bilbao- Las relaciones laborales llevan años enquistadas en Euskadi. El posicionamiento crítico del sindicato mayoritario hacia las tesis de la patronal y del Gobierno Vasco alcanza al propio Consejo de Relaciones Laborales (CRL), en el que ELA no participa. Frente al enfrentamiento, Tomás Arrieta pide recuperar el diálogo para configurar un marco regulatorio estable en Euskadi que blinde las condiciones de trabajo.

Usted es crítico con la última reforma laboral, que ha sacudido la negociación colectiva. Asegura que no ha cumplido sus objetivos.

-Uno de los objetivos explícitos de la reforma era la reducción de la dualidad entre trabajadores indefinidos y temporales, y es evidente que eso no ha ocurrido ya que la tasa de temporalidad sigue siendo muy alta. La reforma generó una gran incertidumbre en la negociación colectiva y ahora estamos padeciendo las consecuencias, sobre todo aquí en Euskadi. Sumada al bloqueo de los convenios, la reforma produce efectos muy perversos para las relaciones laborales.

En Euskadi hay casi 100.000 trabajadores que no tienen encaje en ningún convenio colectivo.

-El bloqueo de nuestra negociación colectiva emite la señal negativa de que nuestras relaciones laborales no se asienta en acuerdos. El resultado es que una buena parte de los convenios nos los hacen fuera, y de hecho la tasa de incidencia de los acuerdos estatales ha crecido en veinte puntos. Aun así, unos 100.000 trabajadores se han quedado sin convenio porque no hay acuerdo externo que aplicar. Y otros muchos, unos 150.000, mantienen un convenio en virtud de unas cláusulas de ultraactividad cuya validez está jurídicamente cuestionada. El panorama es preocupante.

El Tribunal Supremo ha confirmado en una sentencia las condiciones de un convenio decaído a causa de la reforma. ¿Aclara algo este fallo?

-El criterio del Tribunal Supremo se inclina por admitir que cuando un convenio decae los derechos que se establecen en él no se pierden para aquellos que estaban afectados por el mismo. Es algo positivo, si bien creo que la gran mayoría de los empresarios ya venía aplicando ese criterio unilateralmente. Pero la sentencia no despeja todas las dudas. Los derechos se conservan para quien ha venido disfrutándolos, es decir, los trabajadores de nuevo ingreso en la empresa no gozarían de esos mismos derechos y podrían tener condiciones inferiores. Eso dependerá de la decisión que tome el empresario o de que lleguemos a acuerdos para igualar las condiciones de unos y otros. Si no llegamos a acuerdos y se comienzan a aplicar condiciones distintas, tendremos un problema ya que se podría generar una nueva dualidad en el mercado de trabajo muy peligrosa entre trabajadores antiguos y trabajadores nuevos. Esta brecha se uniría a la otra que ya existe entre indefinidos y temporales. Debemos impulsar los acuerdos. Aplicar criterios de los tribunales no es el camino correcto, aunque los efectos de una sentencia como esta sean menos traumáticos.

Si a un trabajador se le dejó de aplicar un convenio decaído tras el 7 de julio de 2013, ¿estaría la empresa obligada a restituirle las condiciones anteriores?

-Sí, entiendo que la interpretación de la sentencia es esa. En cumplimiento del criterio del Supremo, que ratifica las decisiones tomadas aquí por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y que es previsible que mantenga en futuras sentencias, los empresarios deben mantener las condiciones. Pero no es lo mismo que las condiciones laborales estén amparadas en un convenio que en un criterio judicial, ya que la ley las protege de manera más intensa en el primer caso permitiendo su modificación de forma más sencilla si no hay convenio.

La reforma ha facilitado mucho las inaplicaciones, restando también valor a los convenios vigentes.

-La reforma permite la modificación de condiciones aunque no haya acuerdo entre las partes pero lo hace a través de un procedimiento mas riguroso que en el caso de que no haya un convenio en vigor, acabando con la decisión de un árbitro, en el caso de Euskadi el Orpricce. Cuando el convenio ha dejado de estar vigente lo que sería equivalente a ese descuelgue sigue otra vía más sencilla.

La creación del Orpricce fue muy criticada por los sindicatos.

-En los seis meses que lleva en funcionamiento el Orpricce ha actuado muy poco ya que la mayoría de los descuelgues se resuelven antes por acuerdo entre las partes. La regulación de los descuelgues es uno de los puntos clave por el que los convenios se atascan, pero la intervención de ese órgano es muy marginal. Parece un contrasentido que en las mesas nos estemos pegando por este tema cuando su papel real es muy limitado.

