El efecto amplificador que está afectando al caso Cabieces lo ha hecho arraigar en el debate político de la permanente precampaña electoral que marcará este año 2015. La historia del incremento de costes para Kutxabank en los servicios prestados por el bufete Alcorta & Asociados para sufragar el salario del exdelegado del Gobierno español Mikel Cabieces discurría por dos rutas paralelas: la campaña de desgaste orientada por EH Bildu y PP contra el PNV y el PSE y la realidad de una tensión interna de desencuentro personal entre profesionales de la banca que ha hecho del banco su epicentro.
A la primera variable le ha dado un giro de 180 grados el hecho de que haya trascendido, como ayer desveló DNA, que la contratación del ex delegado del Gobierno socialista en Euskadi no fuera del conocimiento del PNV sino que se tratara de una iniciativa del PP vasco, a través de su presidente en 2012, Antonio Basagoiti, y del PSE por mediación de un consejero del Gobierno de Patxi López.
¿Por qué Kutxabank? El primer elemento significativo del caso es que fuese al recién constituido Kutxabank al que se dirigieran ambos políticos para recolocar a un servidor de la administración del Estado en lugar de que el recién constituido Gobierno de Mariano Rajoy asumiera la responsabilidad de hacerlo en primera persona. Sorprende que Rajoy no tuviera resortes o voluntad de cumplir con el pacto no escrito de corresponsabilidad entre los dos grandes partidos españoles o el PP de Basagoiti anduviera escaso de los suyos para convencer a su matriz madrileña de que este asunto era un compromiso ineludible en los términos que el viernes calificaba Mario Fernández de “política de Estado” cuando explicó su versión de los hechos.
En ella no es menor la importancia de que sus interlocutores representaran en aquel momento, enero de 2012, a los Gobiernos vasco y, sobre todo, español. El ascendiente que los Ejecutivos españoles tienen habitualmente sobre la línea estratégica y las personas clave del Banco de España, empezando por su gobernador, podía interpretarse entonces como una baza de cara las necesidades futuras del banco vasco neonato y el posterior desarrollo regulador que se le aplica. Esta importancia se revelará en breve con la circular del regulador español relativa a la teoría de la concertación y al volumen del fondo de reserva.
El PP desoyó a Basagoiti Haciendo abstracción de este origen, está por ver que la estrategia preelectoral de los partidos vascos vaya a variar ante esa realidad. No lo eligió así el PP vasco de Arantza Quiroga, que pisó el acelerador el mismo día en que se supo públicamente el pago desde Kutxabank al bufete Alcorta & Asociados de los 243.592 € con los que cubrir la nómina de Mikel Cabieces durante tres años sin que aparentemente mediara incremento de servicios, según la auditoría interna del banco.
La indicación del propio Basagoiti a sus correligionarios sobre su implicación en el origen del asunto -en llamada telefónica transatlántica a las pocas horas de trascender la entrega a la Fiscalía de Bizkaia del resultado de esa auditoría- cayó en saco roto y la semana ha sido pródiga en ataques políticos al PNV y PSE y a la propia operación por parte de representantes populares a los que alguien decidió no trasladar, o directamente obviaron, las advertencias de su expresidente.
Igualmente sorprendentes resultan las peticiones de explicaciones de la secretaria general del PSE, Idoia Mendia, al PNV sobre una operación de la que saben más en su propia casa, con vertiente en el Gobierno del que ella era portavoz. A EH Bildu el ruido le ha servido para resucitar un debate agonizante sobre la teoría de la privatización de una entidad que nunca ha sido pública y el hecho de que no aceptara la representación que le correspondía en el Consejo de Kutxabank le permite ahora azuzar desde la barrera y no es previsible que suelte la presa, prospere o decaiga el procedimiento de la Fiscalía.
Tensión entre ejecutivos Este entorno complicado políticamente podría ser, sin embargo, solo un añadido al aparente epicentro de relaciones y desafecciones en el seno de Kutxabank. Fuentes conocedoras de los entresijos del banco apuntan que no se pueden obviar estas relaciones entre los protagonistas de la gestión para entender la evolución de los acontecimientos.
