Bilbao - Mario Fernández y Mikel Cabieces declararon ayer ante la Fiscalía de Bizkaia, como parte de las diligencias que la fiscal Carmen Adán ha abierto para determinar si en el contrato que vinculaba al exdelegado del Gobierno en Euskadi con Kutxabank hay indicios de algún delito. Fernández, presidente del banco en el momento en el que se produjo el acuerdo, fue tajante al mostrar públicamente su “indignación notable” por la actuación del banco -que es el que ha informado a la Fiscalía de la anomalía detectada internamente- y la judicialización del asunto. El dirigente explicó que “en cuanto concluya iniciaré las acciones legales correspondientes”, sin dar más detalles al respecto.
Mientras Mikel Cabieces se limitó a repetir que “es tiempo judicial”, sin añadir ni una sola palabra más, Mario Fernández sí atendió a los numerosos periodistas que desde primera hora de la mañana se desplazaron hasta la puerta del Palacio de Justicia en Bilbao. En un breve alegato, de poco más de un minuto, el expresidente del banco de las antiguas cajas de ahorros dijo haber tenido la “oportunidad de dejar cosas bastante claras” y reivindicó su trabajo en Kutxabank. “No voy a admitir lecciones de nadie en relación a Kutxabank. Kutxabank lo hice yo, lo cree yo, lo pelee yo y lo dejé siendo el banco más solvente de España”, esgrimio.
“Es una operación absolutamente legítima, que no ha ocasionado ningún tipo de daño a Kutxabank”, explicó antes de añadir que “en el improbable caso de que resultase ilegítima y hubiese ocasionado algún daño tardé yo exactamente una tarde en reponer el dinero”. Después de esa breve alocución se remitió a explicar detalles de su declaración ante la fiscala en una nota de prensa que enviaría pocas horas después a los medios.
En ese comunicado posterior, el dirigente explicó con más detalle lo declarado por la mañana ante la fiscala “entre la indignación más profunda y con el deseo de aclarar los hechos de forma rápida y contundente”. También quiso trasladar sus reflexiones, “la primera es que considero que hay una voluntad explícita de atentar contra mi honor”. En ese punto volvió a repetir el mensaje ya trasladado oralmente a los medios en el Palacio de Justicia: “en cuanto concluyan estas diligencias, ejercitaré las acciones correspondientes”. Según su relato escrito, para dar su visto bueno a la contratación de Mikel Cabieces siguió las consignas de una “ley no escrita” que ha perdurado en Euskadi “con todos los gobiernos y todos los partidos durante los últimos 30 años”. Esa acuerdo tácito entre diferentes agentes, no solo partidos, tiene o tenía como fin ayudar a las personas que han estado “en primera línea de la lucha antiterrorista”, siempre según Mario Fernández. Ese sería el caso de Cabieces, que tras ser delegado del Gobierno español en Euskadi se quedó sin trabajo con la llegada de Mariano Rajoy y los populares al palacio de La Moncloa, a finales de 2011.
Fernández añadió en ese texto que “comparto la decisión y el criterio” de ese tipo de actuaciones que “han hecho antes de mi muchas personas y muchas empresas e instituciones en situaciones parecidas a la mía” y citó tres ejemplos concretos: los de Paulino Luesma y Enrique Villar, predecesores de Cabieces en el cargo de delegado del Gobierno; y el de Juan Mari Jáuregui, exgobernador civil de Gipuzkoa.
Luesma y Villar siguieron caminos paralelos y de la delegación vasca pasaron a ocupar cargos de relevancia en la Embajada de España en Lisboa, según recordó ayer Fernández. Sobre Jáuregui, el expresidente de Kutxabank dijo que tras su paso por la política comenzó a trabajar en Aldeasa, empresa vinculada a Aena. “Podría citar más casos pero no lo hago, porque comparto la decisión y el criterio y no quiero que sufran la injusticia que yo estoy viviendo”.
En la carta remitida a los medios el expresidente de Kutxabank se definió en diversas ocasiones como víctima de un ataque contra su persona, que cree puede poner en duda su trabajo al frente de la entidad. Por ello matizó que “mi conducta en los casi seis años que he desempeñado el cargo de presidente de BBK, primero, y de Kutxabank después, ha sido totalmente honesta y siempre han prevalecido los intereses de Kutxabank sobre cualesquiera otros”.
El que también fuera vicelehendakari en la etapa de Garaikoetxea explicó que su relación con Mikel Cabieces se limitaba a la “meramente institucional”, por los cargos del segundo como delegado del Gobierno y antes alcalde de Portugalete y miembro del consejo de administración de BBK. “No tendría inconveniente en reconocerme como grandes amigos pero solo hace unos pocos días, los que está durando este injustificado ataque”, explicó.
Amigos o no, los dos dirigentes pasaron la mañana de ayer en el mismo lugar, el Palacio de Justicia. Ambos declararon durante cerca de dos horas respaldados por sus respectivos abogados.