bilbao - Los sindicatos denuncian cada mes que el empleo que se genera es precario, con contratos breves, mal pagados y por horas. Denuncian también un elevado fraude en forma de jornadas más largas de lo acordado o de autónomos que en realidad no lo son. La crisis y la reforma laboral han dado paso a un nuevo perfil de trabajador, han cambiado su relación con la empresa y con las propias organizaciones sindicales, que buscan adaptarse a este nuevo escenario en el que el convenio colectivo juega un papel cada vez más limitado. “Está claro que hay un cambio y que para los sindicatos es un reto llegar a esos nuevos trabajadores. La importancia que damos a estar en la empresa tiene que ver con eso”, afirma Joseba Villarreal, responsable de negociación colectiva de ELA.

El sindicato mayoritario de Euskadi fue el primero en iniciar esa carrera hacia abajo al declarar abiertamente su preferencia por el ámbito de la empresa para cerrar las condiciones laborales frente al paraguas sectorial. Argumenta ELA que, si tras la reforma laboral lo acordado en un convenio de sector se puede modificar en cada centro de trabajo, es mejor pactar directamente con el empresario. Aunque sus dirigentes insisten en que la apuesta por aglutinar fuerzas en la empresa no implica abandonar la negociación sectorial, el resto de centrales ven en la estrategia de ELA el gran obstáculo para preservar la red de convenios provinciales.

La pérdida de influencia del convenio colectivo es un hecho. Hasta abril se habían renovado en la CAV 51 convenios de empresa y solo seis de sector con poco más de 20.000 trabajadores afectados. Incluyendo el ámbito estatal, los convenios en vigor protegen a menos de 200.000 vascos, un tercio de los asalariados que están bajo la negociación colectiva y un 22% del total de ocupados de la CAV.

En este contexto buena parte de los nuevos contratos no encuentran acomodo en un acuerdo colectivo, lo que está generando distintos niveles de trabajadores dentro de la misma empresa. “Esto no es algo nuevo, pero sí se está agudizando. Sectores que antes contrataban personal propio ahora lo están externalizando con lo que se crean dobles niveles de precariedad”, dice Maribel Ballesteros.

La número dos de UGT-Euskadi coincide en la necesidad de redefinir la estrategia sindical, pero considera que los convenios siguen siendo “el mejor paraguas” también para los nuevos trabajadores. “El problema no es que el convenio de sector esté perdiendo capacidad, el problema es que ELA está poniendo todo tipo de disculpas para no firmarlos”, asegura Ballesteros, que defiende la utilidad de las organizaciones sindicales a pesar de la difícil coyuntura.

“Todos estamos teniendo bajas de afiliación. Cuando te quedas en paro o te reducen el sueldo lo primero que te quitas es la cuota del sindicato. Y los jóvenes muchas veces no se acuerdan del sindicato hasta que tienen un problema sobre la mesa”, reflexiona la dirigente de UGT en relación a las dificultades de mantener el nivel de afiliación en los colectivos más precarizados. Un problema al que se añade la propia crisis, que en mayor o menor medida ha traído una reducción de delegados y de ingresos.

Como principal apuesta a corto plazo, UGT tratará de llevar a la práctica en Euskadi el último Acuerdo sobre Empleo y Negociación Colectiva (AENC) estatal, una herramienta útil, dice Ballesteros, para “pelear por el empleo de calidad”.

De la misma opinión es Mari Cruz Vicente, de CCOO-Euskadi, que opina que el convenio “sigue siendo un ámbito en el que se puede limitar la precariedad”. “Este es quizá el mayor valor del acuerdo de Madrid, que recupera la figura de la negociación colectiva como elemento clave para mejorar las condiciones laborales”, sostiene Vicente.

“El problema es que ELA y LAB ni siquiera se sientan a negociar. Si se abriesen las mesas sectoriales sería muy difícil que ELA y LAB se negasen a aplicar subidas del 1% cuando ahora se negocian subidas del 0,7%, o que se nieguen a aplicar esas cláusulas para mejorar la calidad del empleo”, razona Mari Cruz Vicente. “Pero ELA es un sindicato corporativo que defiende solo a sus afiliados”, apostilla.

En las críticas de CCOO y UGT hacia la central mayoritaria subyace su percepción de que, precisamente por su mayor número de delegados, ELA está cómoda sin la estabilidad que aporta por arriba un marco de convenios sectoriales. Desde ELA se sostiene que el convenio “es un ámbito posible para atajar la precariedad, pero no suficiente”. “Para frenar la subcontratación o el empleo parcial tiene que haber movilización sí o sí. Dependerá de nuestra capacidad de organizarnos”, defiende Villarreal, que apela a la política para “acabar con la subcontratación y la precariedad” en las contratas públicas.

El dirigente de ELA asume también como un reto el llegar a los asalariados con peores condiciones. “Tenemos que ir viendo cómo llegamos a esos trabajadores que no se ven representados en el tema sindical. Tenemos que decirles que estar afiliado no es un peligro, sino una necesidad”.

“ni un solo límite” Muy crítico con el acuerdo estatal, Villarreal considera “una broma” la posibilidad de mejorar la calidad del empleo a través del AENC. “No hay un solo límite a la precariedad. Se dice que la contratación a tiempo parcial puede ser una alternativa, se fomenta la flexibilidad y se vinculan los salarios a la productividad. Es normal que todas las patronales estén deseando firmarlo”, señala -Confebask ha citado a las centrales vascas el próximo viernes para adaptar el acuerdo a Euskadi-.

El rechazo al pacto de Madrid es compartido por LAB, con la diferencia de que acudirá a la mesa para evidenciarlo. “No nos resignamos a jugar el papel que nos han dejado, que es estar en mesas estériles”, asevera Garbiñe Aranburu, que asume que la negociación colectiva “se ha cambiado para que cada vez se quede más gente fuera”. “No abandonamos la negociación colectiva, pero vemos que el convenio ha sido inhabilitado como herramienta de defensa de los trabajadores”, dice la portavoz de LAB, central que, a diferencia de ELA, se ha mantenido hasta el final en los intentos de renovar los convenios de la CAV a través de un acuerdo intersectorial.

Asumida la dificultad de avanzar en las mesas de sector, LAB ha abierto un proceso de reflexión para “renovar la acción sindical” y tratar de acercar el sindicato a nuevos colectivos. “Nos toca hacer sindicalismo en un contexto muy complicado con una precarización y una desregularización sin precedentes”, dice Aranburu, que apuesta por hilar fino y “llegar con propuestas concretas a los sectores feminizados, a los jóvenes o a los subcontrados”. “Mucha gente está de acuerdo con lo que dice LAB o algún otro sindicato, pero no nos ven como un instrumento útil. Eso es lo que tenemos que cambiar”.