Estas fuentes del banco sugieren una situación tensa derivada de la relación del expresidente con algunos de sus máximos ejecutivos. El caso Cabieces comienza con un presidente en Kutxabank y evoluciona ahora con otro, pero en todo el desarrollo hay algunas figuras constantes. Según declaró el viernes Mario Fernández, el recurso a un bufete proveedor de servicios al banco para encajar en él la figura de Mikel Cabieces en enero de 2012 no fue idea suya, sino del responsable de Recursos Humanos, Fernando López de Eguilaz. (“Me propuso contactar con un despacho de abogados (?). Tras las gestiones pertinentes se me informó de un acuerdo”).
El mismo ejecutivo es, en el relato del expresidente, quien propone la liquidación anticipada del acuerdo de tres años en noviembre de 2014. Y nuevamente es López de Eguiluz la persona que, tal y como se ha publicado en esta semana en el diario El País, pregunta por escrito al nuevo presidente, Gregorio Villalabeitia, si debe continuar pagando al bufete un mes después de haber liquidado personalmente el acuerdo y sin que, en consecuencia, quedaran pagos por realizar.
Decepciones y desencuentros En Kutxabank se da por seguro que estas iniciativas no las pudo realizar el responsable de Recursos Humanos sin conocimiento previo por parte de su superior, el director general corporativo de Negocio, Ignacio Sánchez Asiain. Este experimentado ejecutivo estuvo siempre en las quinielas para suceder a Mario Fernández o, alternativamente, como consejero delegado según el modelo que propone el Banco de España.
La llegada de Gregorio Villalabeitia abrió el camino a una eventual remodelación profunda de la estructura ejecutiva en la que el actual director general podría estar en cuestión. Fuentes del banco apuntan que esta sucesión de hechos ha provocado un desencuentro de Sánchez Asiain con ambos presidentes y que tras la reactivación de un asunto ya zanjado, como era la iguala liquidada a Alcorta & Asociados, podría estar esa tensión.
Las mismas fuentes sugieren que la comunicación escrita, y por tanto documentable, a Villalabeitia de la supuesta irregularidad ya liquidada obligaba al nuevo presidente a activar el trabajo de la Comisión de Auditoría y Cumplimiento, la información al Consejo de sus conclusiones y la comunicación de las mismas al Banco de España y al BCE, antesala de la instrucción que ha terminado dejando el asunto en manos de la Fiscalía.
Una filtración El último capítulo -de momento- de este culebrón lo aporta la filtración a un medio de comunicación de la decisión de informar a la Fiscalía. Durante tres años largos, no ha existido caso Cabieces porque los depositarios de la información relativa al mismo la han guardado con celo. Bastó poner la circular del BCE, que instaba a Kutxabank a acudir a la Fiscalía, en conocimiento del Consejo de Administración el jueves 29 de enero para que, antes de concluir esa mañana, se activara un torbellino de llamadas de periodistas de un solo medio que provocaron las apresuradas notas de prensa de Kutxabank y el PSE al día siguiente.
Con un enfoque informativo orientado hasta ahora a intentar responsabilizar a PSE y PNV, en el seno del banco, en medio del malestar de la práctica totalidad de los consejeros del mismo, la mayoría recuerda la antagónica relación entre Mario Fernández y el consejero a propuesta del PP Luis Viana.
En adelante está por determinar si la contratación interpuesta de Mikel Cabieces por parte del bufete proveedor de servicios de Kutxabank supuso un daño a la entidad y la fiscal la considera susceptible de haber constituido un presunto delito de administración desleal. Y está por ver si el abono inmediato del importe extraordinario pagado en persona por Mario Fernández sirve para eliminar ese riesgo o para señalarle. En su nota de prensa del viernes, dedicó a Gregorio Villalabeitia un claro reproche por considerar que le ocultó información y le manipuló. “A la vista de los hechos -afirmó Fernández-, hay motivos para pensar que lo que pretendía no era arreglar nada, sino todo lo contrario”.
Con independencia de todo lo demás, en lo que acierta el expresidente de Kutxabank es en considerar que toda esta historia, por exceso de celo, de voluntad o por puros intereses personales, el daño reputacional al banco es evidente y sus consecuencias están por ver.