La economía europea no acaba de despegar por la combinación de una deuda pública y privada sin parangón, una población envejecida y una pérdida de competitividad frente a otros países. Con incrementos del PIB limitados y el fantasma de la deflación sobrevolando el continente, un horizonte de largo estancamiento económico a la japonesa se cierne sobre la vieja Europa hasta el punto que el propio Banco Central Europeo (BCE) parece dispuesto a emular, en parte y tarde, las políticas de estímulo económico de Estados Unidos. La simple posibilidad de que Mario Drahgi, el máximo responsable del BCE, adopte proximamente una medida histórica en la relativamente corta historia del supervisor bancario como es la impresión de euros mediante un programa de expansión cuantitativa (QE) que incluya la compra de deuda pública de los países de la eurozona ha movido los mercados mundiales de divisas debilitando al euro frente al dólar hasta niveles insospechados hace unos meses.

Las quinielas apuntan a que, como poco, la emisión del BCE ascenderá a unos 500.000 millones de euros. Mucho dinero para, por ejemplo, el Banco Nacional Suizo que tras haber fijado una paridad artificial con la divisa comunitaria europea en setiembre de 2011 ha rectificado sin preaviso esta misma semana dejando al franco suizo fluctuar libremente de nuevo en los mercados a los que sorprendió totalmente con el efecto de tirar la cotización del euro a la baja mientras la moneda suiza se revalorizaba.

Como se recordará, Suiza fijó una paridad de 1,20 frente al euro en 2011 porque las incertidumbres sobre el ciatdo euro en aquella época estaba llevando a muchos dineros a refugiarse en el país de los Alpes revalorizando el franco suizo de una manera tal que dificultaba sobremanera las exportaciones tecnológicas, farmaceúticas y agroalimentarias suizas con claro perjuicio para la economía helvética. El problema era que para mantener la paridad de 1,20 con el euro Suiza ha tenido que imprimir francos y comprar euros, muchos, con el resultado de un balance engordado hasta más de 500.000 millones de francos y con unas reservas de divisas enormes. Si ahora el BCE va a inundar el mercado de euros, Suiza, -como Alemania más partidario de la ortodoxia- no veía acertado seguir unido a la divisa comunitaria europea.

Sin un comprador de euros como Suiza y con las incertidumbres, otra vez, sobre los efectos de la política del BCE en el euro, el dinero se ha vuelto a refugiar, además de en Suiza, en dólares con el efecto de una fuerte devaluación de la moneda comunitaria europea.

Con un petróleo en precios mínimos en varios años pues se mantiene por debajo de los 50 dólares-barril, parece que los mercados financieros ya dan por hecho que el BCE, -tras la bendición previa del Tribunal de Justicia de la Unión Europea a la constitucionalidad de las intervenciones previas de Mario Draghi-, pondrá en marcha los nuevos estímulos monetarios con lo que el euro se ha depreciado con fuerza y caído por debajo de 1,15 dólares estadounidenses. No hay que olvidar que en 2007 tras estallar la crisis de las hipotecas subprime en USA, se llegó a pagar 1,50 dólares por cada euro.

En este contexto, -estímulos económicos del BCE en capilla, petróleo en precios bajos, franco suizo fluctuando libremente en el mercado y nuevas incertidumbres políticas en Europa con las elecciones de Grecia en el horizonte y la posibilidad de un gobierno que plantee medidas alternativas al pago de la deuda externa helena-, el euro ha acelerado su depreciación frente a las grandes divisas mundiales esta semana hasta el punto que ha llegado a cotizar a 1,147 dólares, el mínimo desde el ya lejano año 2003.

Cómo es lógico si se combina la intención del BCE, para explicarlo en términos sencillos, de imprimir más billetes y la de Reserva Federal de Estados Unidos de empezar a recortar su balance y subir tipos, es lógico que el euro se deprecie y el dólar se revalorice. El problema es saber dónde está el punto adecuado de equilibrio. Para los europeos, una divisa menos fuerte tiene ventajas de cara a exportar sus productos de más valor añadido al resto del mundo pues tendrán precios más competitivos pero la contrapartida es que las materias primas necesarias para elaborar dichos productos, desde el petróleo a los metales, al cotizar en dólares en los mercados internacionales también se encarecen al cambio.

En todo caso, la realidad cierta es que la cotización del euro ha caído desde que el BCE estableció un objetivo para el tamaño de su balance y dijera que quiere aumentarlo con las citadas medidas de estímulo económico en un billón de euros hasta alcanzar los 3 billones. Para hacerse una idea de la magnitud de la cifra, un estado como el español, una de las quince mayores potencias económicas del mundo y uno de los más endeudados, tiene una deuda pública de un billón de euros. Por no hablar de que la suma de los presupuestos vascos de la CAV y Nafarroa no llegan a los 15.000 millones anuales.

En menos de un mes el euro se ha depreciado un 7,5% respecto al dólar, moneda que se beneficiará en los próximos meses de las expectativas de una normalización de la política monetaria de la Fed estadounidense.

En cuanto a la UE, la apuesta del BCE por la expansión monetaria no deja de ser arriesgada en búsqueda del crecimiento económico a toda costa aunque está por ver si la tradicional oposición alemana, guardián de la ortodoxia económica, permite a Draghi llegar tan lejos como se dice aunque en un primer momento las exportaciones alemanas sean las grandes beneficiadas pues, al cambio, contarán con precios más competitivos en el mundo. De hecho, la Bolsa alemana ya ha subido anticipando ese posible tirón.

Medidas de estímulo. El Banco Central Europeo tras revisar a la baja seis décima sus pronósticos de crecimiento de la UE para 2015 hasta dejarlos en el 1% anunció por boca de Mario Draghi el pasado cuatro de diciembre que prepararía medidas de estímulo económico (QE). Se especula que pueden alcanzar los 500.000 millones de euros .

Quantitative easing (QE). Las medidas de estímulo conocidas como QE consisten en la compra de deuda pública a modo de inversión por un banco central. El objetivo, por un lado, es reducir el coste de financiación del Estado. Por otro, al aumentar el precio de la deuda pública, hacer que otros activos que tienen riesgo, como son las acciones, sean relativamente más baratos, y más atractivos.

1,15

La actual cotización del euro frente al dólar estadounidense ha caído hasta un 7,5% en los últimos treinta días.