vitoria - La campaña de la renta termina la próxima semana y solo restan por cumplir con Hacienda los más rezagados. Los que ya se han retratado habrán notado en general que la reforma fiscal que entró en vigor el año pasado en Euskadi ha pasado de largo por sus ingresos. La rentas más altas han notado un aumento significativo de la presión fiscal, mientras que la gran mayoría de los contribuyentes habrán obtenido un resultado muy similar al de 2013.

Cada hogar es un mundo y es difícil fijar una regla de comportamiento porque la tributación depende de cuestiones tan personales como la existencia o no de una hipoteca y su volumen, los productos de ahorro contratados, el número de hijos o de aspectos tan imprevisibles como el cobro de una herencia.

Sin embargo, según un análisis elaborado por Geroaldi Asesores para este periódico el impacto de la reforma se centra en las rentas de trabajo que tienen ingresos anuales brutos superiores a 95.000 euros -los que se llevan a su casa más de 4.000 euros limpios cada mes- y los que obtienen unos rendimientos por inversiones superiores a los 15.000 euros anuales, una cifra que no está al alcance de todas las economías domésticas. También entran en el colectivo de afectados por el incremento de la presión fiscal los contribuyentes que aportan más de 5.000 euros cada ejercicio a su plan de pensiones -unos 400 euros al mes-, así como los que dedican a su hipoteca más de 8.500 euros anuales, en torno a 700 euros mensuales.

modificaciones más significativas Este último caso, siendo elevado, puede acercarse a una media en Euskadi -se trataría de un préstamo a 30 años para una vivienda de un valor de tasación de algo más de 260.000-, pero aún así, si esa familia no entra en los otros tres colectivos más afectados la penalización no habrá sido muy elevada. Son las consecuencias de una reforma fiscal -la que ha concitado mayor consenso en la CAV gracias al apoyo de PNV, PSE y PP- orientada a incrementar la presión a los que más ganan.

Para ello, se incorporaron tres nuevos tramos en la tabla del IRPF para las rentas de trabajo que superen tres límites: 92.310 euros (que tributan ahora al 46%), 123.070 (47%) y 179.460 (48%). Además, se incidió en los rendimientos del ahorro, instrumentos en principio destinados a las economías más acomodadas, de modo que a partir de los 2.500 euros anuales se eleva gradualmente hasta el 25% la escala general del 20%, una circunstancia que se producía antes al superar los 10.000 euros y solo hasta un máximo del 22%.

Además, se ha eliminado la figura de la deducción general de la que disfrutaban antes todos los ciudadanos y se ha sustituido por una minoración en la cuota, el rendimiento sobre el que se calculan los impuestos que se pagan, pero los contribuyentes que solo perciben ingresos de instrumentos de ahorro no pueden disfrutar de esa reducción.

También se han limitado cuestiones como la inversión máxima anual a las EPS o se ha bajado el listón para las deducciones por vivienda. En cambio, las rentas de trabajo se han mantenido al margen de la reforma.