vitoria - La precariedad tiene muy diversas caras en Euskadi. Los parados de larga duración son, por esa situación, quienes más en riesgo se encuentran de cruzar el umbral de la pobreza, pero no son los únicos en alerta. Hay pensionistas en riesgo e incluso trabajadores con recursos insuficientes. El Gobierno Vasco impulsa la Renta de Garantía de Ingresos para paliar todos esos casos. Algo más de la mitad de sus perceptores son parados, casi 37.000. Muchos de ellos, trabajadores que han agotado las prestaciones por desempleo y siguen sin encontrar un trabajo. Pero también un número elevado de pensionistas, cerca de 17.000, reciben la RGI actualmente. Son uno de cada cuatro. Aunque si hay un colectivo que ha crecido en los últimos años ese es el de trabajadores que cobran una renta complementaria a sus ingresos porque estos son insuficientes para cubrir las necesidades básicas. Son más de 12.000. Son conclusiones que se extraen de los datos sobre la Renta de Garantía de Ingresos elaborados por Lanbide y facilitados por el consejero de Empleo y Políticas Sociales, Ángel Toña, en una respuesta a la parlamentaria del PSE Txaro Sarasua.
Según esos datos oficiales cada vez son más las personas que reciben una RGI en Euskadi: 66.191 perceptores se contabilizan de media este año. Desde 2012 la RGI suma 8.159 nuevos perceptores. Esto es, son un 12,23% más que hace tres años. Solo desde 2013 han crecido un 8,8%. Eran 60.376 entonces. Pero esa subida ha sido desigual entre los diferentes grupos que pueden recibir una RGI. Las cifras demuestran que, aunque los parados receptores han crecido más que la media, un 14,15% en solo dos años, el grupo que más ha evolucionado es el de los trabajadores que necesitan complementar su salario: un 21% desde 2013. Son personas que tienen trabajos temporales, a tiempo parcial o esporádicos. Trabajadores con salarios, pero cuyos ingresos económicos no cubren sus necesidades básicas. La RGI es para ellos una vía para procurar enfrentarlas.
“Actualmente el acceder a un empleo no significa necesariamente superar la situación de necesidad de recurrir a los sistemas de protección social”, apuntan fuentes de Lanbide. “Cada vez más los empleos son precarios, de corta duración y de jornadas insuficientes”, insisten. “Incluso las personas que han accedido a un empleo de cierta calidad pueden necesitar volver al sistema de protección social en un corto espacio de tiempo”.
El director de Cáritas Bizkaia, Carlos Bargos, ya denominó recientemente a este colectivo de asalariados como trabajadores “pobres o precarios”. Tal y como la ONG anunció son cerca del 18% del total de los receptores de la RGI según los datos aportados por Lanbide en esa respuesta parlamentaria: el 17,7%. La crisis golpea también a los que tienen empleo y según añadió el responsable de Cáritas, “a corto plazo, va a persistir esta situación de pobreza”. En mayo había 12.643 perceptores de una renta complementaria a los ingresos de trabajo.
La recuperación macroeconómica comienza a tener reflejo en los listados de desempleados, que han empezado a adelgazar, pero no tanto en el día a día de las familias que más apuradas se ven. Además, quienes llevan meses o años fuera del mercado laboral se ven obligados a aceptar empleos con condiciones no deseadas para volver a entrar en la rueda. Trabajar dos días a la semana, por ejemplo, posibilita a esas personas tener un empleo y salir de la lista de parados, pero no palía su situación.
Para esos casos el sistema de protección social vasco extiende la Renta de Garantía de Ingresos. Y observando los resultados y ese crecimiento del 21% en dos años, se puede concluir que es una fórmula contra la precariedad que todavía arroja el mercado laboral.
Otros perceptores Pero no solo ellos reciben el apoyo que la RGI supone, para muchos es incluso su única fuente de ingresos. Uno de cada cuatro es pensionista. Según se desprende de lo ofrecido, el número de pensionistas que cobran esta ayuda como complemento a su pensión se ha mantenido más o menos estable desde 2012, que es cuando arranca la serie ofrecida a la parlamentaria socialista, en cerca de 17.000. Lanbide complementa con la RGI las pensiones de los vascos que resultan insuficientes, hasta alcanzar los 700, 875 y 945 euros en el caso de familias de uno, dos o tres miembros, respectivamente.
Los otros tres de cada cuatro beneficiarios son personas activas para el empleo, aunque la gran mayoría, el 55% del total, son trabajadores en situación de desempleo.
De hecho, 36.954 titulares de RGI figuran como parados según las últimas cifras ofrecidas en esa respuesta parlamentaria. Cabe recordar que la pasada semana DNA destacó que solo 140 parados de larga duración han optado al programa de activación de empleo impulsado por el Gobierno español, la proclamada ayuda del Estado para los parados de larga duración con responsabilidades familiares. La diferencia entre ambas ayudas es, así, enorme. Los requisitos del subsidio promovido por el Ejecutivo popular, incompatible con cualquier otra ayuda como la RGI en la CAV, ya hacían presagiar que la incidencia del plan del PP iba a ser residual en Euskadi. Los parados vascos prefieren optar a la RGI, donde las cuantías a recibir son generalmente mayores.