la llegada de Ignacio Sánchez Asiain a Kutxabank en calidad de director general corporativo se interpretó como un paso previo a su incorporación al consejo para su posterior asunción de esas funciones. Pero a ojos de Mario Fernández nunca alcanzó la confianza o los méritos suficientes para que él, en su calidad de presidente, se lo propusiera al consejo de administración.

Mientras llega ese momento para otro profesional, la evidencia y la inminencia de la modificación de la dirección de Kutxabank está generando las lógicas situaciones de nerviosismo, cuando no tensión, entre sus actuales miembros; situación que previsiblemente se prolongará durante algunas semanas todavía. El presidente tiene la dificultad añadida del ruido generado en torno a su propio salario, lo que supone una dificultad para incorporar al proyecto fichajes de relumbrón.

La reestructuración del equipo directivo está orientada a implementar la nueva estrategia del banco, que se enfoca a la mejora de la rentabilidad del negocio bancario de la entidad. Sus ratios no han seguido en los últimos años el mismo crecimiento de los niveles de solvencia, apoyados en la venta de activos en empresas participadas, que no han conseguido evitar que el ROE de Kutxabank se sitúe por debajo de la media del sector. Villalabeitia habría querido tener definida ya esta remodelación para estas fechas, coincidiendo con la presentación de las cuentas del pasado año, pero se ha visto retrasado en varias semanas por todo el proceso interno y externo que ha rodeado al caso Cabieces hasta su definitiva judicialización.

Lo que se da por seguro es que el actual director general, Sánchez Asiain, no continuará en sus funciones. El papel que distintas fuentes le otorgan supuestamente en el proceso que ha terminado poniendo en manos de la Audiencia de Bizkaia la contratación interpuesta del ex delegado del gobierno socialista Mikel Cabieces, y el modo en que Villalabeitia se vio abocado a llevar las irregularidades detectadas a Frankfurt a instancias del BCE, no han ayudado a establecer una mínima confianza entre los máximos ejecutivos del banco. Demasiadas dudas sobre los porqués del momento y el procedimiento que, con o sin evidencias, le implican directamente. Entre dos presidentes que no le han dado su confianza, queda en una situación que a nadie en Kutxabank se le escapa que resulta insostenible. > I. González