Teniendo en cuenta las lagunas jurídicas que presenta la reforma laboral, ¿habría que reformularla?

-A mí la reforma no me gusta, creo que una nueva reforma que profundizara en esa línea no sería una buena solución. Más acuerdo y menos ley es un camino mucho más seguro para todos a medio plazo.

¿Cree que ha llegado el momento de subir los salarios?

-Que los salarios crezcan es positivo para la recuperación, eso es innegable. Las empresas que puedan sí deben subir salarios, aunque hay empresas a las que se les plantean problemas y a esos problemas hay que darles respuesta con mecanismos que permitan adaptar las condiciones. Desde el punto de vista general sí hay que ir a subir salarios, aunque desde el punto de vista particular hay que atender a la situación de los empresarios que no puedan cumplir con los acuerdos generales.

Pero la crisis y la reforma han hecho trazo grueso y facilitado descensos salariales en casos injustificados.

-La reforma ha sido leída como un incremento de las facultades empresariales y un descenso de la protección del trabajador. Eso hay que reequilibrarlo con acuerdos. Las relaciones laborales antes de la reforma estaban gobernadas por los acuerdos, debemos recuperar ese elemento.

¿Confía en que este año se generen 17.000 empleos como calcula la patronal vasca?

-El aumento del empleo neto depende del crecimiento económico, y las previsiones son modestas. Confebask habla de un crecimiento para 2015 de en torno al 2%. Es razonable que la ocupación crezca pero me cuesta dar cifras concretas. En todo caso la recuperación del empleo sigue siendo débil y uno de los graves problemas.

El Gobierno Vasco alerta de que esos nuevos empleos serán todavía de baja calidad y poco estables.

-Vuelvo a lo que he dicho al principio. Me parece bien que las condiciones de empleo se mantengan, pero me inquieta cuál va a ser el marco regulador de las nuevas contrataciones. Un marco integrado por acuerdos sería un elemento de protección frente a ese riesgo de dualidad que mencionaba porque los acuerdos son de aplicación para todos.

Los trabajadores afectados por un ERE cayeron a la mitad en 2014, parece un buen síntoma para la industria vasca.

-Sí, ya que la industria es el gran generador de ERE. El aumento del índice de producción industrial pone de manifiesto una cierta mejoría en el sector, que hace que destruya menos empleo en ERE de extinción. La industria es una de nuestras fortalezas, parece que se atisba una tendencia positiva, aunque cuesta más crear empleo porque el aumento de la producción hasta un determinado nivel se asume sin incrementar plantilla. Pero este empleo es de mayor calidad, más estable y duradero.

Los conflictos en las empresas también están bajando, a pesar de que las relaciones laborales están más enquistadas que nunca.

-El clima de confrontación en el nivel superior entre sindicatos y empresarios no se puede negar, pero me da la impresión de que la crisis aún nos tiene a todos asustados y eso incide en el menor nivel de conflictividad porque el objetivo de todos es mantener el empleo. El contexto de falta de crecimiento implica que en buena parte de los casos se acepte una reducción a la baja de esas condiciones. Ahora bien, en cuanto la recuperación se consolide el reparto de esos incrementos de riqueza puede volver a elevar la conflictividad.

¿Qué opina de la ausencia de ELA y LAB en mesa de diálogo social articulada por el Gobierno Vasco?

-Es una decisión legítima que toman en función de sus estrategias, no voy a valorarla. Me parece que el Gobierno hace bien en activar esa mesa porque el diálogo social es necesario.

¿Qué resultados espera?

-En el diálogo social hay un primer nivel de diálogo bipartito, en el que el protagonismo es de los agentes sociales ya que es a los que les corresponde pactar la negociación colectiva. En el otro extremo es al contrario, se trata del ejercicio de competencias públicas por parte del Gobierno y ahí los agentes sociales tienen que participar para aportar su visión. Si impulsamos bien esos dos niveles se puede generar una dinámica positiva. A corto plazo espero decisiones concretas, pero sobre todo una aproximación de diagnósticos sobre qué modelo necesitamos para progresar.

¿Cuál cree que es la llave para que en esa aproximación de diagnósticos se implique la mayoría sindical?

-En este momento no tengo una respuesta, la situación es compleja. A corto plazo no veo posibilidades de que las cosas vayan a mejorar. Todas las señales que emitamos en el sentido de que somos capaces de llegar a acuerdos, aunque no sean vinculantes, ayudan a normalizar las relaciones laborales. Acuerdos en esa mesa transmitirían la señal de que pactar es posible y serían un punto de inflexión en la dirección correcta.