En una época como la actual, sobrellevar mejor que otros la crisis descomunal padecida no garantiza la pujanza en los próximos años. Tan solo significa una buena perspectiva de futuro. Tomando como ejemplo metafórico la Fórmula 1, es como estar en buena posición en la parrilla de salida. Ahora bien, ¿es suficiente? El éxito no depende solo de su inicio. Un coche competitivo, un buen piloto que sepa administrar con eficacia sus prestaciones más relevantes y un buen equipo en boxes son factores determinantes para el éxito o el fracaso.
Es el caso del País Vasco. Los datos conocidos son elocuentes. Se ha resistido mejor las acometidas de la crisis, como lo demuestra la tasa de desempleo (inferior a la media española, pero igualmente dramática) o la solvencia de las cajas de ahorro vascas, hoy unificadas, por citar dos ejemplos que, sin duda, tienen su influencia en el Atlas de la crisis elaborado por un grupo de expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el que se identifica a las localidades donde el terremoto social de la crisis se ha dejado sentir con mayor o menor intensidad.
Resulta que ocho de las diez localidades de más de 20.000 habitantes menos afectadas son vascas. El argumento es sencillo y conocido: fuerte industrialización e internacionalización (las exportaciones están en cifras récord y representan el 9,3% del total español); política activa en I+D+i a través de la Red Vasca de Ciencia y Tecnología con una inversión del 2% del PIB similar a la media europea, mientras la media española apenas llega al 1,24%; protección social; formación profesional y menor exposición al sector inmobiliario. ¿Por qué esta diferencia? Me inclino a pensar que este trabajo de hormiga se debe a los principios de solidaridad, responsabilidad e igualitarismo, propugnados en tiempos del lehendakari Ibarretxe y que el actual, Iñigo Urkullu, resumía en el pasado Aberri Eguna como “humanismo, esfuerzo e identidad”.
En el mismo sentido se manifestaba la semana pasada Urkullu al asegurar que Euskadi no recuperará el nivel de empleo pre-crisis hasta 2020. “Por eso estoy diciendo que la salida de la crisis va a ser lenta, no estamos ante salidas de crisis que hemos conocido en el pasado, sino ante una crisis que ha afectado a todos los sectores de la economía”. Unas declaraciones bien opuestas a las que hemos escuchado en referencia al empleo registrado durante el mes de marzo, en las que Rajoy hace bandera de una creación de empleo que, en su mayoría es precario e insuficiente para que las familias que más han sufrido salgan de la pobreza. Son una continuación del canto de la cigarra interpretado por Zapatero cuando negaba la crisis: “España está totalmente a salvo de la crisis financiera” (21.08.2007).
Conviene seguir trabajando como la hormiga, desarrollando al máximo los factores positivos y enmendando los negativos, como puede ser la falta de alumnado en la formación profesional. Si ahora empiezan a soplar buenos vientos hay que aprovecharlos y, si se puede, guardar grano para cuando lleguen momentos malos.