los últimos partes meteorológicos apuntan hacia el final de la dura tempestad que hemos sufrido desde hace años e impedido salir a navegar a los veleros con autonomía y cierta tranquilidad. Ahora, aprovechando los vientos de bonanza que empiezan a soplar, pacificando las, hasta ahora, procelosas aguas, ampliando el campo de regatas y creando un ambiente esperanzador, las distintas embarcaciones puedan salir de puerto, enfrentarse al mar y buscar la boya de barlovento para ser los primeros en llegar a puerto. Hablamos, naturalmente, de la tempestad desatada por la grave crisis económica y de los síntomas positivos que poco a poco están aflorando. Síntomas que llegan, por ejemplo, desde el BCE (tipos de interés bajos o compra de deuda pública) o desde los movimientos bajistas que han reducido sensiblemente el precio del petróleo y la factura energética. Pero también tenemos indicios válidos en el escenario doméstico de la economía vasca como la recaudación fiscal en 2014, la contratación de carga de trabajo en la construcción naval o alianzas empresariales para fortalecer nuestra presencia en los mercados internacionales.
Me tomo la libertad de comparar el devenir económico con la navegación marítima a vela porque esos síntomas e indicios suavizan el ambiente de crispación social y clarifican la dirección que se debe seguir, facultando a los navegantes (gobernantes, oposición, empresarios y sindicatos) la posibilidad de poner rumbo a la deseada recuperación sin más obstáculos que su propia pericia, inteligencia y responsabilidad. Después de todo lo padecido hasta ahora, sería un error imperdonable dejarse llevar por la ingenua idea de que la recuperación vendrá sola.
El velero de la economía vasca, al igual que el resto de embarcaciones que compiten en el campo de regatas de la zona euro, debe saber enfilar la mejor ruta de navegación aprovechando los vientos de bonanza y las características de los tripulantes, teniendo en cuenta tres premisas: la gran rivalidad existente, la capacidad para reparar, en plena competición, los daños ocasionados por la tormenta y que en economía, como en navegación, la distancia más corta no siempre es la línea recta.
También es destacable el dinamismo empresarial en cualquier sector, como lo demuestra que en 2014 se crearan 3.442 nuevas firmas (un 7,5% más que en 2013) frente al cierre de 1.539 empresas.
Por último, y no menos importante, esta semana hemos conocido la alianza estratégica entre la empresas Arteche, Alkargo, Ormazabal y Tecnalia que les permitirá competir en el mercado internacional de servicios tecnológicos en redes eléctricas, así como, según han subrayado desde la Diputación de Bizkaia, posicionar al territorio histórico “entre los líderes mundiales de ensayos eléctricos”.
No caigamos en la euforia, pero estos vientos de bonanza pueden traer mejores tiempos si se sabe gestionar bien la navegación económica.