Anton Txapartegi, Xabier Iraola, Ruth Mozo, Gotzon Elizburu y José Antonio Merino posan en la bodega Talleri de Morga. Fotos: Pablo Viñas
Reza la tradición que el término txakoli procede de la expresión “etxeko ain”, que viene a significar “lo justo para casa”, pero ha llovido mucho desde entonces y siglos después ha adquirido una dimensión que ni siquiera los profesionales del sector se habían atrevido a pronosticar. Su crecimiento a nivel productivo, la mejora en su calidad y la profesionalización de los procesos han conducido a una mayor presencia en el mercado, pero a pesar del buen momento que atraviesa, los principales agentes del sector coinciden en que es el momento de pararse a reflexionar para poner en valor el aporte emocional que tiene que seguir ligado al producto y tratar de superar viejas barreras como la estacionalidad o la escasa presencia en el hogar. DNA ha conseguido reunir en torno a una mesa a los representantes de las tres denominaciones de origen, Anton Txapartegi por parte de Bizkaiko Txakolina, Ruth Mozo por parte de Getariako Txakolina y José Antonio Merino, por parte de Arabako Txakolina, a Xabier Iraola para aportar el punto de vista del sindicato agrario ENBA (Euskal Nekazarien Batasuna) y a Gotzon Elizburu, de Eroski, que, como empresa distribuidora, lleva tiempo apostando por el txakoli y que recientemente ha llevado a sus tiendas un txakoli de cada denominación con marca propia. El distendido debate tuvo como inmejorable escenario la bodega Talleri, ubicada en Morga, que obtuvo la medalla de oro en la pasada edición de los Premios Baco y que representa a la perfección en continente y contenido la evolución del txakoli. Atendiendo a la fecha -ayer se presentó en Llodio la cosecha alavesa- era obligado arrancar con la nueva añada y Ruth Mozo se aprestó a asegurar que Getariako Txakolina ha obtenido un “cosechón”. “La de 2013 fue especialmente mala, hasta el punto de que algunos viticultores comentaron que no habían conocido otra peor, pero las condiciones climatológicas que se han dado en 2014 han culminado en un producto excelente. Además, en el mercado, 2015 ha empezado muy bien desde Navidad, y es a partir de Semana Santa cuando empieza el pico más importante”, añadió.
BUENA COSECHA 2014 La satisfacción se ha hecho extensiva a Bizkaia y Txapartegi describió una fotografía similar, si bien admitió que esperaban un mayor volumen de cosecha. “Se nota que ha sido una uva madura, ha quedado un vino quizá un poco menos aromático pero que en boca está espectacular. También en Navidades se ha vendido mucho y tras sufrir un parón estos dos meses de frío y agua, esperamos lo mejor durante abril y mayo”. A falta de la presentación oficial que tuvo lugar ayer, José Antonio Merino, constató que Arabako Txakolina venía en las pre-catas con muy buena pinta y aseveró, reforzando la opinión de sus colegas de CRDO, que “hoy en día es muy difícil que salgan malas cosechas, porque se cuida mucho todo el proceso con mayor profesionalización” y destacó que han registrado un aumento de producción del 45% con respecto al año anterior.
Las tres denominaciones coincidieron en que su objetivo pasa por superar esa estacionalidad que viene adherida todavía a la etiqueta del txakoli, esa que le sigue considerando “un vino joven de temporada, para tomar en verano”. A esa limitación se añade la que le condena a un año de vida, si bien ya hay algunas bodegas que tratan de liberarlo de esas cadenas.
Ruth Mozo explicó que va unido con el hábito de beber algo fresco cuando se elevan las temperaturas y sobre todo, con el hecho de que antes, no había producción suficiente para que el txakoli perdurara en la bodega. “En septiembre ya no quedaba txakoli”. Daba igual la demanda, porque no había oferta, algo que hoy en día ha cambiado, “como los hábitos de consumo”, apuntó Txapartegi.
En este sentido, Gotzon Elizburu expresó que uno de los propósitos de Eroski, dentro de su compromiso por potenciar el consumo de productos autóctonos, es lograr que las denominaciones de origen aúnen sus fuerzas para lograr que el txakoli llegue con total naturalidad a los hogares vascos. “Hemos tenido un 20% más de ventas de txakoli este enero que el pasado, pero nos falta un poco más de educación en el consumo; tenemos que explicar mejor lo que es el txakoli y todo lo que hay detrás del txakoli, porque está ante grandes oportunidades como son el mercado de la mujer, el de los jóvenes y, sobre todo, el del hogar”. El representante de Eroski dio con una de las claves y otra fue apuntada por ENBA, que incidió en que se ha hecho muy buen trabajo con el txakoli en los últimos años, pero enfatizó en que ello no debe significar renunciar a los principios, ni a lo que le ha llevado a donde está. “Está muy bien la eficiencia empresarial, la profesionalización y la modernización, pero ello no nos debe hacer perder el norte”, afirmó Xabier Iraola, que defendió que al vender el txakoli se está vendiendo mucho más, “estás vendiendo tradición familiar, paisaje, experiencia, sentimientos? cuando vayas a una bodega de txakoli y te reciba una azafata, estarás contemplando el principio del fin”.
un producto con alma Ese concepto de que el txakoli aporta un enorme valor añadido fue compartido por todas las denominaciones que subrayaron el encanto que aún proporcionan las producciones pequeñas con esa garantía de artesanía y cercanía. “La mayor parte del sector es viticultor y eso es una riqueza que tenemos; hay una tierra y es lo que da sentido a una denominación de origen. Se mantiene a una población rural en su propio entorno sacando beneficio de un producto en su propia explotación. En el momento en que el proceso se desligue de su origen llegará el peligro para denominaciones pequeñas como las nuestras”, reflexionó Mozo. Txapartegi añadió que ése es el riesgo del crecimiento, porque muchas bodegas “se convierten en empresas que tienen que ser rentables”. En este sentido, Merino confirmó que muchas están apostando por la exportación internacional y que el futuro por ese lado se presenta “halagüeño”. Aprovechar esa mayor producción existente para vender en el extranjero es bueno, pero en ningún caso es la “panacea” y Elizburu defendió que las mejores oportunidades están más cerca, en el consumo en el hogar. El txakoli goza de buena imagen, es percibido como un producto de calidad, pero le falta salir de la barra del bar y aprovechar otras olas. “Están creciendo los hogares con sólo uno o dos miembros y son los que más vino per cápita consumen”, pero “hace falta marketing hacia el hogar, algo que aún las bodegas no contemplan. Está el hándicap del precio, pero hay que conseguir que el comprador sepa que en esa diferencia de euros va un plus, una experiencia, tradición, una tierra... y que merece la pena pagarlo”.
El cónclave txakolinero de Talleri dio para mucho más; se habló de que el relevo generacional está garantizado, de nuevos envases, de nuevos canales de divulgación?, y se coincidió en reclamar el respaldo de las instituciones públicas para la promoción del sector en el que no faltan ideas pero sí recursos para llevarlas a cabo. Lo que quedó patente es que el txakoli está muy vivo y que es mucho más que un vino. Hoy día, hay mucho más de “lo justo para casa” y el reto es precisamente que haya vino todo el año y que no falte en el hogar.