática situación?

-Con fusiones frías que se hicieron mal, se utilizaron fórmulas extrañas como juntarse cajas de ahorro de territorios muy diferentes entre sí que no compartían nada y eso desembocó en el proceso de desaparición de las cajas y cargarse un modelo que ha sido una maravilla. Me enfadó que no lucháramos contra Europa y su decisión de eliminar la totalidad de las cajas, sin distinguir entre las que lo habían hecho mal y las que hacían una gestión buena, ganaban dinero, sus empleados estaban a gusto, tenían una obra social magnífica y todo el pueblo les quería, como por ejemplo las vascas.

¿Qué consecuencias acarrea la desaparición de estas entidades?

-Las cajas de ahorro hacían una importante labor de orientación. Las empresas ya tienen sus directores financieros, pero la gente normal no tiene por qué saber determinadas cosas. Habrá quien hable de la banca patrimonial, pero eso es para quien tiene del millón de euros para arriba. Quien preocupa son los que tienen 50.000 euros, que es un segmento abandonado y el sector bancario debería coger el testigo y tener una visión orientadora.

¿Se ha completado la reestructuración de la banca?

-El planteamiento ha sido que hay que unirse para conseguir sinergias, pero esta sinergia se ha conseguido por la única vía de echar a la calle a mucha gente. Está claro que si unes un banco grande con otro pequeño se cerrarán oficinas, habrá despidos y mejorará el capital del banco resultante pero, ¿es eso bueno? Una entidad pequeña en su área puede operar con plena garantía. Creo que esta reestructuración responde más a un afán de controlar y es más fácil hacerlo con pocos bancos. En un momento la reestructuración, si no estrictamente necesaria, sí era conveniente, pero se camina hacia el monopolio. Un ejemplo es el de los bancos sistémicos que no pueden caer porque con ellos va detrás todo el sistema. Hemos vuelto a los intocables, y el gobernador del Banco de España ya ha anunciado para el próximo año nuevas fusiones.

La situación económica parece que ahora cambia. ¿Cómo ha contribuido a ello el sector bancario?

-La banca a base de regulación europea se ha consolidando y ha aumentando mucho sus fondos propios. Ha alcanzado buenos niveles de solvencia, y ahora le toca rentabilizar ante las exigencias de sus accionistas. Por eso se ha lanzado a la concesión de créditos baratos.

¿Han cambiado los criterios para otorgar estos créditos?

-En estos momentos no se prioriza nada porque estamos deseando que nos llegue demanda de todas partes.

Nos da la impresión de que las empresas están en mejor situación financiera que hace unos años, más consolidadas y su demanda de crédito es menor y más selectiva. No percibimos mucha inversión nueva en las empresas, hay menos de la que nos gustaría. Lo que ha crecido es la demanda de particulares, de nuevo estamos en el mundo de la hipoteca. En este sentido, los bancos estamos luchando entre nosotros para conseguir más hipotecas y tirando precios, aunque todavía no siendo tan laxos como lo fuimos antes. Pero si sigue esto así unos meses más mucho me temo que volveremos a las andadas.

Sin pretender minimizar los efectos de la crisis, parece que el tejido empresarial vasco la ha soportado mejor. ¿Se puede deber a que su situación financiera estaba más saneada?

-La empresa vasca ha aprendido de crisis anteriores e inició un proceso silencioso de capitalización que le ha permitido soportar mejor que otras zonas la crisis. Se ha sacrificado reinvirtiendo sus beneficios, con ese espíritu de austeridad que le falta a la sociedad. La banca, en su medida, también ha contribuido al haber seguido el desarrollo de las empresas y confiar en ellas. Es fundamental el mutuo conocimiento de empresa y banca, que la empresa facilite a la banca sus balances, su evolución y sus problemas y que el banco informe siempre a la empresa de su estrategia, de sus disponibilidades y de sus dificultades. De esta forma se facilita que las firmas tomen decisiones con conocimiento y que el sector bancario responda con agilidad a sus necesidades.

¿La recuperación ha llegado para quedarse?

-Tenemos muchas dudas, porque la incidencia de conflictos internacionales nos puede afectar. En el plano positivo destacaría que banca, empresas y sociedad apuestan por mantener la recuperación, aunque queda mucho donde mejorar como la desigualdad y la pobreza. La recuperación no es que los que vivimos bien sigamos haciéndolo, sino extender esa mejora de vida para que desaparezca gradualmente la sensación de que todo es inseguro, con trabajo poco estable, abusos en la contratación, etc. Los empresarios ahora no pueden arrugarse.