bilbao - Se confiesa “impresionado” tras visitar varios centros de formación y algunas de las principales empresas del sector industrial y conversar con responsables de agencias públicas como la Spri o Lanbide. Salazar-Xirinachs, que pasará en breve a dirigir el área de América Latina y el Caribe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ha estado unos días en Euskadi de la mano de la Fundación Novia Salcedo dispuesto a “aprender” cómo se trabaja desde las instituciones vascas para mejorar la empleabilidad y las oportunidades laborales de los jóvenes y poder trasladar esa experiencia al otro lado del charco.

Ha venido a conocer la realidad económica vasca. ¿Qué es lo que le atrae de Euskadi?

-El desarrollo productivo que ha tenido el País Vasco en los últimos 20 ó 25 años es impresionante. Ha habido incrementos de la productividad, con buenos niveles de inversión y apuestas tecnológicas. Euskadi cuenta con un tejido industrial con parques tecnológicos, universidades y centros de formación profesional que ha logrado dar mucho empleo a jóvenes. De hecho, cuenta con un nivel de paro juvenil mucho menor que el promedio de España. Quiero aprender y escuchar a los actores y conocer el tipo de políticas que se han puesto en marcha y sus resultados. Hay mucho interés en esto en el resto del mundo y en particular en América Latina. Voy a pasar a dirigir la región de América Latina y Caribe de OIT y este es un tema central porque es fundamental para la creación de empleo.

¿Cree que una industria fuerte repercute de manera directa en un menor desempleo juvenil?

-Sí, definitivamente. Cada vez hay un consenso más amplio entre los economistas sobre que no todas las actividades económicas son iguales y que hay que hacer una apuesta por la industrialización. La industria ayuda a la complejidad económica, ayuda a tener habilidades mucho más diversas, tanto empresariales como técnicas, y eso facilita la competitividad y la flexibilidad de un país para diversificar su producción y exportar. Es además un sector tractor con grandes enlaces con agricultura y servicios.

Tanto Euskadi como España viven un momento de incipiente crecimiento, pero a la industria le está costando generar empleo.

-En España hubo una época de bonanza económica centrada en la construcción, pero creo que no es posible ni deseable que se vuelva a dar ese boom de la construcción, por tanto hay que ver cuáles van a ser los sectores más dinámicos. A nivel mundial hay una tendencia a una mayor presencia del sector servicios en las economías, en parte porque la industria manufacturera se está robotizando y la absorción de empleo es cada vez más reducida, y en parte también por el envejecimiento de la población, que contribuye al crecimiento de los servicios en ramas como el cuidado de mayores. De manera que, hasta cierto punto, es natural que crezcan los servicios. Pero hay que tener cuidado con la precariedad en los nuevos contratos. Políticamente hay que asegurarse de que se cumplen los derechos laborales fundamentales de la OIT, aunque es esencial que haya un dinamismo que permita crear las oportunidades y los nuevos empleos.

La OIT suele remarcar que el ajuste salarial ha sido excesivo en países como España o Grecia.

-En líneas generales los salarios deben subir en línea con la productividad. Menos implicaría una desigualdad y una pérdida por parte de los trabajadores en relación a los ingresos totales de la economía, algo que efectivamente se ha dado en varios países. Si los salarios van más allá de la productividad, entonces es un problema para la competitividad de las empresas. Lo adecuado es buscar el equilibrio.

¿Qué opina de las reformas laborales que ha puesto en marcha el Gobierno español?

-Ese es uno de los temas que más controversia genera dentro y fuera de la OIT. En la OIT creemos y ponemos mucho énfasis en el diálogo social para hacer que las transformaciones de las políticas sean fruto de un acuerdo entre los protagonistas sociales. Es clave el tema de la competitividad y de la diversificación de exportaciones. Aunque la reforma laboral ha podido influir, es la competitividad y la mejora de las inversiones, en definitiva si hay suficiente demanda, lo principal para crear empleo, más que reducir los estándares laborales.

Los ajustes del gasto público en España han afectado a la educación. ¿Cree que se está comprometiendo la cualificación de los futuros trabajadores y el modelo económico?

-Ante las realidades de las situaciones fiscales a veces los gobiernos tienen que tomar decisiones difíciles, pero creo que hay una conciencia en todos los países europeos sobre la importancia no solo de la cantidad de inversión, también de la calidad de los sistemas de formación. Por lo menos en el País Vasco veo muchos esquemas originales con cooperación e implicación del sector privado. He estado en la Universidad de Mondragón, por ejemplo, que cuenta con una incubadora de proyectos y se prestan servicios a empresas. Mientras se siga atendiendo a esas innovaciones sociales, a las prácticas en empresas, a la calidad de la educación y se ponga el énfasis en materias como las ingenierías o las matemáticas, estaremos en la dirección correcta.

La clave es esa formación dual que brinde al joven una primera oportunidad en una empresa.

-Los países que tiene sistemas de educación dual como Alemania, Austria o Suiza, son los que tienen mayores niveles de competitividad. En España hay mucho desarrollo de esto pero hay mucho más que se puede hacer. Me dio mucho gusto ver cómo tanto la Universidad de Mondragón como la Fundación Novia Salcedo y otros agentes están tratando de lograr más implicación del sector privado para que los estudiantes tengan una formación que garantice una rápida transición al empleo.

¿Considera entonces que el sistema formativo de Euskadi está bien posicionado?

-Creo que sí. Ha tenido la capacidad de responder al gran dinamismo industrial que se ha dado aquí. Me impresiona mucho la cultura de colaboración que hay en Euskadi entre el sector público, los centros de formación y las empresas, con muchos agentes que colaboran y que tienen una visión clara del desarrollo de la competitividad. Es un modelo especial, que en otros países no tienen. Es un cambio de mentalidad de las instituciones y las empresas. Desafortunadamente, la mayoría de gobiernos en el mundo están divididos en compartimentos, de forma que el departamento de educación ve solo educación y el de industria ve industria. Euskadi ha roto esas barreras y los logros están a la vista.

Para terminar le pido un pronóstico para 2015. ¿Es el año de la recuperación en Europa?

-Me gustaría poder ser más optimista, pero no creo que este vaya a ser el año en que se dejen todas las preocupaciones atrás. Hay situaciones estructurales complejas, hay países con un nivel de endeudamiento alto. El FMI ha reducido las previsiones de crecimiento, por tanto el contexto mundial es menos dinámico que los últimos dos años. Dicho eso, Europa está poniendo los énfasis adecuados, hay una nueva atención fuerte a las políticas de innovación, a la educación y al capital humano. Parece que, en relación a Grecia, podemos ser moderadamente optimistas. Se mantiene el compromiso con el euro y parece que poco a poco se van a resolver sus problemas financieros.